Viernes, 7 de julio de 2006 | Hoy
TALK SHOW
Por Moira Soto
Hombre de buen semblante, bien proporcionado y airoso en el manejo de su persona; el que galantea a una mujer; el que en el teatro hace algunos de los principales papeles serios, con exclusión de la barba: así define las distintas acepciones de galán la Real Academia, institución que evidentemente ignora el star system de las telenovelas, aunque concede, “por extensión (galán) se aplica también al actor de este tipo de cine” (¿serio?). En cambio el Diccionario de Sinónimos de Sáinz de Robler –que tampoco habla del galán de la ficción televisiva– se pone más lisonjero: adonis, guapo, gallardo, hermoso, majo, apolo, cortejador, actor, estrella... Por supuesto que los galanes de los diccionarios galantean, piropean, festejan, rondan, flechan, arrullan a las mujeres.
El galán estrella nace en Hollywood, esa famosa fábrica de sueños, a comienzos del siglo XX, con Rodolfo Valentino y Douglas Fairbanks, según consigna Edgard Morin en su ensayo Les Stars (de 1957), y encarna al héroe romántico en diversos géneros, incluido el folletín popular que daría origen a la telenovela. El galán de cine pasó por diversas etapas, incluso la del good-bad boy que con tanto éxito representaron Clark Gable y Humphrey Bogart. Más que de la belleza clásica, el galán –del cine, de la tele– necesita del carisma, de la fotogenia y, desde luego, de la aceptación masiva del público femenino. El resto es misterio y ha llevado al estrellato telenovelístico, a veces provisorio, a veces permanente, a figuras como Juan Carlos Barbieri, Rodolfo Bebán, Claudio García Satur, Jorge Barreiro, Pablo Alarcón, Germán Krauss, Arnaldo André, Claudio Levrino, Jorge Martínez, Gabriel Corrado, Osvaldo Laport, Gustavo Bermúdez...
De los galanes televisivos de la actualidad, sin duda Pablo Echarri –por otra parte, interesante actor cinematográfico, sobrio y económico– se destaca por su aspecto de morocho argentino atractivo y por las exigencias que se ha impuesto en su carrera. En 2003 eligió hacer una tira tan atípica como Resistiré, que afinó la puntería en muchos niveles y se permitió auténticas osadías. “Aprecio mucho la diferencia de esta novela respecto de otras que hice”, decía el 14/2/06 Echarri a Las 12. “Estuvimos de acuerdo en que la vulnerabilidad de mi personaje lo iba a acercar a la gente. Creo que entramos en una era de galanes o protagonistas masculinos a los que les pasan otras cosas, tienen dificultades, la posibilidad de perder... Yo quería que a este personaje, Diego, le dolieran un poco las balas, ¿entendés? De todos modos, cuando en otras oportunidades me escribieron galanes infalibles, ganadores, yo siempre traté de ablandarlos un poquito. En la tele no tengo deseos de ser un tipo glamoroso.”
El Pablo Echarri que se vio el martes pasado por la señal de cable CosmopolitanTV (y que repite el próximo domingo) haciendo declaraciones sobre su condición de galán y su oficio de actor, responde totalmente a esta imagen de franqueza, sencillez e integridad. En pleno suceso de Montecristo, la novela que protagoniza, Echarri no tiene remilgues para decir: “Yo no quería que este medio me fagocitara, ni sentirme utilizado”. Y también: “Hay momentos en que el cariño de la gente es demasiado, me agobia mucho, habría que estudiar de qué clase de cariño se trata...” En este programa, “Chicos de novela”, donde se suprimen las preguntas del/la entrevistador/a y el ritmo queda en manos de la edición, el actor demuestra que tiene algunas cosas claras, que es muy consciente del poder que le confiere su calidad de estrella, que quiere avanzar sin dejar de lado ciertos principios, saber sobre todo a qué cosas decirle que no. De estas respuestas se pueden deducir sus razones para hacer el rol de Santiago-Alejandro en Montecristo, un personaje lleno de contradicciones.
En este programa, el primero de una serie protagonizada por galanes de TV que hablan en primera persona, Pablo Echarri, el galán más deseado, dice que él no es ejemplo de nada, que llegó a este lugar por estar en el lugar y el momento justos, hace doce años. Y no se priva de hablar de las mujeres: “Me gusta su compromiso con los sentimientos, querría sumar ese aspecto a mi vida para que este mundo sea un poco mejor”, dice gentilmente, pero añade rasgos que le gustan menos: “El grado de lucubración de las mujeres, de conspiración. Sé que hay una historia de sometimiento que las llevó a desarrollar aspectos como la astucia, la persuasión. Creo que hombres y mujeres deberíamos buscar un equilibrio más interesante”, sostiene este galán canoso que sufre tanto en Montecristo, novela en la que es confortado por mujeres como Rita Cortese (Sarita), quien la semana pasada lo estrechó tiernamente en sus brazos, compartiendo su pena, en una imagen de conmovedora pietà.
Chicos de novela, los martes a las 21, repite los domingos a las 21.30 por CosmopolitanTV.
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