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Viernes, 11 de julio de 2014

MONDO FISHION

El equilibrio de oro

 Por Victoria Lescano

Una plomada como fetiche y complemento de un par de zapatos ilustra el ardid que desde mediados de junio replican todas las tiendas Salvatore Ferragamo, pero también aluden a Equilibrium, la muestra sobre los clásicos de la exquisita factoría italiana.

Inaugurada en el Museo Ferrragamo de Florencia y en el contexto de las celebraciones de moda de esa ciudad como correlato de la feria Pitti. En su amplio recorrido por el archivo zapatero del Museo, contiguo al Palazzo Spini Feroni (donde asoman sus célebres plataformas multicolores y sus sandalias Invisible) junto a insólitas representaciones de los pies en la historia del arte, la muestra parece llevar al extremo una de las máximas del zapatero que trazó sus primeros pares para que sus hermanas menores dejasen de andar descalzas, no por excéntricas sino por la ausencia de calzado debido a la extrema pobreza del hogar de su infancia. De aprendiz de remendón a erigirse en el diseñador favorito de los estudios de Hollywood, en su autobiografía Shoemaker of Dreams Salvatore señaló: “Mis clientes me decían que cuando usaban mis zapatos podían caminar sin sufrir y que eran más felices. Considero que, antes que el diseño y el estilo, fue la comodidad del pie lo que me ayudó a construir mi fortuna”. Curada por la experta Stefania Ricci, el recorrido se inicia en una habitación consagrada a las investigaciones de Salvatore Ferragamo, sus patentes, la disposición de moldes de yeso anatómicos y de los modelos que creó en su búsqueda para buscar la medida perfecta, así como también un retrato del creador rodeado de hormas de madera construidas desde 1920 tanto para los pies de las actrices Bette Davis, Marlene Dietrich, Greta Garbo, Ava Gardner, Rita Hayworth, Audrey Hepburn, Katharine Hepburn, Marilyn Monroe, Sofia Loren, Carmen Miranda, la duquesa de Acosta y la duquesa de Windsor, a las nuevas generaciones de usuarias representadas por Madonna y Frida Pinto. Continúa con un remix de huellas del hombre primitivo y su contracara, el arribo del hombre a la Luna y entre unas y otras una secuencia de fotografías de Edwaeard Muybridge, el pionero de retratos que reflejaron el movimiento (de planos de los primeros pasos de un niño, a atletas en acción, bailarines y animales). Una secuencia de obras de arte remite a las esculturas de Auguste Rodin, L’homme qui marche y también Étude pour le Saint Jean-Baptiste (que representa al profeta caminando por el desierto), así como también junto a antiguas esculturas romanas se exhiben ensayos de anatomía que datan de los siglos dieciséis y diecisiete y también una edición de la Divina Comedia, ilustrada con grabados de Sandro Botticelli.

Otro apartado celebra tanto a artistas de circo, como acróbatas y equilibristas a través de obras de Pablo Picasso, Gino Severini, Paul Klee, Fernand Léger, Wassily Kandinsky, Marino Marini, Georges Rouault, Giulio Paolin y Alexander Calder.

Desde un microcine dispuesto en la séptima sala, se exhibe un video dirigido por Francesco Fei, donde Wanda Ferragamo, quien fuera la esposa del zapatero, se refiere a su obra; en el film emergen los testimonios del alpinista Reinhold Messner, el equilibrista Philippe Petit, el escritor Will Self, el arquitecto Cecil Balmond, y la bailarina clásica Eleonora Abbagnato: acorde con la temática de la muestra el eje de sus relatos fue la importancia del equilibrio y el uso de los pies en sus labores.

Videos complementarios aluden a cruces e hitos con la danza: del rescate de las enseñanzas de Moshe Feldenkrais, quien fundó una disciplina en base a sus conocimientos como ingeniero y físico y profesor de artes marciales. Mientras que una obra del pionero del videoarte, Bill Viola, llamada Inner Passage (2013), alude al artista británico Richard Long y sus recorridos por desiertos y paisajes, quien traza piezas de arte con hallazgos de piedras, tierra y pedazos de madera.

Otro hito del arte contemporáneo remite a la obra de Marina Abramovic The lover, The Great Wall Walk, donde se ve reflejada su caminata junto a Ullay.

Es vox populi que el baile fue uno de los temas de desvelo en los zapatos de Salvatore: cuando en 1950 ideó una nueva suela la aplicó a zapatillas de ballet, tacones, botines y zapatos para niños y en 1957 presentó su patente para zapatos de baile. El listado de las bailarinas que recurrieron a su oficio admite a Katherine Dunham, Alicia Markova, Anna Pavlova, Colette Marchand y Agnes de Mille. Sin duda, su versión del zapato de baile fue extravagante: en negro satinado con la punta recubierta de piel de cabra, mientras que la suela y el forro se realizaron en rojo intenso; así como uno de sus modelos de zapatilla de ballerina más popular se llamó Etoile, tuvo un pequeño arco decorativo y en la muestra fue celebrado en diez colores que dialogan con “Dancing Maenads”, un relieve clásico de la danza. Uno de los gags de la muestra remite a la puesta de los zapatos rojos de Marilyn Monroe llamados Viatica y replicados en cuero rojo y pendiendo desde hilos; se trata del modelo que ella usó en el film de Hitchcock Niágara, y que como recurso para deslizar sus caderas con mayor equilibrio solía llevar un taco más bajo que otro.

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