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¿Acaso ustedes, criaturas de poca urbanidad, creían que sabían peinarse? Pues no, hijas, ni ustedes ni ninguna de Las/12, porque no conocíamos el imprescindible manual El arte de peinarse las señoras, de M. Milleret (Librería de Pérez, Madrid, 1832), del cual extraemos a continuación algunas lecciones para el uso del peine, a saber: “Son preferibles los de concha o los de asta de Irlanda, de lomo redondo”. Y ahora, atención: “Si se va a peinar el pelo por encima, es preciso tomar el peine con la mano derecha, las púas hacia abajo, sin aspereza ni fuerza y sí con delicadeza (...) Si el pelo está húmedo por el sudor o por cualquier otra causa, y forma pelotón o nudo difícil de desenredar, lo mejor es echarse polvos (sic), pero sólo los necesarios para absorber la humedad, de modo que no penetren en la raíz, pues formaría una pasta que bien podría irritar los bulbos”. ¿Más sugerencias? “Será bueno tener siempre la mano izquierda por encima de la porción que va a peinarse porque de este modo no se ofende la raíz” (algunas son muy susceptibles). A continuación, Milleret nos detalla cómo rizarnos con papillotes –o papelitos–, pero ése es otro precio y otra historia que continuará en esta misma sección, no podemos decirles cuándo. No bajen la guardia ni el peine (de concha, si es posible).