DICCIONARIO
Enfermedad: pasión dañosa o alteración en lo moral o espiritual
Sobrellevada después de larga data y en ciertas condiciones de presión y temperatura, puede llevar a derretimiento (no tan) parcial de fragmentos considerables del cerebro, con su consecuente disfunción y un nivel nada despreciable de peligrosidad para cualquiera que, a no tan altas horas, maneje con cierto descuido el control remoto. Véanse las inenarrables horas de televisión de calidad que ha recibido a lo largo de esta semana el suicidio de Flavia Pereira Iraola. Que si se drogaba, que si se prostituía porque Cipolatti no pasaba dinero por alimentos para los niños, que cómo no dar un espacio para que Cipolatti intente articular más de dos palabras seguidas para hablar mal de la madre de sus hijos que –en esos momentos– estaba internada en terapia intensiva, que cuánta gente fue al entierro. De preguntas acerca de cómo puede alguien llegar a esos extremos, o de notar que –no tan en el fondo– también se estaba hablando de las consecuencias de un tipo de violencia de género, ni hablar. En algunos casos, la enfermedad se las agarra tan pero tan fuertemente con las personas que trabajan en la tele que una puede llegar a escuchar, de buenas a primeras, cómo un conductor –llamémosle Jorge Rial– cierra el diálogo con el novel viudo de la manera más delicada posible: “Bueno, ahora se terminó una etapa en tu vida, y empieza otra nueva”.