Viernes, 9 de mayo de 2014 | Hoy
VIOLENCIAS
La nueva ola de sobreexposición del tema bullying (matoneo, intimidación, acoso) por parte de los medios y las redes sociales provoca un repliegue en docentes, padres, madres y estructuras educativas que, lejos de fomentar un debate, se acusan unos a otras. Los especialistas coinciden en que la falta de comunicación entre adultos responsables y el constante e inadecuado tratamiento de la noticia dejan más expuestos a los chicos y chicas. Hay una nueva ley contra el acoso escolar y una reciente resolución del Consejo Federal de Educación, que si bien intentan dar un marco de solución que destierre el temor y brinde protección y apoyo a los afectados, son poco difundidas y bastante resistidas en los ámbitos escolares. Porque el acoso forma una cadena de violencia donde las y los hostigadores antes fueron acosados e ignorados.
Por Noemí Ciollaro
Guillermina y Nicole, de 14 y 12 años, estaban en la puerta de la escuela estatal N° 26 Carlos Pellegrini, en Pilar, cuando una compañera las atacó a golpes de puño y tirones de pelo, derribándolas y pateándolas en el piso, mientras les gritaba “chetas”. Entre tanto, sus compañeras miraban la escena impávidas y otra filmaba todo con su celular. Poco después, las imágenes de las adolescentes agredidas fueron subidas a Facebook.
Unos días más tarde, Nicole fue nuevamente atacada en el mismo lugar y ya no quiso concurrir más a la escuela ni salir de su casa. La segunda agresión también pudo verse en Facebook y fue difundida por todos los medios masivos de comunicación.
Idéntica situación padeció el año pasado Alondra, de 14, quien sufrió golpes, cortes en la cara y piedrazos de parte de once compañeras a la salida de la Escuela Media 6, de Calchaquí al 1800, en Quilmes. Las imágenes de la golpiza y la cara de la chica desfigurada por ser “linda” circularon ampliamente en Facebook y fueron repetidas incansablemente en los medios.
Si bien esos casos no resonaron mediáticamente, el tema bullying viene haciendo eco en los noticieros y estalló a partir del domingo 27 de abril, cuando se evaluó mal que la muerte de Naira Ayelén Cofreces, de 17 años, después de que un grupo de chicas la atacara a la salida de la Escuela Media N° 5 de Junín, se trataba de un caso de acoso escolar. Las hermanas Anabela y María Rosa Medero, ajenas a ese ámbito escolar, están procesadas por “homicidio doblemente calificado por la participación de una menor de edad y por concurso premeditado de dos o más personas”. Tres días más tarde, en la Escuela N° 25 de Hudson, Kiara, de 8 años, fue fuertemente golpeada por algunos de sus compañeros de grado y terminó internada con traumatismo de cráneo, constituyendo otro caso más que suma morbo con las imágenes de víctimas y acusados, pero no aporta a un debate que implique pensar herramientas de prevención y cuidado para un fenómeno que se visibiliza a pasos agigantados.
Cuando los padres de las afectadas realizaron las denuncias y plantearon la situación en las escuelas, la respuesta que recibieron de parte de las autoridades fue que se hicieron las actuaciones correspondientes y “todo lo humanamente posible” para resolver los problemas. Pero la mayoría de las agredidas no quiere volver a las aulas y finalmente se mudan de colegio, dejando la pelota de la violencia rebotando en esos ámbitos. No son casos aislados y no son respuestas aisladas: sólo es necesario entrar en las redes sociales para corroborarlo.
“Ahora este fenómeno de acoso escolar o bullying se ha vuelto visible y extenso porque en este tipo de sociedad de consumo todo se ha hecho visible, para mejor y para peor, y más extenso porque las redes de comunicación hacen que un chico pueda ser acosado tanto en la escuela como en Facebook, entonces el daño que se le hace a una nena en el aula por decirle que es una ‘gorda’ ocurre dentro de un pequeño universo, pero cuando se sube a Facebook de golpe la metrópolis se transforma en una ciudad muy chiquitita que produce una encerrona de la que no se sabe por dónde escapar, porque todo el mundo se entera en las redes; es el famoso ciberbullying”, explica a Las12, el psicoanalista especialista en niñez y adolescencia Jorge Volnovich.
El anteaño pasado, la Cámara de Diputados de la Nación convirtió en ley un proyecto dirigido a prevenir y evitar la violencia que implica el acoso escolar o bullying en las escuelas. La norma, según su autora, la diputada nacional Mara Brawer, “no se enfoca en el individuo como víctima o victimario, de donde proviene la imagen individualista de bullying, sino que pone el acento en el contexto en que se dan las interacciones”, porque “cuando se generan situaciones de violencia en una escuela, los conflictos no son sólo de un alumno o alumna, a quien se suele catalogar como el ‘chico/aproblema’, ni responsabilidad de un solo docente, sino de todos los miembros de esa comunidad educativa”.
Esta ley –que se aprobó con el consenso de todos los bloques en el Congreso de la Nación– apunta a la prevención de la violencia desde la creación de órganos de participación en todos los niveles del sistema educativo, donde padres, madres, docentes y alumnos/as puedan pensar la convivencia, contar lo que les pasa, trabajar en conjunto en la solución de los problemas. Además, cada escuela elaborará su acuerdo de convivencia, reforzando el camino ya iniciado desde el Ministerio de Educación de la Nación para la escuela secundaria. “La norma establece el valor pedagógico de las sanciones para que los alumnos y alumnas vayan haciéndose responsables progresivamente de sus actos, quedando expresamente prohibidas las sanciones que atenten contra su permanencia en el sistema educativo. La escuela y la tarea de todos los docentes es en sí misma una apuesta al lazo social. Por eso debemos centrarnos en la construcción cotidiana de una cultura democrática donde estén todas las voces, se respeten los derechos y se asuman las diferentes responsabilidades que a cada rol le corresponden”, puntualizó Brawer.
Lejos de aquellos días donde la tele se encendía para ver al Capitán Piluso a la hora de tomar la leche y después ir a jugar en la vereda, hoy chicos/as y adolescentes pasan gran parte de su tiempo pegados a la computadora e interactuando con el mundo y sus habitantes a través de las redes sociales, modalidad que, por cierto, ha incidido formidablemente en la realidad.
“Las familias, la escuela, la asistencia social ya no pueden producir políticas consistentes porque estos pibes ahora son producidos por la industria cultural; hoy Shrek y Monster Inc a los chicos les mueven más vocaciones que cualquier prócer familiar. Por eso adjudicarles a los chicos, a los padres y madres o a la escuela la responsabilidad única del bullying no es justo porque es no ver lo que ocurre con estos niños y niñas que han cambiado su configuración. Sus cuerpos ya no son más suyos sino los que aparecen en Facebook, que a su vez está en la escuela; cuerpos que muchas veces son acosados, castigados, cuando les dicen ‘gay’ o ‘negro’ y se ve y se lee en Facebook, es al niño o niña lo que todos ven ahí”, afirma Volnovich.
Los motivos de las agresiones pueden ser la belleza, la inteligencia, el color de la piel, la estatura, la timidez, el lugar en que se vive, la nacionalidad e infinidad de valoresdisvalores según cada caso puntual.
“Alondra o Naira no fueron atacadas por lindas como decían los medios, sino porque representan la belleza y eso en la sociedad actual es el poder y el goce, el bello tiene todo el poder. ¿Quién dice eso?, los medios de comunicación, dicen todo el día lo que es belleza y antibelleza, y lo que se ataca en ese caso es ese poder, es un ataque de impotencia ante aquellos que se creen que pueden tener todo el poder porque la belleza es uno de los emblemas del poder en esta sociedad. Después está el ataque discriminativo, gay, boliviano, negra, puta, gato, etcétera que se han multiplicado; hoy entre los discriminados/as hay discriminación, no son lo mismo todos los villeros, los hay de diferentes categorías y entre ellos mismos se discriminan. Cuanto más fragmentado está el nivel de discriminación, mayor es el acoso y el hostigamiento, y esto se da en las barras de fútbol, en las bandas de música. Es la violencia subjetiva y tiene que ver con territorios donde se van agarrando todos contra todos o todos contra uno”, explica el psicoanalista.
Ante casos de acoso escolar resulta muy difícil o casi imposible acceder a los afectados/as, a los y las docentes de la escuela involucrada, al distrito escolar y a veces hasta a los propios padres y madres. Mientras esto ocurre, los medios masivos, especialmente la televisión, reproducen hasta la saturación imágenes tomadas de videos filmados y subidos a Facebook. No es extraño tampoco escuchar discursos vinculados a la demanda de mayor seguridad, a bajar la edad de imputabilidad de los menores y poner más cámaras en baños, aulas, patios, etc. La pregunta es, ¿algo de esto podría resolver el tema?
Consultado sobre los alcances y la posibilidad de éxito de la ley contra el acoso, Volnovich afirma: “A mí la convivencia me parecen bien si se exponen y discuten los conflictos el tiempo que sea necesario, es un tema muy importante y no podés estar discutiendo eso y si toca la campana se termina la charla de convivencia. Tiene que haber otra tolerancia, se sigue con o sin campana hasta que se agote, y no la tolerancia de nos damos un beso y nos vamos, se cortó el conflicto porque sonó la campana. También se sugiere que los chicos trabajen con los chicos porque de lo contrario no hablan, y lo mismo pasa con los docentes, las autoridades y los padres, no hablan, no se sinceran. Tiene que haber una cierta transversalidad dentro de la institución escolar, si nos juntamos para hacer una fiestita, también hay que juntarse para abordar los temas del poder, la violencia, la discriminación. Los grupos de convivencia son una buena idea siempre y cuando no se pretenda que sean grupos pacíficos, son grupos de palabra y de conflicto donde las personas hasta se puedan pelear. Y eso no quiere decir nada, porque se pelean y después se amigan”.
¿Cuáles son las soluciones que habitualmente se han estado manejando ante este tipo de agresiones? El desconcierto es evidente, pasan desde la expulsión del acosador/a a la recomendación de las autoridades escolares de que las familias cambien de escuela al acosado/a. Más graves aún son los casos en los que se psiquiatriza y se medica al agresor/a para desactivarlo/a, o se sataniza a su familia para descargar en ella toda la responsabilidad.
“Esta ley –sostiene el especialista– como algunas otras que se han hecho últimamente en la Argentina rompen un poco un cierto paradigma de usos y costumbres; éstas son más leyes programáticas, utópicas, como la ley de radicación de la violencia a la mujer o la de protección de los niños, son leyes a las cuales hay que tender, pueden tener defectos pero son utopías muy importantes en este momento de este país y de Latinoamérica. Porque son leyes de esperanza para algo y no exclusivamente basadas en conceptos de seguridad, de represión y de castigo. Por eso las veo con buenos ojos. Pero hace falta que los equipos que trabajen en esto hablen del tema, no sólo del bullying y que no tengan miedo de ser sancionados o sumariados por hablar. Mucha gente critica esta ley y la consideran muy amplia y light, pone todo en la comunidad educativa y no habla específicamente del bullying, dicen. Pero yo me pregunto ¿qué quieren, mandarlos a Siberia, bajar la edad de imputabilidad? Ya hay equipos especializados en la ciudad de Buenos Aires, en algunas provincias y en varios países, pero tiene que ser un trabajo permanente. El tema del bullying es más grave en las ciudades chicas. Son una encerrona, un pueblo chico, un barrio, lugares difíciles porque los chicos sienten que no tienen adónde ir, es como en la cárcel, no hay escapatoria y las soluciones a las que acuden van desde la agresión hasta el suicidio, como ha pasado en Río Cuarto. Yo creo que esto es lo que nos dejó y nos promete el neoliberalismo, la libertad para lo peor, es la insensibilidad hacia el otro que es torturante y cruel. Para trabajar en esto también hay que tener un cacho de ternura verdadera, una ética de la ternura que te dé la sensibilidad de poder percibir lo que está sufriendo el otro, a pesar de que muchas veces no hay rastros físicos de ese sufrimiento, porque los hostigamientos son palabras dichas, escritas”, concluyó.
Por su parte, el profesor y sociólogo Damián A. Melcer, consultado por Las12, cuestiona aspectos de la nueva ley, “en primer lugar, cabe la pregunta sobre qué pasó con la implementación, desde 2005, del Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas impulsado desde el Ministerio de Educación Nacional, que entre sus objetivos se propone brindar herramientas a los docentes para que intervengan en situaciones de conflicto en el ámbito escolar. A esto se suman tres aspectos fundamentales: la degradación del docente como profesional, un salario insuficiente y la degradación del saber docente a través de la quita de contenidos curriculares que cuenta con la aprobación del Consejo Federal de Educación, que establece una reforma que en Capital Federal implica eliminar alrededor de 140 orientaciones pedagógicas y formativas, o sea que los docentes pierden sus materias y los alumnos ven recortadas sus posibilidades de elección”.
–La nueva escuela secundaria, según los lineamientos del Consejo Federal, pretende que el docente enseñe a “aprender a aprender” y a que los jóvenes puedan “vivir juntos”. Estos son los objetivos trazados para el desarrollo de la formación docente. Se elimina el desarrollo del conocimiento de una disciplina por un “aprendizaje” diluido en el tiempo, que instala una educación básica y postítulos, para especializarse, actualmente pagos. Se pretende que se enseñe a vivir juntos, eso no requiere de un saber específico. La ley coloca a la escuela como institución de contención social donde el rector es la única instancia de decisión sobre los estudiantes. La nueva ley se enmarca en una tendencia mundial que orienta a las instituciones educativas a gestionar la crisis social.
Por su parte, la titular de Ctera (Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina), Stella Maldonado, consideró que “el acoso escolar es sólo uno de los temas que toma la ley y que requiere un tratamiento específico a cargo no sólo del colectivo docente sino también intervenciones de equipos interdisciplinarios por su alto grado de complejidad”.
–Ninguno de los temas que denomina bien la ley como “conflictividad social en las instituciones educativas” se puede resolver a través de una norma legal, pero sí es verdad que el enfoque integral, institucional y preventivo que propone la ley aporta una mirada que puede orientar los dispositivos que se diseñen en las escuelas para abordar estas situaciones. Por otra parte, es muy importante que se pueda identificar la multicausalidad de este fenómeno para no caer en simplificaciones culpabilizantes, tanto de los niños y adolescentes, como de los docentes, sin perder de vista la responsabilidad de cuidado que todos los adultos, no sólo los docentes, tenemos sobre niños/as que tenemos a cargo durante el horario escolar. Una escucha atenta y respetuosa, intervenciones certeras y a tiempo pueden prevenir problemas. Es fundamental contar con tiempos y espacios pagos para diseñar los dispositivos institucionales de situaciones colectivas y tomar acuerdos que den seguridad en los modos de intervención, complementando con fuertes articulaciones con Salud, Desarrollo Social y Justicia en los casos de mayor gravedad y un imprescindible acompañamiento de las autoridades educativas. En suma, pedagogía de la presencia y recuperación de la autoridad pedagógica construida desde el conocimiento y la democratización de la vida escolar.
Finalmente, la titular de la Ctera subrayó que el Consejo Federal de Educación ha dado a conocer hace pocos días una “resolución, la N° 217/ 14, dirigida a las escuelas con interesantes orientaciones para abordar con más complejidad y soporte teórico y práctico estas situaciones”.
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