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Lunes, 16 de septiembre de 2002

NOQUEO A FERNANDO VARGAS EN LAS VEGAS

De la Hoya volvió

Venció por nocaut técnico en el 11º round, reteniendo el título superwelter del Consejo y arrebatándole a Vargas el de la Asociación.

Por Daniel Guiñazú

Se equivocaron aquellos que vaticinaban que Oscar de la Hoya estaba vacío, que carecía de hambre de gloria, que estaba más cerca del arrullo de la música latina que de la rudeza del boxeo. El “Golden Boy” le puso el alma, el corazón y la vida a su pelea ante Fernando “El Feroz” Vargas, soportó algún trago amargo y al final, cuando las energías menguaban y la fibra del campeón era lo único que quedaba por poner, terminó ganando por nocaut técnico al minuto y 48 segundos del 11º round, reteniendo el título superwelter del Consejo y arrebatándole a Vargas la versión de la Asociación.
Fallaron también los que presuponían que el más grande iba a poder con el más chico. Vargas, el superwelter natural, el que estaba en su peso de siempre, era el más fuerte de los dos. Pero no siempre el boxeo se define en esos términos. También privan la habilidad y el talento. Y el más hábil y el más talentoso, sin dudas, fue De la Hoya, el superwelter inflado, el que hacía su tercera pelea en la categoría, el que llegaba hasta aquí sumando kilos pero resignando potencia. El que quizás por primera vez en su brillante carrera, subía al ring más como candidato a la derrota que como favorito de la victoria.
No fue una gran pelea, la del sábado a la medianoche en el Mandalay Bay Casino de Las Vegas. Pero resultó una buena pelea de campeonato del mundo. Fue Vargas (69,854 kg) quien amasó diferencias en los cinco primeros asaltos impactando su derecha larga sobre el pómulo derecho de De la Hoya, que rápidamente quedó marcado, y la nariz que, partir del 4º, empezó a sangrar. Y fue De la Hoya (69,854 kg) quien del 6º round en adelante (con excepción del 9º que perdió) revirtió la tendencia en su contra y pasó a mandar. Sus argumentos, no por simples, dejaron de ser efectivos: la velocidad de su jab de izquierda y el poder de su gancho zurdo y de su derecha en directo y en cross. En el 6º, Vargas apareció cortado en su pómulo derecho, indicio de que las manos del Golden Boy también llegaban y dolían.
Si hasta el comienzo de la 11ª vuelta, la pelea estaba pareja, si no había en las tarjetas, ventajas apreciables para ninguno de los dos, ¿por qué fue De la Hoya quien desequilibró y terminó ganando? Dio toda la impresión de que Vargas se quedó sin energías en la segunda mitad del pleito. Y sin energías, también se le acabó su plan. Lo que tenía adentro pareció alcanzarle para cinco rounds y en ese lapso, le entró duro a De la Hoya y cada vez que pudo acorrarlo contra los sogas, le hizo sentir su vigor, eso sí, sin llegar jamás a conmoverlo.
En cambio, De la Hoya tuvo gas hasta el final. Y un corazón de campeón que Vargas, como le sucedió ante Trinidad la noche de su primera derrota, no mostró cuando la mano le vino cambiada. A la hora de saber sufrir, el “Feroz” Vargas fue perdiendo ferocidad en la misma medida que De la Hoya se fue ganando poder y presencia. El resto lo puso la clase del campeón.
El último indicio de que estaba en pelea, Vargas lo dio en el 9º round cuando volvió a darle salida a su derecha y forzó con sus piernas el retroceso de De la Hoya. Al final del 10º, el Golden Boy lo pescó con una zurda corta y ascendente a la mandíbula que lo hizo ondular y que preparó el terreno para lo que se vino en el 11º: De la Hoya exploró el terreno con una izquierda en jab y volvió con otra izquierda, esta vez ascendente y en gancho, que acostó a Vargas contra la lona. Vargas se levantó tambaleante y pretendió escapar. Pero no tuvo como hacerlo: De la Hoya lo encerró contra las cuerdas, le sacudió la cabeza con un par de mazazos y obligó al árbitro Joe Cortez a detener la paliza.
Para ser más macho y más mexicano que Vargas (a quien Julio César Chávez, el máximo boxeador azteca de todos los tiempos, acompañó hasta el borde del ring), De la Hoya fue menos peleador que ante Chávez, Quartey y Carr, menos conservador que frente a Trinidad y Mosley y menos displicente que ante Castillejo. Adoptó un perfil intermedio y superador. Y le terminóyendo tan bien que ganó cuando la mayoría suponía que estaba para perder. Ahora en su futuro (que se hubiera cancelado en caso de una derrota) se recortan dos nombres: si la idea es seguir unificando títulos a buen precio, Ronald “Winky” Wright, el campeón superwelter de la Federación, es el próximo en la lista.
Si, en cambio, se pretende empezar a lavar derrotas, todo parece indicar que se viene el desquite ante Shane Mosley (¿ en welter o superwelter?) a la espera de que más temprano que tarde, Tito Trinidad salga de su retiro y acepte calzarse los guantes otra vez por una parva de millones de dólares. Parece mentira: cuando casi todos lo daban fuera del negocio, con la música en otra parte, volvió De la Hoya. Como cantante, un gran boxeador. Como boxeador, un grande de este tiempo.

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Un tramo de la pelea, de singular dureza.
 
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