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Amiguetes, la cosa está que arde. Y cuando arde no vale llamar a los/les/las bomberas/es/os, mejor dejarse arder y que el alivio llegue de las propias entrañas, que siempre hay jugos dispuestos a avivar los mejores fuegos, digo juegos. La trasnoche es larga y la vida corta, y si a esa hora abundan los pastores que me miren la bunda y si quieren me ofrezco para que le hundan la consigna que redunda cuando la patria grande está herida en el siete, digo de siete. Siete goles que festejar no se puede, aunque la celeste y blanca se la banca y al podio vamos y no nos conformamos. ¿Cómo superar este trance? Fácil, tírese usted un lance y juéguese un picadito o pique aquí y pique acullá, bueno, bonito y variado, tanto en el fuego como en las bomberas, tanto en el valle como en las mangueras. ¿Que no entiende de qué le hablo? Amigüis, no siempre hay que entender, mejor es actuar o dejar que otres actúen. Mejor que entender es hacer o dejarse hacer. Mejor dedicarse a fifar que llenarle las arcas a la Fifa. Mejor leer estos consejos que reproducirse como conejos, pues éste puede ser también su gusto, pero entonces está leyendo la página equivocada. Veamos:

1. Es tan lindo dar como recibir. Tesoros, adorables, sed flexibles y entréguense que la época de las/les/los/lus opuestus ha acabado y a juzgar por los sonidos del final ha sido con no poco gozo. Habrá quien da y habrá quien reciba, pero eso será sólo hasta la próxima vez. Así que no se afiance pero relaje y no haga cuentas en vano sobre la eficacia de sus dones o haberes, que no hay nada más ardiente que el error ni nada más aburrido que la exacta puntería.

2. Si no entra, salga. Ya sabemos de sobra quienes alentamos a la celeste y blanca que no siempre se da, que no se puede, que llega pero que no, que con el abdominal se sueña pero no se coge, digo se come. Así que si la oda al error se la soba no sea boba y haga como una servidora: ¡salga de ahí! Que la aventura es siempre de las merodeadoras (ores/oris/orus).

3. En la punta o en la cola, que siga girando la bola. Sí a la competencia, mas es suficiente ya de contienda. Sí al balón, no al pelotón. Sí a la vida, no a que se la midan. Sí al arnés, a ver cuándo la ponés. Sí a la pija, también si está fija. La cosa es que siga rodando y placeres convidando.

4. Ya que esto se termina, ¡sáquese a papá de encima! Sííííí, llegó el momento, el tan ansiado momento de que se deje de escuchar ese canto espantoso que no para de mentar al padre. Me la seca, se los digo, y miren que es difícil, eh. Pero todo concluye al fin y con el Mundial el cantito y con el cantito la invocación y si quieren mi recomendación: ¡A llorar a la iglesia! (o si gusta, con su pai).

Amigues, no sé si volveré. Pero si así no lo hiciera, Pocho y Messi me lo demanden y el Fideo, por favor, que me sirva la cena.