Viernes, 9 de octubre de 2015 | Hoy
Por Bárbara Cipitelli*
Teniendo en cuenta que “lo personal es político” empiezo a contar mi experiencia: soy lesbiana pero, como muchas otras, nunca me interesó el futbol. El básquet en particular, me atrajo en parte por esa razón, por no ser el deporte obvio de la torta. Tenía muchas ganas de focalizarme en mi cuerpo, ya que el hecho de haber estudiado filosofía, pese a las ventajas interpretativas que pudo generar en mí, de a poco fue disminuyendo mi capacidad de acción por problematizarlo todo. El único deporte que había hecho hasta hace tres años en forma regular, era natación. Fue una decisión familiar cumplida por tener problemas bronquiales. En la escuela siempre sentí que no podía correr y presenté certificados médicos constantemente. Siempre asocié, sin darme del todo cuenta, el deporte a lo patológico. Hoy me pregunto hasta qué punto puedo responsabilizar de dicha asociación a las tres instituciones históricamente normativas: la familia, la institución médica y la escuela. Por elección, comencé a jugar al básquet, para mí fue fuente de nuevos vínculos, desafío para abandonar la duda y reafirmación de autonomía.
El espacio de los talleres es interesante pero siempre nos quedamos con ganas de movimiento. El transpirar, liberar endorfinas, la voluntad de poder, y el uso de los placeres disidentes pueden materializarse en el deporte.
Básquet Placero Placentero Tortillero
En el marco del XXX Encuentro Nacional de Mujeres, activistas disidentes del colectivo “Bondi Monstruoso” invitamos a conocernos a través del juego. Desde las 12:30 a 15.00 horas., en Plaza Mitre (Mitre y Brown) convocamos a todas a jugar al básquet amistosamente valorando la voluntad antes que la disciplina para el orgasmo eterno sin Dios ni Patrón.
En lo personal me siento más cómoda sin definirme identitariamente, acercándome a la teoría queer, o como opción de acuerdo a mi vida, como lesbiana, antes que mujer (siguiendo la afirmación disruptiva de Monique Wittig “las lesbianas no somos mujeres”). Pero aunque me cueste hablar desde el lugar de mujer y sobre feminismo reconozco que el valor del encuentro sobrepasa todo tipo de diferencias entre feminismos y activismos.
En Mar del Plata surgieron muchos colectivos feministas. En nuestro caso se trata de un colectivo de disidencia sexual, que se forma a finales del año pasado. Es un colectivo LGBTTTIQP marplatense, horizontal, apartidario cuyas acciones aspiran a favorecer la reivindicación de sexualidades marginalizadas y migrantes y la subversión de los órdenes heteronormativos que nos mantuvieron sumisos.
Uno de los sucesos importantes del año pasado fue la marcha “Ni una menos”. Nuestra impresión de la convocatoria es positiva. Ese tipo de fenómenos permite generar diálogos inesperados en diferentes ámbitos de la sociedad motivando a una toma de posición en cuanto a la creciente ola de violencia hacia la mujer. l
*Integrante del Colectivo de disidencia sexual “Bondi Monstruoso”.
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