Viernes, 7 de agosto de 2015 | Hoy
INTOXICADA
Los spots de campaña de algunos presidenciables como Mauricio Macri y José Manuel de la Sota muestran la punta de una hilacha que habla sobre una concepción ideológica de masculinidades hegemónicas asociadas a la violencia de una hipersexualidad hétero y bizarra. Niñas toqueteadas y mujeres-objeto pasivas son algunas de las víctimas de estos envíos repudiados en las redes sociales.
Por Roxana Sandá
La historia comienza así: todos los días, en debates de panel o en crónicas rojas habituales, a las mujeres se les recuerda la advertencia, como una sombra inevitable lamiéndoles los talones: “Ya no hay lugares seguros para ”. El humor negro del señalamiento se estrelló hace dos meses cuando Ni Una Menos fue una convocatoria masiva pero también una toma de calles que venía a pulverizar sistemas de dominación patriarcales, machistas, hegemónicos. Y el objetivo de esa lucha, que es una sola y de miles, pareció avanzar. ¿Por qué entonces las zancadillas de atrasar dos siglos en épocas de campaña y sufrir la penetración ideológica de algunos spots electorales? ¿Quiénes piensan y ejecutan esos saltos cargados de violencia sexista y de lecturas bizarras sobre el género, exponiendo a destajo lo que se ve pero no se nombra? Los spots de Mauricio Macri en su canal de YouTube, el de “Noviazgo”, de José Manuel de la Sota, y hasta el del MST, sobre un hombre con la careta de Menem pariendo a Macri y a Scioli, son violentos, absurdos, basados en un dominio de lo masculino sobre el resto del mundo para intentar influir en la conciencia social con la anuencia y el acompañamiento lamentable de los medios de comunicación. Pese a que en la Argentina una semana equivale a un siglo y a que lo dicho hoy mañana será historia, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) sigue analizando, valga la intención, los contenidos de estos envíos para determinar las medidas que correspondan al caso. “Sin embargo, no sólo vivimos en un sistema de dominación patriarcal, sino que los medios de comunicación son también –como no podía ser de otra manera– inequívocamente patriarcales”, refuerza la escritora feminista Beatriz Gimeno en el artículo “Patriarcado y medios de comunicación de masas”. “Son, de hecho, el espacio cultural de reproducción del patriarcado por excelencia, pero no se reconocen como tales.”
En “Vendo rosas para comprarme la bici”, uno de los spots de Macri más repudiados en las redes sociales, las manos del candidato luchan contra la resistencia corporal de Sheila, una niña de La Matanza que intenta zafar de las caricias y la mirada persistente del ex bigote. “Ya te vas a aflojar..., ya te vas a aflojar...”, le asegura, frente a las sonrisas forzadas de sus padres, que la animan a contarle sobre la rosa que plantó para vender y así poder comprarse una bicicleta. La chiquita termina a upa, atrapada entre la legitimación tácita del trabajo infantil y la ambigüedad de un acoso, la columna zigzagueando por una incomodidad que traspasa la pantalla y pega en el medio de la frente. O entre las piernas que se juntan apretadas en un acto reflejo, porque si abusan de una nos abusan a todas. El mismo oxígeno viciado se respira en “Carrera de besos”, otro video con mellizas de Gualeguaychú de entre 7 y 8 años, cuando les dice: “Ustedes me dan más ganas de hacer lo que hago con mis hijas. ¿Saben lo que hago con mis hijas? Les hago jugar carrera de besos. Cada una me da besos en un cachete, a ver quién me da más besos rápido. La de 30 compite con Antonia, que tiene 3.” Y las garantías del ejercicio y disfrute pleno de la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes llora en un rincón. Un duranbarbista puro diría que el efecto está cumplido, ya que no importa el nombre que le pongan al artefacto –misógino, pedófilo, retrógrado, violento–, sino que atraviese la realidad de los hogares de todo el país. Y he aquí el yeite de recibir a las nenas en cada spot con un “Pero mirá qué linda que sos...”, aterrando criaturas, “porque total Mauricio es así como lo ves”, justifican sus colaboradores. Baste observar la cara de Antonia en las dos últimas elecciones por la Ciudad cada vez que se la montaba en los hombros para bailar en el bunker PRO, escenario que abraza a otros personajes deplorables en esa línea como Miguel del Sel. “No me extraña que haga esa publicidad. Hay una cultura de tratar a las mujeres como objetos que es consecuente con algo que ha tenido el PRO y que es el retroceso de una mirada progresiva respecto de los derechos sexuales y reproductivos”, destacó Estela Díaz en el living del programa Vivo en Argentina, cuando se conocieron esos spots. En los últimos años, MM protagonizó con naturalidad algunas controversias sexistas que involucraron a adolescentes como Violetta, el personaje que interpreta la actriz y cantante Tini Stoessel, o algunas referidas a los piropos. “A todas las mujeres les gusta que les digan piropos. Aquellas que dicen que no, no les creo nada. No puede haber nada más lindo que que te digan qué linda sos, por más que esté acompañado por una grosería, o qué lindo culo tenés.” Macri es un autoritario del género y no un inimputable en determinadas cuestiones, como intenta mostrarlo el discurso hegemónico. Sus legitimaciones de los piropos, de entenderse como un observador sin tapujos de las mujeres y las disposiciones restrictivas sobre la Educación Sexual Integral y el aborto no punible en la Ciudad muestran la hilacha sobre lo que significan políticamente los cuerpos y las vidas de las mujeres . En esta estructura ideológica, igualdad y diversidad son meros formalismos. Es el mismo guiso que emula José Manuel de la Sota, nominado a candidato berreta por la opo y la corpo, que todavía no deciden si el spot “Noviazgo” califica para ofensivo o absurdo. En una fiesta de compromiso la suegra –una parodia de Cristina Fernández de Kirchner– invita al novio de su hija a decir unas palabras. “Siento que necesito pensar porque hace un tiempo que hay alguien en mi vida. (...) Hay otra chica que me tiene loco, que me hizo sentir cosas que nunca antes había...” Remata voz en off de un locutor: “Las PASO son solamente un noviazgo. El casamiento viene después”. Es la lógica de caja de fósforos de la publicidad delasotista, que cranea la reproducción del machismo al infinito e instala a las mujeres, en este caso la novia, como objetos pasivos entregadas por sus padres hétero al futuro marido, un tarambana cómodo en la relación asimétrica que construyó a fuerza de arrimarse a otras mujeres con patrones de belleza que por supuesto determinan los medios y la mercadotecnia estética. “De la Sota va a contramano. No sólo ofende a las mujeres y las ridiculiza, sino que atrasa en conceptos como la estructura machista y patriarcal”, dice Betiana Cabrera Fasolis, representante por Córdoba de Mujeres de la Matria Latinoamericana - MuMaLá, organización que cuestiona y denuncia la consolidación de las masculinidades hegemónicas asociadas a la violencia de la hipersexualidad. Una pincelada: Córdoba aún no adhirió a la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres.
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