EL EMPATE SIN GOLES CONTRA QUILMES NO ES UN MAL NEGOCIO, PERO DEJO CON BRONCA A LOS HINCHAS XENEIZES
A Boca lo que lo mata es la ansiedad
En los últimos minutos, Boca pudo quedarse con la victoria en un partido que se le hizo cuesta arriba por sus propias limitaciones para atacar y el correcto planteo del rival. Quilmes metió un tiro en el travesaño en el arranque y dispuso de alguna otra, provocando la euforia de su gente que ocupó dos bandejas de la Bombonera. El encuentro sólo tuvo brillo en algunos pasajes muy aislados. Figuras: Schiavi, Cascini, Gerlo, Perea y Pontiroli.
Por Juan José Panno
Los hinchas de Boca están demasiado agrandados y por eso cuentan los porotos antes de conseguirlos, creen que ganar es sólo un trámite, especulan con la fecha de la consagración y se quedan con bronca si empatan, como ocurrió ayer contra Quilmes, sin analizar si el equipo jugó bien o mal, si mereció o no el triunfo o si los jugadores estaban físicamente bien o no, tras el partido del jueves pasado. Los hinchas de Boca quieren, como Bianchi, que este campeonato se termine de una vez para poder meterse de lleno en la final contra el Milan. La diferencia tal vez está en que el técnico sabe que las cosas son más complicadas de lo que aparentan; que ni el partido contra el Milan ni este contra Quilmes se resuelven sólo con buenas intenciones y voluntad ganadora y que, después de todo, no es tan mala cosa ese punto..
Boca no jugó bien, fue muy embarullado del medio hacia arriba y volvió a mostrar enormes dificultades para encontrar el camino del arco, o el arco propiamente dicho, pero igualmente estuvo un poquito más cerca de la victoria. Ocurre que en el último tramo arrinconó a su rival contra los tres palos y dio una sensación de gran superioridad que no se concretó y esto provocó la frustración de sus hinchas.
No tuvo jerarquía Boca y los primeros que se dieron cuenta fueron los hinchas de Quilmes, que sobre la mitad del primer tiempo se burlaron por partida doble de un equipo que regulaba energía y no transmitía nada en la cancha y de una hinchada que permanecía callada: “Parecen River / la puta que los parió”, les cantaron castigando de paso a los de la banda roja con quienes tienen cuentas pendientes tras el accidentado partido del Monumental. La razón principal de los problemas que padeció el equipo de Bianchi hay que buscarla por el lado de los méritos de Quilmes. El cuadrito de Gustavo Alfaro se plantó con un sencillo, modesto y cauteloso esquema. Doble línea de cuatro, es decir ocho hombres con la mejor predisposición para recuperar y algunos de ellos, como Garnier, Meléndez y Benítez, buscando también prolijidad para el toque como punto de partida de alguna aparición sorpresiva de Camps o López, soñando con algún contraataque veloz o un zapatazo. Casi se les da en el arranque del partido cuando Benítez probó desde treinta metros y reventó el travesaño del sorprendido Pato Abbondanzieri; y en el inicio del segundo tiempo, cuando el Chupa López se chupó y se morfó un gol increíblemente, debajo del arco. A Quilmes le alcanzó con eso para sacar pecho y retirarse orgulloso con el punto obtenido en la Bombonera.
Boca lamentó mucho la ausencia de Tevez, como es lógico imaginarlo, pero también extrañó a Clemente Rodríguez. El marcador de punta titular no jugó por una gripe y le dejó su lugar a Calvo, que fue el más flojo del fondo y que aportó muy poco en sus apariciones ofensivas. Con Rodríguez, Boca abre mejor la cancha y provoca más espacios, que resultan esenciales frente a rivales como Quilmes, que agrupan mucha gente atrás.
Un zurdazo de Schiavi que se reventó contra un palo, un pelotazo exacto de Guillermo para Iarley que el brasileño resolvió mal con un cabezazo, un cañonazo de Battaglia que se fue cerca y un remate sin ángulo de Iarley que sacó Pontiroli contra el primer palo, pudieron darle a Boca la victoria, que acarició a pesar de todo. Ahora le quedan para esta semana dos nuevas etapas de su maratón: Arsenal y Olimpo. Lo mejor que le puede pasar para superarlas es encontrar un poco de fútbol.