Viernes, 30 de agosto de 2013 | Hoy
ENTREVISTA
El libro La producción de la sexualidad, políticas y regulaciones sexuales en Argentina analiza la relación del sexo y el poder después del matrimonio igualitario, donde todavía falta legalizar el aborto, con el poder creciente del papa Francisco, pero también el rol de las iglesias evangélicas, y con los vaivenes de leyes que cuesta aplicar. Los logros, los retrocesos y los desafíos pendientes.
Por Luciana Peker
Homosexualidad, lesbianismo, iglesias evangélicas, conyugalidad, parentalidades, reproducción asistida, universidad, prostitución, violencia laboral: todo eso y mucho más puede leerse en un combo de sexo & poder en La producción de la sexualidad, políticas y regulaciones sexuales en Argentina, de Editorial Biblos. Entre el otro gran factor de poder y del placer –un bar donde reina el chocolate– Las/12 entrevistó a dos de sus coordinadores, Sara Barrón López, doctora en Sociología, integrante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) del Instituto Gino Germani de la UBA y autora del capítulo “Entre calzas y propinas, sexualización y violencia laboral” y a Daniel Jones, doctor en Ciencias Sociales, miembro del GES y autor de Las iglesias evangélicas y la regulación de la homosexualidad en la Argentina contemporánea.
El chocolate acarrea un debate sobre el placer, el cuerpo y la comida. Daniel cuenta que corre y acarrea envidias –al menos de la cronista– y polémicas sobre los nuevos pecados que demonizan los cuerpos. Ni hablar si al chocolate se le agrega dulce de leche o nuez.
La metáfora gourmet sirve para disparar que nunca el pecado –ni con la ley de matrimonio igualitario o la de salud sexual y reproductiva– está acabado y que siempre hay una nueva prohibición o problemas de aplicación para atravesar con culpa el goce corporal.
La Argentina viene, en esta última década, desde la ley de salud sexual y reproductiva hasta el matrimonio igualitario, de una revolución normativa. Más allá del gran desafío pendiente: la legalización del aborto en la Argentina, que ahora encuentra un nuevo obstáculo: la elección de un nuevo –y carismático– papa argentino. Pero, aunque en principio implique una traba, Jones apuesta a que implique un desafío: “Creo que 2013 es un mal año para discutir aborto por ser un año electoral y porque fue electo Francisco. Pero en el 2014 ya habrá pasado la espuma de Bergoglio. Además en el interior de distintas coaliciones políticas del oficialismo y la oposición hay aliados. Es un desafío ante el que hay que ser más creativos”, apuesta.
Daniel: La idea principal es pensar que el poder antes que cercenar o reprimir la sexualidad tiene la capacidad de producir sexualidad. El entramado de poder cuenta con la capacidad de generar identidades sexuales, modificar valores, y no hay una sexualidad natural a ser moldeada externamente. La idea más política es que a partir de una serie de cambios legales, políticos, médicos se produjo una serie de transformaciones sociopolíticas.
Sara: Este es un trabajo colectivo con miradas muy distintas. En el último decenio hubo cambios muy importantes, pero el poder se expresa con grises, con fisuras. Y el poder lo tenemos todos nosotros. La regulación de la sexualidad no es sólo el Estado.
Sara: La sexualidad no está exenta del mercado y de una lógica capitalista. La heteronormatividad, que es el orden que regula la sexualidad, tiene implicancias en todos los órdenes de nuestra vida y construye demandas laborales. Que unas chicas se tengan que poner unas calzas en una estación de servicio cagadas de frío es convertir una ocupación, como sería cargar nafta en los autos, en una sexualización absoluta de competencias, y ahí estamos hablando de regulaciones de la sexualidad que, en definitiva, produce ocupaciones laborales y beneficios y tiene una lógica económica, y sobre esa base se construye un mercado.
Sara: La regulación está en nuestra cotidianidad. La identidad implica cuerpos modelados o lo que te tiene que gustar en tanto eres hombre o mujer. Y ese eje regula cada orden de nuestra cotidianidad.
Daniel: Ese es otro eje común: ver esta dimensión productiva del poder en relación con los cuerpos, las sexualidades y el género saliendo de estudiar exclusivamente las identidades gays, lésbicas, trans, que es lo que más atención ha llamado últimamente, producto de la sanción de una normativa, por eso el libro arranca con los discursos médicos y jurídicos en relación con la figura de la homosexualidad femenina y masculina, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX en los artículos de Carlos Figari y Florencia Gemetro, para pasar a regulaciones más recientes como las de las instituciones religiosas en el debate del matrimonio igualitario. Pero también trabajar sobre otros elementos: cómo el Estado se ha encargado de trabajar sobre modelos de parejas deseables. Pensar cómo las familias, las iglesias, el discurso médico, el discurso jurídico, la institución universitaria (como en el capítulo de Rafael Blanco) vienen a moldear.
Daniel: La que estudia el tema es Florencia Gemetro. Pareciera que en la visibilidad pública siempre ha tenido preeminencia el homosexual masculino, pero yo creo que la visibilidad lésbica ha avanzado mucho. Antes era más común ver parejas de varones y no tanto de mujeres saliendo de barrios que se pretenden más diversos, y no sólo como San Telmo o Palermo. El libro pretende lidiar con esto. ¿Qué pasa el día después de la sanción de las leyes? Estamos en un país que sancionó una ley de educación sexual en el 2006, una ley de matrimonio igualitario en el 2010, una ley de identidad de género en el 2012. ¿Qué pasa con la post visibilidad? ¿Qué nuevas exclusiones se producen? Por ejemplo todo lo que tiene que ver con la fertilización asistida...
Sara: Sí, pero nosotros proponemos ver la historia y los cambios no en términos absolutos. Siempre hay varias velocidades. Yo creo que sería una necedad no reconocer que el panorama ha cambiado, que a veces hay un reconocimiento genuino, a veces una tolerancia hipócrita y también hay resistencias. Pero la heteronormatividad está entroncada con una profunda noción del género en cada rincón de lo social y sigue excluyendo todo esto a pesar de las importantes transformaciones. Esas dos realidades coexisten. Tampoco podemos hablar hoy del lesbianismo en términos generales. ¿Qué tiene que ver hoy una lesbiana de clase media, que tiene la posibilidad de optar y elegir y construirse a sí misma, con alguien que tiene condicionamientos económicos y sufre muchas dificultades para que la validen?
Daniel: En la Iglesia Católica hay posiciones diversas. A su vez no es la única institución religiosa. En la Argentina cerca del nueve por ciento de la población se declara evangélica. Y dentro de la Iglesia Evangélica hay un sector más conservador que ha trabajado más cerca de la Iglesia Católica en los debates sobre derechos sexuales y reproductivos como educación sexual, aborto. Y ha habido muchas iglesias del protestantismo histórico como la luterana, la luterana danesa, la metodista, que han tenido una postura de reconocimiento de derechos y a su vez hay algunos rabinos o las religiones de matriz africanista que han tenido posiciones de apertura. Hay que darse cuenta de que hay un pluralismo religioso, con posiciones progresistas e, incluso, con mayor contemplación con relación al aborto, pero que esto se desconoce porque la voz oficial de la jerarquía católica viene a pretender que es la única voz religiosa sobre estas temáticas. Yo creo que en este sentido la asunción de Jorge Bergoglio como papa es una noticia negativa, porque posiblemente no reforme en temáticas de sexualidad y reproducción las posiciones históricas del Vaticano y a su vez los aliados de Bergoglio en Argentina van a sentirse con nuevos bríos para intentar detener cualquier nueva legislación que amplíe derechos o las políticas públicas que ya deberían estar siendo implementadas. Creo que hay que estar atentos no tanto a que Bergoglio se ocupe personalmente de estas temáticas –que tiene problemas más graves que resolver en el interior del Vaticano– sino a muchos de sus aliados religiosos y políticos, que van a invocar sus posiciones y palabras para frenar avances.
Daniel: Creo que 2013 es un mal año para discutir aborto por ser un año electoral y porque fue electo Francisco. Pero en el 2014 ya habrá pasado la espuma de Bergoglio. Además en el interior de distintas coaliciones políticas del oficialismo y la oposición hay aliados. Es un desafío ante el que hay que ser más creativos.
Sara: Hoy podemos escuchar a un Papa replicando cierta corrección política de lo gay, pero la autonomía de los cuerpos de las mujeres no se convirtió para nada en “correcto”. En cuestiones de género falta mucho por fisurar. El movimiento de diversidad sexual le dio a lo masculino mayor poder de poner una agenda en la política, de discurso, de agenda.
Daniel: El gran desafío es, después de la sanción de una serie de leyes, después de poner a la Argentina en la vanguardia del mundo en derechos sexuales y reproductivos, mostrar nuevas complejidades. Ninguna producción académica puede ser totalmente optimista y celebratoria. Hay que mostrar las partes oscuras de la habitación y seguir viendo cómo opera la cotidianidad.
Sara: En un acto de honestidad profunda, en nuestro grupo tampoco es una cuestión resuelta políticamente, tenemos respeto por los colegas que vienen trabajando con líneas distintas, pero hay un punto en común y es no victimizar. Las personas tienen una capacidad de decir y ver dónde están paradas sin negar los condicionamientos. Muchas veces la academia ha revictimizado las realidades que pretendían comprender. Uno de los grandes debates ha sido no ser paternalistas. Pero hay diversidad de pareceres.
Daniel: El libro es pluralista y no concluyente para poder suscitar debate.
Sara: Estamos en un contexto en que es favorable hablar de los derechos, pero luego hay fisuras en la práctica cotidiana, en donde no ves que ese paradigma se implemente en el día a día. No hay que minimizar la oportunidad política de que algo esté en la agenda, pero eso no quiere decir que las leyes por sí mismas cambien comportamientos. Ese es un trabajo mucho más lento. Hubo un contexto fantástico que todavía nos estamos rompiendo la cabeza para explicarlo. Se dio esa magia en ese momento determinado. Pero luego ves en el día a día crímenes homofóbicos o la vivencia de ser lesbiana en Venado Tuerto y te das cuenta de que hay otras reglas de juego.
Daniel: Yo creo que hay que partir de que el plexo normativo es inédito en su calidad y cantidad en un período tan corto de tiempo y fue una verdadera revolución legislativa. Hay algunos derechos que son de fácil acceso, como el matrimonio igualitario o la identidad de género, y hay otros de más difícil implementación, como la ley de educación sexual, que no hay que fetichizar la ley y que hay que militarlos. Pero no es menor que exista una ley que los respalde. En este momento la deuda normativa es sin duda la legalización del aborto. Pero fuera de la legalización del aborto uno tiene herramientas para casi todos los derechos sexuales y reproductivos. Yo no creo que el matrimonio igualitario sólo genere corrección política en el discurso de Bergoglio, sino que hay una generación de niños y niñas que van a ser criados con la realidad de que una pareja de varones o de mujeres puedan casarse y ellos van a gobernar la Argentina en no demasiado tiempo. Ese es el horizonte que no hay que perder de vista.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.