Viernes, 17 de julio de 2015 | Hoy
PLACERES
Desafiando el mandato cultural de que la cocina es el lugar de las mujeres, Gabriela Alonso se ubica entre ollas y filos por el placer de narrar las vidas que desde allí se alimentan sin estereotipos. Porque en el fuego del caldo se cuece no sólo la exquisitez que alivia los inviernos, sino el calor de las familias, los encuentros y penas que por allí desfilan. Al rescate de ese espíritu y como una suerte de laboratorio de vivencias, lanzó su libro Relatos de recetas.
Por Laura Rosso
Cocinar y comer. Olores que cuentan lo cotidiano y desatan historias. Hacer lo que hacemos todos los días desde la cocina, ese laboratorio de la vida misma donde pelar, batir, mezclar y amasar son acciones que se amalgaman en diálogos y conversaciones. Lugar donde brujas y alquimistas relatan sus recetas para traer a la memoria bocados que se acercan a la felicidad. Espacio atesorado para familias diversas que fundan su identidad mientras hierven papas, fríen milanesas o hacen las tostadas de cada día. En la cocina el lenguaje discurre con sus metáforas cotidianas y la gramática propia de las costumbres de quienes la habitan. Sitio que acumula vivires y decires que atraviesan el tiempo. De estos ingredientes está hecha la propuesta de Gabriela Alonso, artista performática y docente quilmeña que con su blog y libro Relatos de recetas hace que se cuenten y se mezclen los deseos de quienes buscan recuperar sabores familiares. Desde la cocina de su casa, Gabriela recibe y cobija recetas íntimas que dejan entrever paisajes de la infancia al calor de las hornallas. Ella misma vincula el origen de este proyecto con su abuela María, con quien se crió. Aquel mundo visual de los primeros años está enlazado con la enorme mesa donde amasaba el pan dulce: “Sus acciones eran un despliegue de formas, colores y sonidos. El 24 de diciembre el pan dulce salía del horno, pero ella empezaba unos días antes. Era una acción nocturna y en solitario porque la masa descansaba mejor y todo podía hacerse con más armonía. Mi abuela se sentaba a la punta de la mesa y empezaba a amasar. Tenía las nueces y la fruta abrillantada cortadas, y la harina y los huevos preparados. Luego, las servilletas blancas cubrían esas masas y ella, durante la noche, observaba cómo levaban”. Tal vez este relato de Gabriela se ancle en el inicio de Relatos de recetas como homenaje a su abuela porque nunca pudo sacárselo de encima. Fue su mundo mágico, un mundo del que descubrió saberes. Con Relatos de recetas, Gabriela busca recuperar esas recetas perdidas, encontradas o continuadas de generación en generación. “Un instante de lo cotidiano que se graba en nuestra memoria”, señala.
Su primera intención fue investigar cómo cocinaba su abuela, que no dejó ninguna receta por escrito. Pudo dar con la torta de especias de su tía Sara, que a los ochenta años todavía recordaba que su abuela la cocinaba en un gran horno de barro. Con los primeros quince relatos, Gabriela editó un libro en el que compiló las recetas de su familia y amigas, como los ñoquis de perejil y papa que su madre Elsa selló en su memoria a los dieciséis años, o el turrón de avena y chocolate de Nilda, amiga de Elsa, y heredado de su madre Josefa. Así, indaga en la elección de cada comida, en los recuerdos y en las historias que rodean el relato. La memoria que despierta ese sabor, ese olor. “Relatos de recetas es un espacio de encuentros, de intercambio, de conocimiento y exploración en las memorias, y de reflexión. Es un proyecto independiente que se sostiene a partir de un modelo de gestión flexible, solidario, autónomo y colectivo, sin recursos provenientes de instituciones públicas ni privadas. Un laboratorio de vinculaciones humanas que opera bajo un esquema colectivo de economías.”
Así, Gabriela organiza residencias cuya duración se extiende entre dos y siete días, y en las que los residentes viven en su casa. Abre en su cocina un espacio para las comidas evocadas a partir de la memoria gustativa. Cada relato consta de un registro audiovisual de la receta en el que rastrea esa conexión particular, el contexto histórico y geográfico, y los lazos que se tendieron para recuperarla. ¿Qué palabras resuenan? ¿Qué imágenes despiertan los recuerdos?
Para la segunda etapa de su investigación, Gabriela decidió involucrarse con el mundo de las migraciones actuales. “Hay mucho movimiento migratorio, y quiero pensarlo desde otras miradas posibles, más antropológicas”, revela. Se vinculó con las comunidades venezolanas, colombianas, peruanas y bolivianas. “Rosalía es la verdulera del barrio que vino desde Bolivia con su familia. Me dijo que ella no traía recetas, que no sabía y que no quería. Tenía como una negación con el asunto. Pero tanto insistí que un domingo me invitaron a comer y allí fui con toda su familia rumbo a Ezpeleta en la caja de la camioneta. Llegamos a la casa y en el patio había muchas mesas tendidas con los manteles de colores. Ahí probé el caldo y una ensalada con arroz. Después de comer, bailamos. Fue el inicio de otros encuentros que seguirán en mi casa.”
Su casa es el lugar elegido para llevar a cabo los encuentros. Mientras se cocina, las distintas geografías invaden el lugar y se cruzan en la convivencia cotidiana. Relatos de recetas une mundos distintos y está pensado para el encuentro con el otrx. “A medida que pasa el tiempo comprendo que este proyecto está encarnado en mi vida”, sostiene Gabriela. “Es simple y complejo al mismo tiempo. Mi casa fue siempre un espacio transitado, vivido, aromatizado, conversado, ensoñado y compartido. Por eso hoy también es residencia para moradorxs participantes. Invitarlxs a mi casa es entonces un modo de poder comprender desde una perspectiva colectiva este espacio de convivencia.”
relatosderecetas.blogspot.com.ar
Ingredientes:
2 y 1/2 tazas de harina
1 y 1/2 tazas de azúcar
1 cucharada de polvo de hornear
1 cucharadita de sal fina
1/2 cucharadita de canela
1/4 cucharadita de clavo de olor
1/2 cucharadita de nuez moscada
1/2 taza de aceite
6 huevos
2 cucharadas de miel
3/4 taza de agua fría
2 cucharaditas de jugo de naranja
1 cucharadita de ralladura de naranja
Preparación:
Tamizar la harina junto con el azúcar, clavo de olor, polvo de hornear, sal fina, canela, nuez moscada. Hacer un hoyo en el centro, incorporar el aceite, las yemas, la miel, el agua, el jugo y ralladura de naranja. Batir bien todos estos ingredientes.
Batir las claras a nieve para luego incorporarlas a la preparación anterior, uniendo muy suavemente, en forma envolvente. Volcar la preparación en un molde enmantecado y enharinado. Llevar a horno a temperatura moderada aproximadamente sesenta minutos.
Ingredientes:
900 gramos papas
Una pizca de sal
Abundante perejil
200 gramos harina
50 gramos de sémola
50 gramos de manteca
1 huevo y nuez moscada.
Preparación:
Lavar papas y cocinarlas en agua con sal. Pelarlas estando aún calientes y pisarlas. Añadir la sémola, 2/3 partes de harina, el huevo, perejil picado, sal y nuez moscada. Trabajar la masa sobre superficie enharinada e ir incorporando la harina poco a poco, hasta lograr una masa homogénea y levemente pegajosa. Armar rollitos de aproximadamente 3 cm de diámetro y cortarlos en trozos de 1 cm. Formar los ñoquis con la ayuda de un tenedor y cocinarlos en abundante agua hirviente con sal durante 34 minutos.
Ingredientes:
200 gramos de margarina
500 gramos de dulce de leche
3 barritas de chocolate de taza
1 taza grande de avena
2 paquetes de galletitas de agua trituradas, Criollitas o Express
Preparación:
En una ollita derretir bien lentamente la manteca, las barritas de chocolate y el dulce de leche. Cuando todo está mezclado y derretido colocar la avena, cocinar unos minutos hasta que la avena absorba bien todos los ingredientes, cuidando de que no se queme. Por último agregar las galletitas trituradas. Forrar un molde budinera con papel manteca, aluminio o film y agregar la mezcla. Dejar enfriar unos minutos y guardar en la heladera. Comer frío.
Ingredientes:
4 choclos
Manteca, aceite
1 cebolla picada fina
1/2 morrón rojo finamente picado
Pimentón dulce
Sal y pimienta
Queso rallado o queso mantecoso.
Preparación:
Pelar y lavar los choclos conservando las chalas. Desgranar los choclos.
Poner el aceite y la manteca en una sartén, rehogar la cebolla junto con el ají hasta que la cebolla quede transparente.
Agregar pimentón, sal y pimienta.
Cocinar durante 10 minutos.
Retirar de la cocción.
Agregar el choclo y el queso.
Poner dos chalas en cruz.
Colocar dos cucharadas del relleno en el centro.
Envolver como si fueran paquetes.
Atar con tiritas de la misma chala.
Cocinar en vapor las humitas durante 10 o 15 minutos.
Servir calientes en la misma chala.
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