FúTBOL › LE GANO EL CLASICO A SAN LORENZO SIN MERECERLO
River se sacó la grande
No dominó el partido y por momentos la pasó bastante mal, siendo superado en el juego por su rival. Pero, cuando el partido se acababa, Maxi López cabeceó un centro de Montenegro y selló una victoria que para entonces era inesperada y que le permite al equipo de Núñez mantenerse a cuatro puntos de Boca, como único escolta del líder en el Clausura.
POR DANIEL GUIÑAZU
El clásico fue y vino. Coqueteó de a ratos con el empuje de San Lorenzo y por momentos, con la intención de River de jugar un fútbol presuntamente más elaborado. Cuando Luis González puso el 1-0, daba toda la impresión de que el equipo de Astrada pasaba a dominar y a poner en claro por qué parece ser el único en condiciones de hacerle sombra a la invulnerabilidad de Boca. Pero, con el empate de Carreño, fue el Ciclón el que de los dos rugió más fuerte y el que se acomodó más cerca de la victoria. Cuando el 1-1 dejaba a los dos con los brazos vacíos, Maxi López cabeceó un centro de Montenegro desde la izquierda y River se fue de fiesta: había canjeado un resultado que no le servía de nada por un triunfo que puede llegar a discutirse, pero que hay que valorar en su justa medida por todo lo que debió superar para conseguirlo.
Que quede en claro desde el principio: River se llevó más de lo que le correspondía. No dominó a San Lorenzo y, sobre todo en ratos del segundo tiempo, la pasó mal y fue superado con cierta claridad. La única diferencia que hubo fue la que se sabía de antemano: los de Núñez cuentan con mejores jugadores que los del Bajo Flores y los hicieron pesar en momentos decisivos. Costanzo tapó tres pelotas de gol, Montenegro aportó los centros de los dos tantos y Lucho González marcó el primero de River y desplegó algunos de los pasajes más distinguidos de un partido que fue pura pasión, vértigo y arrebato. Cavenaghi, Coudet y Sand no estuvieron en su nivel de costumbre, pero nunca desentonaron. Y eso vale siempre. Más cuando la mano viene tan difícil como vino ayer, de a ratos.
En cambio, lo de San Lorenzo alcanzó para pelear el partido, pero no para ganarlo. Romagnoli fue intermitente, Carreño y Astudillo intercalaron una más o menos con una mala, y Zabaleta, Santana, Cabrera y el resto no se apartaron de lo que de ellos se esperaba: lucha y despliegue, pero sin claridad. Sus mejores momentos fueron varios: el final del primer tiempo, en el que la gente reclamó un penal de Garcé a Romagnoli que el árbitro Claudio Martín consideró una simple caída, los primeros 10 minutos del segundo tiempo, cuando por los costados desnudó fisuras en la defensa millonaria y entre los 20 y los 40 del mismo lapso, cuando entró Montillo y, a punta de atrevimiento y habilidad, puso a River contra las cuerdas. De una escapada suya por la derecha vino el centro para el cabezazo de Carreño y el 1-1.
Cuando San Lorenzo repiqueteaba buscando ganar su primer partido de local, pero sin el plus de calidad imprescindible para lograrlo, Montenegro lanzó un centro desde la izquierda, Maxi López saltó más alto que ninguno y lo que era un empate soso se transformó en la victoria que River necesitaba para poner a prueba su carácter y seguir en pie. Aunque una pregunta por estas horas recorre el ambiente: este equipo de Astrada, ¿es el único capaz de hacer trastabillar a un equipo indestructible? La respuesta, el 9 de mayo en la Bombonera. Ese día será la prueba de fuego.