Viernes, 20 de febrero de 2009 | Hoy
MONDO FISHON
Por Victoria Lescano
Al sintonizar Radio Royale –radioroyale.com.ar–, además de la vasta galería de sonidos retro de géneros diversos, impacta una vasta galería de iconografía de modas que acompañan los sonidos desde una puesta visual que recuerda a la puesta en página, las campañas y las publicidades de las revistas elegantes de antaño.
“La música y la moda están íntima y estrechamente relacionadas y para mí es imposible disociarlas a la hora de trabajar en Royale. Hay referencias y homenajes a las modelos y a la moda de los ’60, pero a ninguna publicación en particular. No soy lector de revistas de moda, pero hay algunas que me interesan especialmente por la imaginería que me proporcionan. Sin dudas, el mondo Royale se alimenta de cine, literatura, arte, música y moda”, señala Fabián Dellamonica, dj e ideólogo del proyecto musical.
En tus enunciaciones de estilo royale te referís a Edie Sedgwick, pero también a Jean Shrimpton y Twiggy –divas del swinging London–. Del lado del cine clásico rescatás a Audrey Hepburn, a Marilyn Monroe, las bombshells Brigitte Bardot y Sofia Loren, el afro y sus variantes. ¿Por qué esa galería de imágenes y cuáles son los sonidos que las representan?
–Las imágenes están ligadas a la música y a muchos de los movimientos culturales que me interesan. Los sonidos que representan esas imágenes son el Northern Soul para lo que es el swinging London; la música Yé Yé, que cantaban las lolitas francesas, para las bombshells; obviamente el soul y el funk representan a todos los estilos de afro que se pueden ver en la sección Estilo Royale y, por último, las bandas de sonido de películas compuestas por John Barry, Morricone o Mancini para la elegancia que representa la figura de Audrey Hepburn o la de Marilyn Monroe.
¿Cúales son tus momentos favoritos de estética y de moda en la historia del rock-soul lounge?
–Mis momentos favoritos son el swinging London con los mods y las primeras supermodelos como Twiggy (santa patrona de la minifalda de Mary Quant) y Peggy Moffitt (musa de los vestidos símil bañadores y las medias can can coloridas de Rudi Gernreich y dueña del mejor flequillo mod). El nacimiento de Motown, el soul y las Supremes. De los ’50 me vuelve loco: lo Tiki, la muzak, la Googie architecture y la fotografía y las producciones de la revista Vogue. Como portada que resume el cruce de moda y música elijo la de “Puppet on a String” de Sandie Shaw, en ella lleva un vestido y un abrigo amarillo que son todo.
Afirma también el DJ –quien cultiva un sobrio y relajado estilo de cargo pants, remeras y notoria barba implementada mucho antes del actual furor varonil de los que emulan a Devendra Bernhardt–: “A los oyentes los imagino elegantes y cultos. Preparo entre cuatro y cinco horas diarias de programa y ya tengo otras 700 o más que rotan y que acomodo para que no se repitan en la misma semana. La elección de los sonidos en Royale tiene que ver con la música que siempre me apasionó y me sigue apasionando. En 1995, en las fiestas Social (funcionaron en el club homónimo ideado por Maxi Gilbert, contiguo al bar Tortoni y actual sede de Cocoliche) yo ya hacía lo que ahora hago en Royale. Entre el 2000 y el 2001 también tuve un programa en una FM que se llamaba Dry Martini y que era un resumen de lo que ahora son las 24 horas de Royale”.
Además del intercambio y los rescates de moda retro que surgen a diario mediante los posteos de los oyentes y seguidores de la comunidad My Space, como todo movimiento estético, Radio Royale ya tiene su correlato en algunos clubes locales, existen fiestas mensuales vinculadas con el género tanto en el club Niceto como en el bar Le Bar: “No las veo como una continuación del ciclo Compass porque éstas ya se habían convertido en una fiesta para floggers y Royale apunta completamente hacia otro lado”.
Como habitué y trabajador en clubes nocturnos, ¿cuál es tu lectura de estética actual en Buenos Aires, ¿ hay estilos que te resulten cautivantes?
–Simplemente no encuentro estilo. Creo que el último atisbo de estilo que hubo en Buenos Aires se lo llevó el Morocco cuando cerró.
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