Viernes, 23 de enero de 2004 | Hoy
CINE
Susanne Bier es la nueva estrella del Dogma, aunque se suponía que este promocionado decálogo borraría el nombre de las/os cineastas y que sus obras serían anónimas. Exitosa directora de comedias “normales”, Bier ha ganado premios y el interés del público con Corazones abiertos, un drama no exento de humor, filmada cámara en mano, acerca de lo que puede suceder cuando la vida, imprevistamente, nos da vuelta como un guante.
Por Moira Soto
Juguetes del azar
Susanne Bier se aviene a su manera a las exigencias del Dogma para narrar una
creativa variante del tema del infortunio que marca un antes y un después
en las vidas de los que quedan con vida, afectados directa o indirectamente.
Ya el promulgador de las leyes dogmáticas Lars von Trier había
tratado un asunto con un punto de partida semejante en Contra viento y marea:
pareja enamorada, él sufre accidente que lo paraliza del cuello para
abajo, ella se desespera e intenta ayudarlo a toda costa. Pero ni Cecilie, la
chica que ve caer al hombre que ama atropellado por un auto cuando la está
saludando, tiene ningún parentesco con la inocente y mística Bess,
ni el Joachim de Corazones abiertos, aunque también prisionero de su
cuerpo por causa de la fatalidad, se parece al Jan de Contra viento..., si bien
uno y otro ya inmovilizados quieres alejar a sus respectivas mujeres.
Y ciertamente bien distintos son los antecedentes como cineastas de Lars von
Trier cuya Dogville aún está en la cartelera porteña
y de Susanne Bier, quien se denomina a sí misma en algún reportaje
y entre risas, reina de la comedia. Es que, cultivando ese género,
esta ex estudiante de arte y diseño en Jerusalén obtuvo gran suceso
con varias de sus comedias anteriores a Corazones..., una ristra de premios
y el favor del público (que también la apoyó masivamente
en esta última, pese al cambio de registro).
Según se anunció en las notas previas y desde luego se detalló
en las críticas, Corazones abiertos habla de lo que le puede pasar a
la gente ante una desgracia que trastorna, desordena, descompone sus más
o menos organizadas y previsibles vidas. La directora piensa con mucha razón
que no estamos en absoluto preparadas/os para que la desgracia nos asalte de
repente, a la vuelta de la esquina con un choque, al ir a buscar los estudios
médicos... Sin embargo, la vida suele ser desprolija y poco predecible:
el estúpido accidente que le ocurre a Joachim en la calle no es un hecho
excepcional. Corazones abiertos habla de esas vueltas del destino que nos dan
vuelta, de abismos que se abren súbitamente, de promesas que no se pueden
cumplir, de diferentes formas de amar, de las responsabilidades respecto de
la persona que se ama, que se deja de amar... Este film en el que la directora,
sobre la base de un ajustado guión, emplea inteligentemente la cámara
en mano y otras solicitudes del Dogma, está interpretado para actrices
y actores de la calidad de Sonja Richter (Cecilie), Nikolaj Lie Kaas (Joachim),
Mads Mikkelsen (Niels), Páprika Steen (Marie) y Stine Bjerregaard (Stine).
Humor y fatalismo con
espíritu judío
En la película de Bier, una espantosa desgracia deriva en una inesperada
historia de amor. Una chica, cocinera en un restaurante, se despide de su novio
que se va a la Patagonia. Ella teme por los riesgos que pueda correr él
al escalar, él la tranquiliza. Cecilie está al volante de su auto,
él parado afuera, inclinado sobre la ventanilla. De pronto, ruido seco
y desaparición de escena en un instante (desde la mirada de ella) del
tipo. Momento atroz de incertidumbre para la chica, los espectadores en la sala,una
mujer y su hija adolescente que van en el coche que nos vamos enterando
provocó la caída de Joachim que cuando por fin se lo ve
está tendido en el asfalto, su cabeza en un charco de sangre (¿una
de las licencias de Bier?). Marie, la mujer que conducía, resulta ser
la esposa de un médico que trabaja en el hospital al que llevan al herido.
La novia anonadada espera el diagnóstico, Marie confortada por su marido,
cuando reconoce que aceleró mientras discutía con su hija, le
pide a éste que se ocupe de Cecilie. Joachim, dicen los médicos,
ha quedado paralizado para siempre de la cabeza para abajo... Situaciones altamente
dramáticas, aligeradas por el humor que se cuela y apenas distanciadas
por la sobriedad de la interpretación y el estilo semidocumental, semicine
directo (¿alguna cinéfila tiene presente el cinéma-verite
francés de los 60?) característico del Dogma.
Creo que traté un tema muy universal, le comentó Susanne
Bier a Wendy Milchell. Mi film describe sucesos y estados mentales con
los que mucha gente del lado occidental del mundo se puede identificar: algo
inesperado y terrible ocurre, y tu vida cambia radicalmente. Creo que en alguna
medida, todos tenemos este miedo y esta ansiedad. El destino intervenía
también en mis otras películas, pero en un tono más cercano
a la comedia.
Confiesa Susanne que venía pensando desde hace bastante en probar con
el Dogma y que sabía que necesitaba la historia apropiada, porque no
cualquier argumento puede adecuarse, pero después de que escribí
Corazones... me di cuenta de que podía servir. Más aún,
que aplicar esas reglas podía sumar mucho a esta historia, al forzarme
a trabajar con determinados recursos. De todos modos, fue extraño porque
yo ya había desarrollado mis propias reglas de rodaje. Pero al mismo
tiempo fue liberador el no preocuparme por la escenografía, no estar
pendiente de las luces, dejar de controlarlo todo... El Dogma te pone en una
situación donde no podés darte el gusto de hacerlo todo a tu manera.
Eso es muy saludable y estimulante, la pasé realmente muy bien. Tenés
que usar todos los sentidos a fondo, el ojo es una herramienta porque no hay
iluminación y los actores se pueden mover en el espacio como quieran.
Sólo la exigencia de producir el sonido al mismo tiempo que la imagen
me pareció frustrante porque complica la fluidez del rodaje. Pero el
resto de las reglas te vuelven mucho más flexible y adaptable.
La realizadora trabajó el guión con el escritor Anders Thomas
Jensen (Mifune, Secretos de familia, dirigida por Soren Krash Jacobsen). Se
tomaron un cafecito, se miraron a los ojos y se preguntaron ¿por qué
no hacemos algo juntos? Y lo hicieron muy bien. Bier opina que él
es realmente un genio de la comedia. El proceso de laburo fue algo extraño:
ella actuaba sus propias ideas y después él escribía algo
diferente, siempre con un trasfondo de mutuos intereses. Mientras Jensen ponía
manos a la obra en el sótano de Bier, ella subía y le cocinaba
platos riquísimos y sorprendentes, como para escuchar elogios por el
estilo de esto es demasiado para mis sentidos. La idea la encontramos
entre los dos y es nuestro guión, aclara la cineasta. A ambos
nos atraía el tema de la fragilidad de la vida. Y yo particularmente,
siempre sentí que por ser judía, tenía la noción
de catástrofe absoluta como una posibilidad permanente. Anders también
tiene un poco este sentimiento, aunque no sé de dónde le viene:
es un danés de 30, sin motivaciones aparentes...
En Corazones abiertos, los personajes femeninos son los que llevan adelante
el relato, las que inician, avanzan, tratan de sincerar las relaciones con los
personajes masculinos (Joachim pertrechado en su humor negro y su rechazo, Niels
dejándose arrastrar por el pedido de su esposa Marie primero, por la
situación que genera Cecilie luego). La lograda naturalidad de las interpretaciones
hizo que muchos creyeran que se trataba de improvisaciones (algo parecido le
pasaba a John Cassavetes aunque dirigía sobre la base de un estricto
guión). Susanne Bier tiene problemas con ese método aplicado al
cine: Los actores tienden a hacer escenas imprecisas y aburridas así
que los hago improvisar durante el ensayo, dándoles la posibilidad de
que se tomen todo el tiempo que quieran, manteniendo el esqueleto de la escena.
En el rodaje, sólo se usa el guión. Pero los actores pueden hacer
sus propios aportes: cada mañana, por ejemplo, ellos traían las
ropas que pensaban que correspondían a sus personajes. Páprika
Steen decía que su personaje Marie era alguien que debía
tener flores todo el tiempo. Y todos los días llegaba al set cargando
ramos...
Probablemente, Bier haga otra del Dogma, siempre con la idea de que las reglas
están hechas para ser interpretadas, no para cumplirlas sumisamente.
Para mí lo distintivo de los films del Dogma es el sentido tan
fuerte de realidad que trasmiten, es casi una postura política. Pero
debo recordar que nadie confiaba en mi proyecto de Corazones... cuando empecé
a tratar de conseguir financiamiento, todos pensaban que iba a ser un film marginal
por su tema tan triste y problemático. Fue muy gratificante que después
funcionara tan bien, y que incluso el público se riera en algunas escenas.
Creo que todos mis films mezclan elementos de comedia y tragedia. Pero cuando
aparecen dilemas en tu camino es cuando las cosas se ponen realmente interesantes.
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