Viernes, 2 de abril de 2010 | Hoy
Por Marisa Avigliano
Arjona nunca se equivoca, siempre hace lo mismo y siempre lo hace mal. No hay en su repertorio cueva de idiotismos, ningún acierto. Si repito las letras de sus canciones mis amígdalas se almidonan y si lo veo en sus videos, me río. Es gracioso pensar que quiere parecer sensual con su pelo mojado, humedecido por algún rociador de esos que se usan para planchar, corriendo entre los fuegos. Con la camisa arrugada y un poco abierta, con cara de menos mal que la letra se repite bastante, Arjona emprende el combate del cantautor aplaudido sin dejar, rienda suelta, ni arriba ni abajo, una semilla de encanto. En cambio, hay que decirlo, nos ofrece generoso su incontinencia por la rima fácil.
Mujeres es el vademecum de los prejuicios: el hombre estaba solo y por suerte alguien (no se sabe quién pero si es útil para que el verso termine, seguro que fue Dios) le entregó un invento formidable, útil para el sexo –hacer el amor en el glosario arjoniano–, coqueta y limpita, porque “después del sexo va derechito al tocador”; el invento además hizo que Neruda escribiera y Picasso pintara. Queda claro, para Arjona, Neruda sólo escribió veinte poemas y Picasso dibujó una paloma. Pero hay más, el machismo y el feminismo son como dos vueltas en una calesita porque abajo se juntan para estar en pareja “...y al final/la historia termina en par/pues de pareja vinimos y en pareja/hay que terminar/terminar... terminar” (sí, las parejas son de hombre y de mujer y como éste es un himno a la mujer sutil y laudatorio, se termina, no se acaba). La poética de Ricardo no descansa, por eso, “si el invento habitara la luna, la fila de astronautas sería interminable”. ¿La luna burdel será su próximo hit?
Ahora, hay versos prodigiosos: “Lo que nos pidan podemos/si no podemos no existe/y si no existe lo inventamos/por ustedes/mujeres”.
Ah, ¡Ricardo! Ofrece su columna vertebral (una costilla le parece poco) para vernos andar de espaldas (me asusta pensar en una mujer con la columna de Arjona a cuestas), canta gritando, moviendo la cabeza y salpicando lo poco que le queda de agua en su pelo, que los hombres son capaces de inventar nuestra necesidad. Lo dije, un prodigio.
Algo más. Gracias a Arjona, tenemos en casa un juego nuevo, basta ya del Scrabble, ahora te juego un Arjona, es sencillo, se da un tema y se empieza a rimar lo obvio, sin pulso, sin desinencia y sin virtud.
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