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Viernes, 30 de abril de 2004

CONSEJITOS DE MARU BON BON

Esas pocas oportunidades en las que el tamaño sí importa.

No, queridos amigos, no hablamos de eso. Ni tampoco, mis estimadas, se trata del exceso o la falta de genuino relleno para corpiños. No echaré mano a la demagogia diciendo que esas medidas no tienen ninguna influencia, porque la tienen. Sólo que su importancia es relativa, tanto como amantes se encuentran sobre la faz de la tierra. Que hay quien gusta de corpiños o braguetas exultantes, elefantiásicos o discretos como margaritas o pistilos –según sea el caso–. Por eso ahora nos ocuparemos de algunos acuerdos medianamente universales –aunque parezca una contradicción– sobre el tamaño de otras cosas que aun sirviendo al placer no llevan el adjetivo de pudendas. A saber:
1. Uñas extra small: ¡Ay, señoras, si supieran lo frágil del interior humano! Esas prótesis esculpidas que les otorgan manos de villanas son bonitas para ver, pero sepan que al momento de la verdad bien pueden soltar chispas cual espadas orientales o abrir ríos de sangre en la zona más delicada justo cuando ésta se abría a vuestros encantos. Recórtelas, límelas, haga lo que quiera pero siempre por debajo del medio centímetro.
2. Vellos small: Nadie le va a pedir a usted amiga, a usted, estimado, que quede liso/a cual cáscara de huevo, eso podría ser tan aburrido como intentar conquistar a las Nereidas de Lola Mora. ¿Pero que tal un recorte de tanto en tanto para evitar carrasperas anotadas en el libro de los records?
3. Diferencias medium: Sí, esto puede ser subjetivo, ¿pero me va a decir que es agradable que el resultado de un abrazo sea siempre cintura a nariz, oreja a bragueta o boca-dedo del pie (en caso de abrazos invertidos)? Quien busca encuentra, mis queridas/os, aun cuando tenga que hacerlo por los zócalos (o los cielorrasos).
4. Cerebros large: Me dirán ustedes que esto es una obviedad, sí ¿y qué? ¿O me van a decir que nunca se han encandilado con una cara bonita, con un bonito paquete, para después notar que la mayor habilidad de la/el feliz poseedor/a de esos atributos es, justamente, tenerlos? No hay nada tan estimulante, se los aseguro, como un intrincado, voluminoso y laberíntico cerebro que sabrá cómo convertir en delicias lo que sobra y también lo que falta.

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