FúTBOL › COMO CIERRAN (O NO) LAS COMPLICADAS CUENTAS DEL FUTBOL
AFA y el número de oro
La AFA respira con mayor tranquilidad. Entre los ingresos en dólares –excursiones a Japón y Libia– y los efectos de la devaluación, las cuentas en rojo de un año atrás se comienzan a saldar. La hora de los sponsors.
Por Gustavo Veiga
La AFA dejó de ser un paciente enfermo que necesitaba urgente atención y, gracias a sus ingresos en dólares y a la devaluación, comenzó a paliar la grave crisis reflejada en su último balance, que arrojó un déficit de 20.725.084,31 pesos. La extensión de un contrato en dólares convenida con Adidas, el nuevo aporte de Mastercard que reemplazó a su competidora Visa, un par de acuerdos con YPF y Coca-Cola que están al caer y la recaudación conseguida mediante partidos amistosos como el que se jugó en Libia el miércoles pasado, son los síntomas de la evolución financiera en la casa matriz del fútbol. Mejoría que no se preveía a mediados del año pasado con un país colapsado y la eliminación prematura del seleccionado nacional del Mundial disputado en Corea y Japón. Sin embargo, no todas son señales de alivio. En el rubro que se tornó más indispensable durante la década del ‘90, la televisión, resta mucho por discutirse. Sobre todo, el porcentaje de actualización del contrato con TSC (la empresa que explota los derechos) que rondaría un 20 por ciento de aumento a partir de la próxima temporada.
Ya lo había expresado Julio Grondona hace un puñado de años: “Hubo algo que fue lamentable para el país y beneficioso para la AFA: la inflación. Uno recogía una cantidad de dinero todas las semanas, iba al banco y en siete días pagaba los sueldos. Tanta fue la abundancia, la de aquella AFA rica y clubes pobres. Aunque era rica porque estaba haciendo dinero para dárselo a los clubes”. La historia, aunque no es lineal, se ha vuelto ahora semejante. El gobierno provisorio de Eduardo Duhalde devaluó, la asociación mantuvo como pudo los ingresos en dólares y sus deudas se pesificaron. Poco importó –según hoy puede comprobarse– que las instituciones afiliadas le debieran a la AFA al cierre del último ejercicio 102.247.714,68 pesos, previstos como incobrables según su propio Tribunal de Cuentas.
La sociedad con Punto Gol, la empresa que comercializa las marcas de la AFA, permitió la renegociación de los contratos en condiciones más o menos ventajosas. La excepción fue el que se mantenía con Adidas –en éste la compañía no intervino– y por el cual se obtuvo un adelanto en dólares a cuenta de la prórroga entre 2006 y 2010. El acuerdo con la firma alemana de indumentaria deportiva es como la vaca que ha dado más leche. Y hace tiempo que sirve para tapar agujeros. La AFA lo ofreció como garantía para abonarle un préstamo al Credit Suisse First Boston –unos 44.772.000pesos– cuando tuvo que socorrer a los clubes en mayo del 2001 después de una huelga de Futbolistas Argentinos Agremiados por deudas impagas con la mayoría de los planteles.
Además de Adidas, la AFA mantiene como sponsors a Quilmes, Coca-Cola, YPF y Carrefour, reemplazó a Visa con Mastercard, agregó a Villavicencio y estaría por incorporar a una automotriz que sería Volkswagen. Con la embotelladora de gaseosas tendría casi acordado un canon anual cercano a los 3 millones de pesos y con la de agua mineral un millón de pesos en productos. Por su parte, la tarjeta de crédito desembolsará 750 mil por año en un contrato por cuatro temporadas. En la AFA, todas estas operaciones se definen como éxitos comerciales, así como la organización de determinados partidos amistosos. El que se jugó la semana pasada en Trípoli deparó una recaudación de un millón de dólares que dejó de parabienes a dirigentes, cuerpo técnico y jugadores. Con encuentros como ése, los integrantes de la Selección, desde Marcelo Bielsa hasta el último futbolista, van cobrando los montos atrasados por su participación en las eliminatorias y el Mundial.
Así como la AFA factura hoy sumas por publicidad que parecían descabelladas tras el cimbronazo que significó la eliminación del Mundial 2002, en el capítulo destinado a la televisión no está en condiciones de escribir la misma historia. Y el contexto mundial, con contratos renegociados a la baja en las principales ligas de Europa, no la favorece. Es lo que sucede en España, donde corre peligro el inicio de la temporada 2003-2004 si los operadores televisivos no se ponen de acuerdo con los directivos del fútbol. Los primeros ofrecen 126 millones de euros, pero la Liga Profesional demanda entre 240 y 280 millones por año. Con un dato adicional que agrava la situación: los tres clubes más importantes, Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid, ya vendieron individualmente sus derechos televisivos hasta el 2008 y otro tanto estaría por hacer el Espanyol con la TV autonómica de Cataluña.
Aquí “es difícil que Boca y River se vayan a cortar solos”, sostiene una fuente de la AFA. Por el contrario, las instituciones más poderosas de la Argentina se han mostrado solidarias con las demás en cierta ocasión. Cuando se acordó la televisación del quinto partido codificado, la suma de 10 millones de pesos que reportaba el contrato con TSC fue derivada a pagar las deudas contraídas por la mayoría de los clubes. En rigor, ese convenio estaba estipulado en dólares y se pesificó debido a la entrada en vigencia de la ley de Emergencia Económica y del decreto 214/02, y a que “los operadores de todo nivel vienen renegociando a la baja los acuerdos con los proveedores de programación, incluida TSC”, según sostiene la parte empresaria.
La devaluación, entonces, significó una ventaja para la AFA por los contratos de publicidad en divisas que percibe, pero en el caso de la TV, cuya ganancia es la utilidad esencial de todos los clubes, generó una sangría. Por el segundo semestre del 2002 y en la última extensión del contrato madre firmado con TSC, ésta aceptó pagar 38.500.000 de pesos, que incluyó un simbólico incremento del 10 por ciento. En enero de este año ese valor tendría que haberse ido hacia arriba y sin embargo los clubes no recibieron un peso más. Mientras tanto, los operadores de la televisión por cable aumentaban la tarifa del abono hasta un 20 por ciento que no era trasladado al fútbol. Esa suba recién se pagaría a partir de julio próximo, aunque los dirigentes aspiran a que sea retroactiva a comienzos del 2003.
“Grondona nos dijo que van a dar ese aumento y casi todos estuvieron de acuerdo. El argumento que sostiene para conformarnos es que no existen otros oferentes para televisar el fútbol”, afirma un presidente quejoso por el reparto de los derechos televisivos. Sea como fuere, el rentable contrato que disparó los valores del fútbol por las nubes en abril de 1991–aquel que permitió aumentar la cantidad de partidos codificados hasta llevarlos a cinco– ya no es lo que era. Incluso hasta se cobra con dificultades. En lo que va del 2003, la AFA debió intimar el pago de cuotas atrasadas mediante una carta documento.
“Nos están pasando”, murmuran en instituciones a menudo críticas como Vélez, Chacarita, Chicago y Lanús, aunque nadie atina a tensar la cuerda. Mientras tanto, la AFA mantiene un delicado equilibrio entre los propietarios de los derechos televisivos y sus clubes afiliados. En un papel de mediador que incomoda, a menudo se confunden los roles: ¿asociación civil o socio comercial?, ¿juez o parte? En este conflicto de intereses parece que se trata casi de lo mismo.