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Viernes, 14 de octubre de 2005

PUEBLOS ORIGINARIOS

Solidaridad no, reciprocidad

Por Silvia Marchant


Beti Sánchez, de la comunidad Qom, en Pampa del Indio, ubicada a 220 kilómetros de Resistencia, Chaco, pregunta “dónde está la tierra de los aborígenes”. En julio, su pueblo se hartó del despojo y durante 33 días acampó en la capital chaqueña en reclamo de tierras y de subsidios para el cultivo de algodón. Sólo logró el subsidio. La tierra (42 mil hectáreas) fue para el empresario Eurnekian. Hoy los referentes originarios sufren persecuciones y muchos de ellos fueron procesados por reclamar injusticias ancestrales. En el campo de Eurnekian sobrevuelan avionetas y el rocío de agrotóxicos contamina los pocos cultivos que crecen en medio de la sequía que azota a Chaco. “No hay tierra, no hay agua, no hay luz”, arroja Beti. Con sus necesidades, impotencias y fortalezas llegó Beti al Encuentro Nacional de Mujeres. Este año contó su situación en el taller Mujer de los pueblos originarios, en el que se debatió sobre la participación de la mujer de las comunidades aborígenes en el derecho a la tierra, la repercusión de la crisis en la vida de las comunidades, políticas territoriales que las afectan, expropiación y extranjerización de la extracción de los recursos naturales y la legislación vigente. El taller reunió en el hall de la escuela Nº 2 a más de cien mujeres interesadas en conocer la situación de los pueblos originarios. Algunas lo hicieron con una mirada romántica, otras desde un lugar comprometido y otras no terminaron de comprender el reclamo ancestral. Esas tres aristas pugnaron por romper el círculo armónico que habían planteado, de acuerdo con la cosmovisión originaria, las coordinadoras del taller. Pero no sucedió, porque intervino Rosalía Gutiérrez, del pueblo coya. “Estoy muy emocionada de estar aquí –dijo y tocó por un breve instante un sikus que colgaba de su cuello–. Recuerdo que en aquel primer encuentro del año ‘86, yo fui la única mujer aborigen. Todas se querían sacar fotos conmigo pero nadie tomaba en serio mis reclamos. Hoy logramos introducir el debate. Pero no lo podríamos haber hecho sin el apoyo de las mujeres que no pertenecen a nuestras comunidades. El respeto mutuo nos hará crecer y hacer de la diversidad, la unidad.”

“Intentaron cortar nuestro árbol, pero quedaron nuestras raíces”, dijo una mujer mapuche. Otra mujer de la comunidad coya, de Abrapampa, Jujuy, denunció la situación de despojo y atropello que sufren en la Quebrada de Humahuaca a raíz de que de fue declarada Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad por las Naciones Unidas, en 2003. “Ahora llegan extranjeros de todos lados –acusó– a ocupar tierras que nos pertenecen.”

Se votó por modificar el sistema educativo para que se cuente la verdadera historia y practicar la reciprocidad como opuesto a la solidaridad, “que resulta cómplice del esquema de violencia y saqueo actual”, detalló Genoveva Antileo.

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