Viernes, 6 de septiembre de 2013 | Hoy
SALUD
Una muestra sobre los progresos y las contradicciones del aborto en México, uno de los países más paradigmáticos de Latinoamérica, puede visitarse en el Centro Cultural Borges. Las gigantografías expuestas recorren a un mismo tiempo la despenalización en el Distrito Federal y la criminalización de la práctica en el resto del territorio.
Por Luciana Peker
“No quiero asumir la maternidad”, cuenta ella con su voz dulce, que se escucha por auriculares, como si te sentaras en su misma escalera desde donde posa en su foto gigante. Es una niña, una mujer, una adolescente, una joven, una mujercita. ¿Qué es? ¿Quién es? Seguramente ella se está descubriendo, como una la descubre en esa sonrisa relajada, por delante de un grafitti, tal vez la muestra más cabal de un rostro donde está arrancado el dramatismo y de un cuerpo de una chica en crecimiento donde –sencillamente– la maternidad no tenía lugar. La sonrisa sí.
“Es un gran éxito de las feministas que mujeres como yo tengan acceso a un método seguro sin investigar por Internet o tener que meterse cosas”, dice ella. Se llama Luisa Velásquez y abortó en el Distrito Federal (DF), la capital mexicana, en 2008.
Apenas un año antes, el 24 de abril del 2007, la asamblea legislativa del DF aprobó modificaciones al Código Penal que permitieron la despenalización del aborto hasta la semana doce de gestación. Desde hace seis años la interrupción legal del embarazo (ILE) se lleva a cabo en los hospitales de la Secretaría de Salud del DF de manera pública, segura y gratuita.
La contracara del avance urbano es que en el resto del país no sólo sigue estando prohibido el aborto, sino que se blindaron aún más las leyes e incluso recrudecieron las persecuciones a mujeres que no quieren continuar su embarazo y se endurecieron las legislaciones. El país está fracturado entre el gran avance en la capital y el retroceso en el resto del territorio. Muchas veces, ante una conquista en derechos sexuales se producen reacciones conservadoras que no tienen que empañar los logros. Pero México muestra hoy las dos caras y las dos posibilidades ante la vida, la muerte y la libertad de las mujeres.
Todas esas caras y esos cuerpos hoy se pueden ver en Argentina en la muestra Derecho a decidir. Aborto legal en la Ciudad de México: un modelo para la región, que se expone en el Centro Cultural Borges.
Allí emerge una gigantografía de Jazmín abrazando a una niña, una historia que conmueve por demostrar que muchas veces las mujeres que abortan pretenden preservar a sus niños. “El me abandonó y me sentí en una situación complicada. Ya tenemos tres niños y por eso decidí interrumpir el embarazo. Sí iba con miedo porque se vieron muchos casos feos, pero me explicaron muy bien. Primero mucha gente me juzgaba, pero después me sentí libre de poder tomar por primera vez mi propia decisión. Yo ya no podía traer más hijos al mundo”, se la escucha decir.
Pero del otro lado de la sala se entra a un mundo donde crece el perejil como un símbolo artístico de la precariedad invadiendo clandestinamente el cuerpo femenino, donde exponen Maricarmen de Lara, Ana Gallardo, Flavio Florencio, Hyuro, Lorena Wolffer, Mujeres Públicas, María Laura Rosa y Patricia Villaseñor. Se ven desde telenovelas que sacralizan la maternidad hasta instalaciones con medicamentos, agujas de tejer, bebidas o documentales sobre la criminalización de las mujeres que abortan en el interior profundo de ese enorme país latinoamericano, con sus propias fronteras de progreso e inquisición en el cuerpo de las mujeres. Allí se cuenta que mientras en la capital el aborto legal se convirtió en un modelo para la región, del 2009 al 2011, 679 mujeres han sido denunciadas por el delito de aborto.
Mientras que en la capital mexicana se derribaron prejuicios. La mayoría de las que abortan legal y gratuitamente son adultas, amas de casa y católicas. María Consuelo Mejía Piñero, directora de Católicas por el Derecho a Decidir de México, apunta: “Las mujeres católicas ejercen sus enseñanzas cada vez más alejadas de las jerarquías. Tienen derecho a tener un aborto aunque sean católicas”. Leticia Bonifaz, abogada y promotora de la despenalización del aborto en México, argumenta: “Uno de los mitos es que iban a ser adolescentes, y el 94 por ciento son adultas. Hay mujeres que ya tienen dos o tres hijos y no están en condiciones de que venga otro más. Es un gran logro que tengan un aborto higiénico y seguro. Toda persona tiene derecho a tener el número de hijos que quiera y en el tiempo que quiera, según dice la Constitución”.
¿Qué pasa con las diferencias regionales en México? ¿Cómo fue el blindaje para que no se extendiera la despenalización al resto del país?
Mejía Piñero: Hubo una alianza de la jerarquía católica conservadora con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ambos necesitados de ganar legitimidad después de que la Corte Suprema de Justicia decretara la constitucionalidad de la ley del aborto en el Distrito Federal. Fue una medida para obstaculizar que pasara lo mismo en cualquier otro estado de la república. Se ha promovido la criminalización de las mujeres que recurren a un aborto en condiciones de restricción legal y se ha creado temor. Pero también se ha generado mucho movimiento social contra estas medidas.
¿No les quedó un sabor amargo en relación con que la despenalización en un solo lugar puede traer efectos negativos en el resto del país?
Bonifaz: Si vamos a los números fríos, hay 104.000 mujeres que han decidido libremente interrumpir el embarazo en el Distrito Federal. Y, desgraciadamente, las mujeres que han estado presas son dos decenas máximo y están acompañadas por grupos feministas. Pero había que ir por la despenalización. En el Distrito Federal y sus alrededores hay 20 millones de personas, no es cualquier cosa. Cada cual tiene su trinchera, no por temor a lo que pudiera pasar íbamos a frenar lo que pudimos lograr.
Hasta el 22 de este mes. De lunes a sábados, de 10 a 21, y domingos de 12 a 21. Centro Cultural Borges. Viamonte 525.
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