Viernes, 9 de marzo de 2007 | Hoy
TALK SHOW
Por Moira Soto
En la cama, una chica le pide a su novio –que le propone en crudo “tener sexo”– que use un lenguaje menos vulgar, más poético, un código secreto del tipo “besar la varita mágica”, “hacer cosquillas en el hoyo de las hadas” a donde se llega “pasando por dos montañas nevadas con cimas de rubíes”, y él accede porque está ansioso de brindarle su “poción láctea”; otra chica está en un bar con su prometido amaneradísimo, llega una amiga y se lo presenta embobada: “No sé dónde estuvo toda mi vida”, “¿En el closet?”, pregunta la recién llegada; una sexóloga muy fruncida alecciona a una pareja para que superar “tanto miedo, asco, vergüenza que rodean al sexo” y les alcanza dos ejemplares de un libro que acaba de salir, pero cuando descubre espantada las ilustraciones se los arranca de las manos; el papá y la mamá de un joven están por ir a una fiesta, el hijo se les quiere pegar, ellos tratan de sacárselo de encima, el chico insiste pero solo desiste cuando advierte alelado dos nudosos y coloridos vibradores asomando en el bolso de mamá; una profesora de arte con atuendo juvenil hace lo imposible por levantarse a un alumno adolescente que no quiere saber nada, ella le propone ir a su casa, beber una copa de vino, “una línea, tal vez, no soy tan convencional, soy una de ustedes, quiero enseñarte cosas, no estas estupideces del colegio”, pero casi por azar, el teenager logra zafar (de momento); felicitado por el cumplimiento de sus tareas, un empleado es sin embargo reprobado por conectarse con sitios porno en la oficina, buscando –por ejemplo– “acción anal” o “semen sobre mi rostro”, y el acusado alega que se trata de errores desagradables debidos a su dislexia; una abogada que parece dulce y tranquila se muestra enamorada de su novio violento, a favor de la pena de muerte (“pero si van a matarlos, que sea lentamente”) y misógino que se opone a que las mujeres (“inestables según la época del mes”) sean abogadas (“las leyes no pueden ser aplicadas según las fases de la luna”); un tipo preso en España por estafa habla con su esposa que viaja a visitarlo, pero en realidad se está dirigiendo a otro preso que está detrás de ella, con el que intercambia gestitos insinuantes mientras proclama que debe pagar su culpa “entre esos jóvenes rudos, curtidos, somos extraños arrojados en una dura lucha por la dominación”.
Así, de sketch en sketch, alguno muy breve, transcurrió la primera entrega, el viernes pasado, de la serie Swinging, producción de la BBC impecablemente protagonizada por David Armand, Jo Joyner, Dominic Coleman, Ella Kenlon, Tom Price y Clare Wille (en roles fijos, pero también haciendo personajes esporádicos). Cada capítulo dura media hora y, al igual que The Office, As If, Coupling, propone un formato original que rompe el esquema narrativo clásico de la sitcom norteamericana, recurriendo en este caso tanto al humor verbal como al visual. Swinging, creación del productor Simon Wilson, escrita por varios guionistas, está armada sobre la base de situaciones vinculadas al sexo en diversos ámbitos de clase media. Gente común y corriente que revela su lado oculto, sus fantasías, sus contradicciones, sus tabúes sugiriendo sin apelar a la acción propiamente dicha, salvo excepciones muy justificadas (en futuros capítulos aparece una pareja de gordito y gordita de cierta edad que se van a practicar dentro del coche al borde de un camino, en pos de mirones que eligen por la marca de sus respectivos autos).
En líneas generales, está claro que para los autores de este estreno el erotismo pasa por la cabeza, la imaginación, incluso por los toques surrealistas o bizarros (no falta un descacharrante sketch sobre zoofilia), sin dejar de lado jugosos apuntes costumbristas sobre prejuicios de distinta especie, turismo sexual, clichés culturales, infatuación machista. Los capítulos se pueden disfrutar independientemente pero, si bien no hay un relato progresivo que busque generar suspenso, la diversión se acentúa cuando se empiezan a reconocer (y a apreciar por su gracia incisiva) personajes fijos como el de la sexóloga mojigata. Antes de los títulos de cada entrega, hay un diálogo cortito y chistoso. En el próximo, una mina le dice al tipo acostado a su lado: “No me tenés que responder, pero ¿con cuántas mujeres has estado?” Y él: “¿En total o desde que te conozco?”.
Swinging, los viernes a las 23 (repite los domingos a la medianoche) por I-Sat
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