FúTBOL › NEWELL’S DESNUDO LAS DEFICIENCIAS DEL EQUIPO DE ASTRADA
River quedó en orsai
El cuadro rosarino tiró el achique y con eso frenó el ímpetu ofensivo de River. Después aguantó con un excelente arquero y, cuando pudo atacar, dejó al descubierto la fragilidad defensiva de River. Capria, Gallardo (de penal), Penta y Cuevas marcaron los goles en un partido técnicamente discreto, pero muy intenso y emotivo. Fueron expulsados Capria, Gandolfi y Méndez. Quedaron varias jugadas para la polémica. River sigue invicto, pero sus hinchas están preocupados.
Por Juan Jose Panno
“Los equipos se arman de atrás para adelante”, dicen los libros del fútbol que seguramente no fueron escritos por técnicos audaces. Pero la afirmación tiene algo de cierto y River, que necesita urgente alineación y balanceo, está ahí para certificarlo. Astrada anda a la búsqueda de un equipo y por ahora se tiene que arreglar con una banda que funciona muy bien de la mitad de cancha hacia adelante y es un desastre de la mitad hacia atrás. River tiene a los dos Marcelos, tiene a Gabriel Pereyra que se afirma cada vez más y tiene a Mascherano que rinde parejito aun cuando no alcance su mejor nivel, pero padece de un arquero inseguro y de una línea de cuatro endeble, frágil, que agranda a cualquier contrario y causa pánico entre los propios hinchas (ver recuadro).
Newell’s se arma como puede y la verdad es que hasta ahora no le va mal. No tiene gran cosa, no tiene nombres rutilantes (salvo Ortega, que ayer no jugó porque está contracturado), pero cuenta con un buen arquero, un esquema defensivo sostenido con Julián Maidana y con el achique, un medio juego voluntarioso y prolijo, y algunas ráfagas de fútbol de Capria, Marino o el pibe Scocco. Con eso le alcanzó para sacar un empate en el Monumental que pudo haber sido triunfo si hubiera tenido un poco más de pimienta y si se hubiera animado un poco más. Con todo lo que tienen y lo que les falta, pero sobre todo con una enorme generosidad para pelear cada pelota, River y Newell’s terminaron armando un partido emotivo, caliente, excitante, con muchas situaciones de gol y una gran incógnita por el resultado hasta el último minuto. Los rosarinos, pese a que terminaron con un jugador más, celebraron el empate porque en gran parte del partido habían estado con uno menos, porque –después de todo– un empate en el Monumental ante el River de nombres grossos nunca es mal negocio y porque siguen cerquita de la punta, a la expectativa.
Lo mejor del equipo del Tolo Gallego estuvo en algunos pasajes del primer tiempo, cuando maniató a River tirando el offside, manejó la pelota con criterio en el medio y desnudó la fragilidad defensiva del rival. Con un poco de fortuna (remate de Capria que dio en Nasuti y se metió por sobre la cabeza de Costanzo) se había puesto en ventaja, pero no tuvo decisión ni suerte para liquidar el partido.
River, que está peligrosamente acostumbrado a correr de atrás (en 5 de 8 partidos de este torneo empezó perdiendo), debió remontar dos veces el resultado. Empató 1 a 1 con un penal dudoso que convirtió muy bien Gallardo y después del gol de Penta (empujó la pelota tras un centro mientras los defensores de River miraban) logró el 2 a 2 definitivo con un cañonazo de Cuevas en una jugada que empezó con un penalazo a Gallardo que no cobró el árbitro. Antes y después de esos goles, en el segundo tiempo pasó de todo: se fueron expulsados Capria y Gandolfi por doble amarilla, y Méndez por un foul sin pelota; Gallardo metió un remate extraordinario que salvó Villar, la gran figura de Newell’s; Salas se perdió un gol increíble; Maxi López –que protestó más de lo que jugó– le hizo competencia; Penta casi sorprende a Costanzo con un remate desde lejos y Mascherano aportó lo mejor de lo suyo cuando ganó un mano a mano sobre el final al pibe Steinert que pudo cerrar el partido. Lo pudo ganar cualquiera de los dos y el empate está bien. Eso sí: los hinchas rosarinos se fueron satisfechos e ilusionados y los de River, silenciosos y preocupados, aunque después se calmaron si vieron a Boca por televisión.