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Viernes, 2 de abril de 2010

Dime que no

 Por Mariana Enriquez

¿Es “Dime que no” la canción más odiosa del trovador? Hay otras más gráficas y muchas más torpes, pero “Dime que no” es retorcida, hasta peligrosa. Veamos. Primero, la recomendación: “Si me dices que sí, piénsalo dos veces; puede que te convenga decirme que no”. ¿Por qué? Ah, es todo para que él se sienta mejor. Para que pueda desplegar sus dotes seductoras. “Yo me daré a la tarea de que me digas que sí.” Y después, para ratonearse. Aunque es mentira: Ricardo quiere recibir una negativa porque la mujer de sí fácil le parece una puta. No importa cuánto lo niegue; se le nota cuando la canción continúa con este penoso chamuyo: “Si me dices que sí dejaré de soñar y me volveré un idiota, Mejor dime que no y dame ese sí, como un cuentagotas”. ¿En serio? Qué risa.

Unos versos anodinos abren paso al estribillo, donde se desata (la cita es involuntaria) el problema. “Dime que no y me tendrás pensando todo el día en ti, planeando la estrategia para un sí. Dime que no y lánzame un sí camuflajeado, clávame una duda y me quedaré a tu lado.” Ricardo, seguramente, está cantando una oda a la histeria femenina, que intenta rescatar en un complejo mecanismo de vuelta de tuerca que puede resumirse como “yo amo tanto a las mujeres que hasta celebro sus defectos”. (“Defectos” que acontecen en la mente de Ricardo, claro está). El gran problema, más allá del hartazgo hacia el supuesto atractivo de la mujer difícil –que implica una gran mentira que tranquiliza al hombre machista: a ella no le gusta mucho el sexo, se puede aguantar, de nuevo, “no es una puta”– es que decir que no a los avances de un hombre es una acción que a la mujer le costó mucho –históricamente, y además es la base del elemental contrato entre dos personas que se atraen, que el otro consienta. ¿Cómo sabe Ricardo que ese no es en realidad un sí? ¿Lee la mente? Cuando se dé a la tarea de lograr el sí, ¿hasta dónde va a llegar? ¿Ella va a estar a los gritos diciendo que no y él insistirá en que en realidad son gritos de placer?

Y encima, ¿por qué tiene que aguantarse una mujer? ¿Por qué no puede decir que sí a los dos minutos y retozar chocha de la vida? ¿En qué sentido eso no es atractivo? Ah, sucede que Ricardo se quiere enamorar. De verdad: “Siempre lo fácil me duró tan poco, y no lo niego me divertí. Pero la soledad me ha vuelto loco, porque el amor nunca ha pasado por aquí”.

Así que para que el caballero se enamore una tiene que decir que no aunque se muera de ganas –porque sólo importa El, no sé si queda claro– y además correr el riesgo de ser mal interpretada (Ricardo, el no significa que no, a ver si te enteras) y acabar violentada en manos del astro. O de cualquier señor que le encuentre gollete a esta balada fanfarrona.

PD: De sólo pensar en mujeres cantando esta letra en un Luna Park colmado dan ganas de tirarse abajo del 151.

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