No hay efemérides, premiación reciente, film de estreno ni ocasión de ningún tipo. No tenemos, se diría, justificación con todas las de la ley (o al menos regida por cierto criterio periodístico) que nos ampare. No, a menos que se considere como tal (a fin de cuentas es lo que hacemos nosotras) su luminosa aparición en la portada de la última edición de la revista dominical de El País, posando con (la institución actoral española) Fernando Fernán-Gómez. El caso es que cuando pensábamos que la mirada de Javier Bardem lo era todo, cuando una sospechaba que era suficiente con esos rasgos al borde de todo (de la belleza, de la fealdad, de lo humano a veces), resulta que a él se le ocurre hablar. ¿Y qué dijo, dirán ustedes, al borde del hastío por el fanatismo acrítico? Dijo cosas maravillosas, como que: de todas las películas que filmó (y son unas cuantas), rescata su participación en ciertos momentos. ¿Cuáles? “Cuando he tenido el valor de quedarme en silencio, de expresarme sin hacer nada. A menudo los actores no nos consideramos lo suficientemente interesantes como para estar callados.” Chapeau.