Uno de sus discos recientes se llama En desmesura, nombre que podría teñir toda su obra, porque desmesura es lo que a Luciana Jury le sobra. Desmesura de una voz que se desgarra, que es capaz de imprimir en sus interpretaciones un brillo oscuro a veces, o felizmente violento en otras. Esta mujer, dueña de un estilo que se aparta decididamente de los cánones actuales –sobre todo el del canto aniñado o ingenuo tan de moda, o del de otras voces iguales de obedientes, apegadas a un registro clásico y virtuoso–, es capaz de producir una diferencia vivificante dentro del panorama de músicas argentinas. Será por eso que Gabo Ferro encontró en ella una compañera ideal para beber juntos El veneno de los milagros, su doceavo disco. Una obra que, por supuesto, ahora es de lxs dos. Se trata de once canciones (una de ellas incluida por Carlos Saura en Zonda, su último film) que abrevan del folklore, del rock y de la música popular y que despuntan, entre otras cosas, la más alta lírica de Ferro, una suerte de artista y chamán siempre dispuesto a transformar el veneno en medicina. En ellas, una seguidilla de versos conmovedores exalta una valoración trascendente de la existencia y atisba definiciones allí donde la vida ordinaria, antipoética, sólo ofrece confusión. “La libertad no es un río, es el agua en su caudal”, dice en “Estamos, estarás”, segundo tema del disco donde el autor expresa generosos deseos como “Quiero ser lo que he reído, no sólo lo que sufrí”. Se podría decir que su poesía además de elevada es profundamente queer (o lo queer es elevado cuando se lo limpia del gesto snob que a Ferro le resbala), ya que en sus letras se celebran abstracciones tan revolucionarias como la ambigüedad. En su canción “Cómo”, por ejemplo, dice: “Adonde voy no me sirve la claridad del camino/ Quiero la niebla y la bruma que me llevan como a un niño”. Versos después, el autor se reclama a sí mismo justicia y equilibrio frente al oasis de la felicidad personal: “¿Cómo celebrar cuando otro perdió lo que ganamos?”. Su voz, igual de visceral que la de su compañera en el disco, se quiebra, falsea, fuerza la interpretación hasta ajustar el sentido de la palabra dicha con el de la nota encontrada. Como en toda su obra, en El veneno de los milagros se tiene la clara sensación de que letra y música han sido concebidas de la misma matriz, que ninguna de las dos es mera excusa para la expresión de la otra o que busca imponerse sobre el conjunto. Lo mismo sucede con las interpretaciones, ambxs cantantes parecen haber encontrado en estas composiciones, justo, justo, lo que necesitaban decir. “¿Se ha caminado tanto para esto?/ ¿Para ver un paisaje deshonesto?/ ¡Verdad, verdad, verdad!/ Mirar o ver... ¿mirar y ver?/ A quién suelta su lengua y su veneno porque no entiende/ que la libertad no es ocupar el sitio que te hicieron/ una trampa para seguir el juego/ Fundate tu país donde algún viento te sople/ porque es ahí donde ya estás/ ¿Hemos llorado tanto para esto?/ ¿Para que se complazca el ojo ajeno?/ (...) ¿Hemos cantado tanto para esto? ¿Para que se cante sin su riesgo? / ¡Cantar, cantar, cantar, cantar, cantar!”, reza la furiosa elegía rioplatense “Mirar o ver”, que es también canción de protesta de los años que corren. Este es el último tema de El veneno... y en él las voces de Jury y Ferro alcanzan su mayor punto de intensidad. Para la grabación del álbum, cuenta Gabo (autor de todas las letras y las músicas del disco), ambxs se encerraron juntos una semana en una casa fuera de la ciudad y de ese encuentro salió este maravilloso disco producido por él, editado por Oui oui Records y presentado por primera vez el pasado diciembre en un show que agotó entradas inmediatamente. Por suerte, este verano el Konex los traerá de vuelta a la ciudad como ellxs se merecen: iluminadxs por la luz de las estrellas. Jury y Ferro se presentan en Parador Konex el viernes 20 de febrero a las 20 hs. Sarmiento 3131, tel.: 4864-3200. Entradas en venta.