Viernes, 17 de abril de 2015 | Hoy
EL MEGáFONO
Abuso Sexual Infantil. Un problema. ¿De quién? La respuesta más urgente que nos damos es: de los tantísimos niños y niñas que están siendo sometidxs a este flagelo, sufriendo un daño comparable a la tortura y, por lo general, en sus propias casas.
Sigo pensando en quiénes debemos hacernos cargo de su cuidado, atención, búsqueda de justicia y reparación: ¿el Estado, jueces y fiscales, psicólogxs, maestrxs, organizaciones sociales, familiares? ¿Todxs?
La responsabilidad no es la misma, de acuerdo con el saco que nos toque, pero si pertenecemos al mundo de lxs adultxs y debemos hacernos cargo. El patriarcado avala las muchísimas desigualdades de poder porque nos ofrece a las mujeres como objetos posibles de ser usados o desechados (como lo hace cada 30 horas un femicida) y les quita a lxs niñxs la palabra, la voluntad y el derecho pleno.
Por perpetuar la existencia de las más oscuras redes de pedofilia, como de trata de personas, por operarios de la Justicia que castigan a las madres por romper el silencio, por patear el tablero de la institución familia y cuestionar al padre, incluso, llegando a alejarlas de sus hijxs y condenando a las víctimas a permanecer con sus agresores que, en la mayoría de los casos, es el mismo progenitor. Psicólogxs no formadxs, abogadxs sin compromiso, comisarías y fiscalías desbordadas y sin la más mínima perspectiva de género. En este panorama el delito sexual se convierte en impronunciable, arrastrando a las víctimas a convivir con el silencio más oscuro y una bandeja servida para la impunidad de los violadores.
En esta repartija, cuando se está del lado de mamá de una víctima de abuso sexual, con el alma rota y el juicio sobre sus pasos, se reconoce crudamente la falta de acción de todos lxs demás actorxs de la cadena. Por lo cual no hay otra forma de sobrellevar la situación que no sea con otrxs, buscando profesionales que acompañen, que son pocos pero hay. Necesitamos encontrarnos para escuchar palabras comprensivas, el aliento para seguir sin enloquecer, para inventar estrategias que ayuden al cuidado de nuestra cría herida, para exigir que se hagan cargo quienes deben crear políticas públicas, destinar el presupuesto acorde para el funcionamiento de las comisarías y fiscalías con personal que aloje y no revictimice. Lograr la imprescripibilidad del delito, como lo es el daño. Es un compromiso de lucha que debieran asumir todas las organizaciones que denuncian al patriarcado y sus expresiones de violencia: organismos de derechos humanos, partidos políticos y el inmenso y maravilloso movimiento de mujeres.
Mientras tardamos en generar los dispositivos de cambio en nuestra Argentina democrática que grita nunca más sigue existiendo la tortura. Las víctimas son miles de niños y niñas.
* Arteterapeuta, militante feminista, cocreadora del manual para docentes “ASI no” e integrante de la agrupación de mujeres Mundanas.
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