El proyecto de la nueva Constitución debía presentarse el lunes 15 de agosto en el Parlamento iraquí, pero se retrasó una semana. La secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice aseguró: “Este retraso no es motivo de preocupación porque estamos presenciando el avance hacia la democracia en Irak”. Pero lo que Rice llama una “nueva democracia” dudosamente lo sea, al menos si se considera que en una democracia las mujeres deben tener plenos derechos. Hasta ahora, se sabe que los líderes iraquíes puestos para redactar la nueva Constitución impondrán que ninguna ley puede ir en contra del Islam (a pesar de que en la época de Saddam Hussein Irak era un Estado laico), lo que podría llevar a que las mujeres no tengan derecho de recibir herencias, a divorciarse o a elegir marido, por ejemplo.

Además, solamente la inseguridad provocada por la invasión y las reacciones antinorteamericanas –el 16 de agosto explotaron en Bagdad tres coches bomba que dejaron, al menos, 43 muertos y 76 heridos– llevaron a las mujeres a una situación de temor que las repliega puertas adentro.“Las condiciones empeoraron, muchas mujeres dejaron de ir a trabajar o estudiar en la universidad”, denunció Amnistía Internacional, en su informe Irak: Es hora que las mujeres reciban un trato mejor.

En Afganistán, el otro país invadido por Estados Unidos, los derechos de las mujeres son una mera enunciación. El 18 de septiembre van a realizarse elecciones parlamentarias y tanto las mujeres que se presentan como candidatas como sus familias son amenazadas de muerte por grupos que ofrecen 4 mil dólares a quien pueda asesinarlas. Los grupos pro talibanes –que nacieron financiados por Estados Unidos– están en contra de que las mujeres ocupen cargos públicos o que, simplemente, su rostro aparezca en fotografías de campaña.