Viernes, 16 de enero de 2015 | Hoy
INCóRPORE
“Fue una especie de corrida contra el tampón”, declaró el secretario de Comercio, Augusto Costa, y los medios y redes sociales estallaron de indignación, risas y burlas. La historiadora e investigadora del Conicet, Karina Felitti, analiza: “La situación se comparó con lo sucedido en Venezuela en 2013 cuando escasearon las toallas sanitarias y los tampones. Algunos diarios citaron la ‘insólita propuesta’ del presidente Nicolás Maduro, quien había promocionado las toallas sanitarias de tela. Al mismo tiempo, se difundía otra alternativa: la copa menstrual fabricada en la Argentina. El hecho sirvió para poner en discusión un tema que sigue siendo tabú. Sobre la menstruación no se habla. Una mujer que menstrúa ‘está indispuesta’. La feminista estadounidense Gloria Steinem se preguntaba a fines de los ’70 qué pasaría si los hombres menstruaran. Su respuesta era contundente: si esto sucediera, la menstruación pasaría a ser un evento envidiable; ellos presumirían sobre cantidad de sangre eliminada y la duración del sangrado y los suministros sanitarios serían financiados por el gobierno y repartidos gratuitamente. Si los hombres menstruaran, ¿los tampones no habrían escaseado? Probablemente”.
Por su parte, la psicóloga Eugenia Tarzibachi y becaria del Conicet subraya: “En 2012 ante un faltante de stock semejante ocurrido en Canadá, la marca O.B. de Johnson & Johnson respondió con la campaña Triple Sorry que se viralizó en las redes sociales a partir de su responsabilización de la compañía por ese faltante. Nada de eso ocurrió ante una situación semejante en un año electoral en Argentina. Mientras que, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, en Argentina el uso actual del tampón para gestionar las menstruaciones sigue siendo predominantemente estacional”.
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