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Lunes, 5 de junio de 2006

CONTRATAPA › CALENTANDO LOS MOTORES

El Mundial de Valdano y de Cappa

 Por Juan Jose Panno
Desde Madrid

Primera posta en el camino a la Alemania mundialista. Eso de ambientarse de a poco es una buena excusa para visitar amigos instalados por estos pagos. La primera noche es con cena incluida en Puerta de Hierro, en el espacio de lo que fue la mismísima Quinta 17 de Octubre, desde donde Perón manejaba los hilos de la política justicialista durante el exilio. La quinta fue parcelada y quedaron varias casas con generosos jardines. Una de esas casas es la de Jorge Valdano –todavía en proceso de recuperación, después de la fatídica caída de un helicóptero en México– y su esposa. Está bien Valdano, flaco como un mástil, pero sosteniendo la bandera del pluriempleo: durante el Mundial trabajará para la nueva cadena 6ª de España, Televisa, El Excelsior y Marca, entre otros medios. En los sillones del living se desparraman Jorge Eines –actor y director de teatro argentino de mucho renombre por aquí–, su esposa, un par de amigos de los dueños de casa y el prestigioso periodista del diario El País, Santiago Segurola.

Todos cuentan que por estos lados no hay clima de Mundial, que más de la mitad de los españoles no sabe qué día debuta la Selección, que casi no hay en la televisión más publicidades que los institucionales de los canales que emitirán, y se sorprenden cuando uno explica el campeonato de creatividad desatado por los publicitarios en la Argentina y da cuenta de la cantidad de periodistas acreditados.

Eines cuenta que en sus tiempos mozos era arquero del seleccionado del Nacional Manuel Belgrano (uno se ve obligado a dar fe en su carácter de compañero de equipo) y ataja como puede las bromas que le caen por el dinero que recauda con su libro Hacer actuar, que aquí ya va por la tercera edición y que pronto presentará en la Argentina. “Hay un teatro de la palabra, el teatro clásico de los españoles, muy declamativo; hay otro sustentado en las teorías del Actor’s Studio, basado en la emoción; y hay una posición intermedia que es la que obliga a poner el cuerpo en lo que se hace”, dice a modo de síntesis salvaje. También cuenta, a pedido del público, divertidas anécdotas. Va una resumidísima: en una obra, Víctor Laplace tiene que batirse a duelo con otro actor. El otro dispara y en lugar de la bala de fogueo sale un clic pequeñito, una, dos veces, hasta que se ilumina: “Estas cosas se arreglan afuera”, dice. Salen de la escena, simulan un estampido y Laplace vuelve a los tumbos, muriéndose de a poquito para continuar con lo que venía, una mujer que se arroja sobre su cuerpo.

Segurola pregunta por Agüero y por el estado de salud de Messi, y cuenta de un documental que vio en la tele sobre la vida de Ronaldinho. Que va a buscar una gaseosa a la heladera con una pelota entre los pies, que va al baño con una pelota en todos los pies; que todo lo hace jugando. Valdano agrega que Maradona, en su casa de Nápoles, jugaba al fútbol-tenis entre medio de los jarrones y engancha a Maradona con Ronaldinho y Rooney. “Tienen el mismo patrón de juego sostenido en la libertad, ¿quién les va a dar alguna indicación?, ¿quién les va a decir cómo tienen que jugar? Rooney es una especie de hooligan, son tipos muy especiales, esos son los que hacen la diferencia.”

Maradona está en España, jugando un torneo de showbol. Ya cerró su incorporación como comentarista de la Cadena 4. Va a cobrar algo así como medio millón de euros. Valdano cuenta que lo ve fenómeno y recuerda que, hace un par de años, Diego lo llamó por teléfono y le dijo cosas que no entendía. “Me quedé muy mal, no supe qué contestarle porque en realidad no entendía lo que me estaba diciendo. Balbuceaba. Ahora se lo ve físicamente mejor que nunca.” A quien también vio fenómeno Valdano es a Messi. “En el partido contra Angola hizo una jugada en la que llegó dos veces con lo justito poniendo la puntita del botín, dos jugadas que no podría haber hecho si no estuviera ya recuperado.” Mediodía siguiente. Almuerzo en De María, con Angel Cappa y Rodolfo Chisleanschi, periodista amigo. Torta pascualina, bife con papas fritas y vino tinto. Como para sentirse en casa. Media hora de almuerzo. Cuatro horas de sobremesa. Uno se pregunta qué pasa si Crespo se queda en el banco y juegan los bajitos; Cappa pregunta a la vez qué pasa si juega Mascherano como único volante de contención, arriesga el nombre de Gago, “aunque ahora hay que hablar de los que están”, intenta adivinar qué hará Pekerman, pregunta por el clima eufórico en Buenos Aires y agranda las ilusiones cuando dice que “excepto Brasil, del medio hacia arriba, nadie tiene todo lo que tiene Argentina”. Con el perdón de la redundancia, Cappa acaparará también mucho trabajo durante el Mundial: la radio Onda Cero, la Sexta de TV, Marca, un diario peruano y Olé. A la noche, invitan Chisleanschi y compañía: fiesta en Patones de Arriba, un pueblito medieval a 60 kilómetros de Madrid, tan escondido que según la leyenda no vio Napoleón cuando ocupó España. Calles serpenteadas con adoquines obligan a entrenamiento de decatlonista para alcanzar el centro. Cuatrocientos habitantes. Una buena parte está en la fiesta. Hay que ir disfrazado con algo del Medioevo. Algunos llevan capas de inquisidores, otros mallas de caballeros, hay doncellas, arcángeles, todo muy artesanal, muy pintoresco. Uno encuentra una solución latinoamericana para la cuestión del disfraz: pide prestado un pulóver a rayas y va de “MedioEvo Morales”.

El Mundial, por supuesto, no pasa por Patones de Arriba. Desde Nuremberg, en la próxima, se empezará a escribir otra historia.

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