Viernes, 9 de octubre de 2015 | Hoy
Por Claudia Laudano*
Por momentos, parece increíble. Llegamos a los treinta Encuentros Nacionales de Mujeres. Esta experiencia política itinerante tan singular del movimiento de mujeres del país cumple ni más ni menos que tres décadas de continuidad ininterrumpida. Contra viento y marea, autofinanciado, resistiendo varios intentos de manipulación de estructuras partidarias, superó la crisis del 2001 y las embestidas de las religiosas fundamentalistas, que pretendieron decirnos qué es ser “mujer” y cómo andar por la vida. No hay vuelta: siempre hay algo que desborda ese deseo de estructurar o poner en caja esta manifestación tan diversa en sus múltiples capas como única en el mundo y, por ello, aún difícil de comprender para muchxs. Tanto como de valorar.
Sin embargo, el crecimiento numérico de estos espacios año tras año, hasta esperar unas 50.000 participantes esta vez, es un indicio cabal de que esa transformación de la que tanto se habla (“nadie vuelve igual luego de haber ido a un Encuentro Nacional de Mujeres”), es un proceso personal en el marco de una experiencia compartida, que se prolonga más allá de esos tres días, en múltiples situaciones que decantan a su tiempo en los lugares de origen. ¿Cuántas de estas mujeres habrán participado e, incluso, impulsado las movilizaciones del 3 de junio para reclamar el fin de todas las violencias sobre ellas en más de 240 localidades del país?
Esta vez, unos bellos murales de producción colectiva nos darán la bienvenida, especialmente diseñados, con sus matices y estilos, según fotos que circulan en el facebook oficial (causa) y la cuenta de twitter, de reciente estreno. Para ese trazado tan particular que cada una diseña, algunos talleres innovadores, del largo listado que no deja de crecer, nos interpelan para discutir, como la necesidad de un estado laico en medio del fervor papal. Una vez más, el reclamo por el aborto legal llenará de pañuelos verdes la ciudad y la tan esperada marcha final, junto a un festival para bailar y cantar, organizado por las Socorristas en Red en la plaza de las acciones feministas. Allí mismo, otra experiencia prometedora es el panel con jóvenes latinoamericanas que nos visitan el domingo al mediodía. Y como siempre, una vez allá, todo se desborda y a medida que nos cruzamos y abrazamos con otras en el camino, nos enteramos de más oportunidades que reorganizan el diseño inicial. Y sí, estos espacios siguen creciendo porque le ponemos el cuerpo, emociones, vivencias, debates y propuestas, junto a una cuota interesante de creatividad y audacia. Pura potencia.
A pocas horas de empezar, celebramos entonces estos 30 años de Encuentros Nacionales de Mujeres que construimos entre todas. Y vamos por subjetividades cada día más libres.l
* Profesora e investigadora UNLP-UNER
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