Viernes, 11 de diciembre de 2009 | Hoy
Por Monica Tesone (*)
Para que la lactancia materna sea vivida como un poder que fortalece a la mujer, y no como un deber o mandato que la debilita, tenemos que acompañarlas en el reconocimiento de su derecho a amamantar. La lactancia materna es un acto biológico, fisiológico y voluntario, como lo es tener hijos, no se trata de una imposición que viene desde el afuera sino de un deseo y un derecho de la mujer. Para eso, facilitaría a las mujeres asumir la lactancia y la maternidad como un poder y no sólo como un mandato.
Gracias a los esfuerzos de miles de mujeres activistas, ahora las madres que amamantan defienden sus cuerpos como suyos y se rehúsan a ser tratadas como objetos sexuales. Por doquier, cada vez encontramos más mujeres orgullosamente amamantando en público.
A partir de los años ’70 y ’80, con la aparición del feminismo de la diferencia, aparecen otras corrientes que reivindican la función maternal, entendida como fuente de identidad, de placer y de conocimiento. Los feminismos más actuales incluyen los movimientos pro lactancia porque se relacionan con el derecho al uso del propio cuerpo.
(*) Psicóloga y coordinadora de enlaces profesionales de la Liga Internacional de la Leche.
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