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Pocas veces un disco debut alumbra la certeza de develar a una artista que estará vigente por mucho tiempo. Curandera, el primer disco de la cantante rosarina Evelina Sanzo y su grupo The Búhos, lo consigue. Letras mordaces, ritmos variados, una voz memorable, hacen que su propuesta sea tan novedosa como perdurable. Y dejan al descubierto una gran personalidad. Las once canciones del disco son de ella, y además bien distintas, porque pasea por los ritmos como si fueran distintos pisos en los que apoyarse. Hizo una especie de collage rítmico, y así lo muestra en el arte de tapa, diseñada también por ella. Algo de reggae, funk, bossa nova, candombe y hasta un tango, llamado “530”. Al estilo más identificado con el machismo le puso una letra disruptiva: “¿Quién te pensás que sos para venir a decirme la mina que soy? / ¿Quién te pensás que sos para fumarme tu ataque de estrella? / Mirate vos, mi amor, que andás buscando a tu madre entre piernas / y andás convidando a cualquiera que sea la primera que te haga el favor”, dice la letra de ese tango escrito por Evelina, en el que también le recomienda a su destinatario “y espero que encuentres alguna que no sea tan segura / que aguante tus dudas, tus besos de Judas / y te aguante a vos”.

Ese tango, justamente, fue elegido por Lisandro Aristimuño para su compilado Música sin fines de lucro. Evelina agradece a su arreglador y productor, Hernán Flores, que haya confiado en ella. Y cómo no hacerlo, si compone en varios estilos, toca la guitarra, hace las programaciones y canta como si en eso se le fuera la vida. Ella valora la “autenticidad” y confiesa su admiración por Liliana Felipe, Chavela Vargas y Gabo Ferro, por su manera de “decir”. También se define como feminista, sin pruritos.

Mientras tanto pasea su eclecticismo: hizo jazz, steady rock, cantó en la Orquesta Escuela de Tango de Rosario, y ahora anda mostrando su Curandera, un proyecto que se editó en coproducción con la Editorial Municipal de Rosario, con apoyo del Espacio Santafesino. En los dos casos fue el proyecto ganador de concursos convocados a tal fin. Algunos de los temas pueden escucharse en https://soundcloud.com/eve lina-sanzo-the-b-hos.

Evelina brilla con su humor. “Debo estar haciendo algo mal, lo estoy sintiendo, ya no me puedo conectar ni a Internet. / No me anda el enlace, se me ‘enriedan’ todos los cables, no quiero más llamar a Telecom / para que digitalice mi corazón. / No tengo paz, no estoy en red, no tengo wi fi”, canta en ritmo de canción francesa.

Acompañada por Alvaro Manzanero en batería, Walter Pinto Galván en percusión, Agustín Mattaruco en guitarra eléctrica y Hernán Flores en bajo, Evelina pone la voz, la guitarra y las secuencias de este disco que convocó como invitados a varios de los músicos (y una música, Florencia Croci) que agitan la escena rosarina, siempre en ebullición.

Cuando Evelina canta “Mala bicha”, habla de una mujer a la que le cortó los víveres: “Ella, totalmente fabulera, mentirosa, chamuyera, con ponzoña de escorpión”, en un ritmo que se queda durante días en la cabeza. “Mala bicha, traicionera, alimaña, embustera, te enredaste con tu lengua, y con mi adiós se te agrandó la pena”, repite el estribillo de este gypsy jazz.

La condición de Curandera del título no está destinada a una persona, ni a ella misma, sino a la música, que esta joven veinteañera descubrió de niña. En ritmo de funk rock, elige decir: “Yo no soy curandera / yo no soy de algodón / no soy Madre Teresa / no tengo vocación. Yo no limpio la tierra / que quedó en tu colchón / yo no sé coser, no seco más / no doy de comer a nadie más que a mí / a nadie más”. Por supuesto que su propuesta incluye “y que digan lo que quieran”. Después de escuchar el disco, queda la sensación de que habrá mucho más para decir de Evelina Sanzo.