Lun 19.05.2003
libero

UNA ENTREVISTA A FONDO CON SERGIO VIGIL, EL ENTRENADOR DE LAS LEONAS

Cachito se la sabe lunga

Enamorado de su profesión, de su equipo, del deporte, el entrenador que llevó a la Selección femenina de hockey sobre césped al título mundial explica su filosofía de trabajo, de lo que significan los éxitos deportivos en un país en crisis y de su admiración por Marcelo Bielsa.

› Por Ariel Greco

Su idea es crecer cada día. Así piensa y así lo transmite, no sólo en las palabras sino también en los hechos. De esa manera, Sergio Vigil, el entrenador de Las Leonas, explica la filosofía que llevó a su equipo al primer lugar del hockey mundial, sitio que a partir de su visión seguirá siendo propiedad del equipo argentino si se continúa trabajando con los valores que se forjaron desde el inicio del ciclo. “Si pensás en mantenerte, ya empezás a bajar”, arranca Vigil, antes de viajar a Europa para visitar a sus jugadoras, en su extenso diálogo con Líbero, donde también habló de sus esperanzas para que Argentina supere su crisis y de su admiración hacia Marcelo Bielsa y su trabajo en la Selección Argentina de fútbol.
–Cuando se llega a un primer lugar, siempre se dice que lo difícil es mantenerse. ¿Vos pensás diferente?
–La filosofía que sostenemos es la de siempre estar llegando. Que no nos preocupemos por mantenernos, y sí que nos ocupemos de crecer cada día para llegar cada vez más alto. Uno accedió al primer lugar del mundo creciendo. Entonces, te dicen: “Ahora te tenés que mantener”. No, ahora tenemos que ser más número uno que nunca. Pero, ¿en qué? Primero en valores. Como conductores, en la vida y en el entrenamiento, lo primero que debemos transmitir son valores, después conceptos y recién por último técnica. Las tres cosas son importantes, pero en ese orden: valores, conceptos y técnica. Por eso, hay que ser cada vez más número uno en valores. De los éxitos uno se tiene que olvidar rápido, no así de la forma que posibilitó conseguirlos, que fue la permanencia de los valores: esfuerzo, convicción, solidaridad, humildad, espíritu de grupo. Si eso se conserva, todo lo demás debe mejorarse y variar. Nunca hay que olvidar las cosas que nos dieron resultados, pero no hay que quedarse con eso. El éxito de este equipo fue siempre seguir buscando, creando, innovando. A veces se hacen asociaciones del éxito: “Esta táctica nos dio resultado. Si nos fue bien, ¿por qué vamos a cambiar?”. No, al contrario. Hay que entrar en crisis que provoquen crecimiento. Uno le tiene miedo al cambio. Ahí está el error. Nos fue bien porque siempre buscamos seguir creciendo, innovando, cambiando.
–¿Qué es lo que más orgullo te da de dirigir a Las Leonas?
–Dos cosas. Una: no es el qué logró sino el cómo lo logró. Y la otra es que este equipo es el que más piensa del planeta. Si lo pudiéramos poner a competir en cualquier otro deporte, se destacaría. Para este equipo, saber es importante, pero pensar es determinante. Logró entender y sentir el juego como ningún otro. Por eso ganó y por eso va seguir ganando. Siempre el sueño fue lograr un equipo que en la cancha supere en capacidad de pensamiento a sus entrenadores, y que ese razonamiento, junto con la espontaneidad, armen un cóctel maravilloso, explosivo para los rivales.
–Lograste inculcarle una mística que en el deporte argentino parecía que era patrimonio únicamente de equipos de varones.
–Dirigí equipos de varones y de mujeres, y me gustan los dos, aunque yo veía una cualidad especial en las mujeres. Pero siempre me dijeron: “Cachito, no intentes formar un grupo humano como el de los varones con las mujeres porque son complicadas”. Y yo dije no, no lo acepto, y en eso soy caprichoso. Por eso, junto con el cuerpo técnico, me propuse formar un plantel que tuviera la mística que tienen los grupos de varones en el sentido de amistad, que tenga la garra y la pasión por el deporte que tienen los varones, pero con la sensibilidad y la belleza de la mujer. Entonces, ¿qué transmite esta Selección? Transmite garra, transmite la ilusión de que no se necesita ser rico para ser feliz, que no se necesita toda la tecnología para poder alcanzar el éxito deportivo, que no se necesita sufrir en el alto rendimiento para conseguir objetivos.
–¿Y cuál es el secreto?
–Siempre se decía que las mujeres son ciclotímicas, que son difíciles de relacionar y que había que hacerle las cosas sencillas porque, si no,se complican. No, todo lo contrario. Si la mujer está pensando todo el tiempo. Hay que explotar esa gran capacidad que tiene. Lo que pasa es que es fundamental, y acá está el secreto, la forma en que uno transmite el mensaje. En el varón, lo importante es el mensaje en sí. Si no es transmitido de la mejor manera, pero el mensaje es bueno, le llega igual. En la mujer, el mensaje puede ser buenísimo, pero si la forma de transmitirlo no es la adecuada, no le llega porque sufre en el camino. Todo eso fue un gran desafío. Hoy, si por algo me siento feliz, es porque este equipo piensa y siente como ninguno, y tiene esa sensibilidad de la mujer que es increíble.
–¿Cómo se evita el estancamiento teniendo en cuenta que, salvo en los grandes torneos, los rivales no tienen tanta jerarquía?
–Hay que jugar a despecho del rival, por nuestro propio crecimiento. Para nosotros, lo más importante del mundo es el entrenamiento de mañana. Una vez que lo cumplimos, pasa a ser el de pasado. Después es la competencia que nos toque, porque cualquier torneo nos permite seguir creciendo. Además nos permite disfrutar de lo más lindo, que es el juego en sí. Un torneo es una excusa para jugar. Por eso, todos tienen importancia, más allá de que estadísticamente y por trascendencia hay algunos que tienen más repercusión que otros. Para nuestro sentimiento, el jugar es lo más importante, es lo único. Por supuesto, que una medalla en un Mundial o en los Juegos Olímpicos es sublime. Pero uno no se tiene que medir por el rendimiento de los rivales sino que se tiene que medir por las posibilidades propias de crecimiento.
–¿Y cómo se mantiene la motivación?
–Siempre me hacen dos preguntas: “¿Cachito, qué les queda por ganar?”. Y mi respuesta es salir otra vez campeón mundial, ganar de nuevo el Champions Trophy, volver a ser medallista olímpico y si es posible de oro, entrenarnos mejor que el día anterior. Siempre pongo este ejemplo: pasás un día lindo con tu familia, esos días que sale todo perfecto. ¿Qué querés a la otra semana? Vivir otro momento igual, uno vive para eso. Por eso siempre hay nuevas cosas por lograr y festejar. ¿Qué es lo que nos queda de un triunfo? El abrazo con la gente con que lo lograste. Y obvio que nos gustaría abrazarnos todos los días, mirá si nos quedan cosas por ganar. Mirá todas las motivaciones que tenemos para pensar en nuevos objetivos. Lo otro que me preguntaban es: “¿Cómo te vas a retirar en el 2004, si tu objetivo era salir campeón de la década?”. Yo dije no, se confundieron. Mi objetivo no es que Sergio Vigil sea el campeón de la década, yo quiero que la Selección Argentina sea campeona de la década. Además, yo digo que no tengo contrato hasta el 2004. Mi contrato lo finalizo cada noche y lo defiendo cada día. Hoy a las 24 lo termino y mañana a las 7 cuando me levante tengo que defenderlo y ganármelo de nuevo, para sentirme que sigo siendo entrenador de selección.
–¿Por qué pensás que, en el peor año de la Argentina, salvo el fútbol los demás deportes consiguieron logros tan importantes?
–Lo que abrió la posibilidad para que todos los demás deportes ganaran fue el fútbol. No sólo soy un agradecido sino que soy un admirador del proceso de la Selección Argentina, incluso en el Mundial. Los argentinos tenemos que dejar de ser hipócritas, exitistas e injustos. El fútbol dio una lección, empezando por su director técnico, Marcelo Bielsa, que supo contagiar a cada uno de los jugadores el amateurismo en un deporte superprofesionalizado. Tuvo la desgracia de que no alcanzó el resultado deportivo. Pero fue algo histórico que un equipo al que no le fue bien a nivel resultado tuviera la dignidad de retirarse sin discutir entre ellos, sin que hubiera una polémica entre jugadores y cuerpo técnico, que todos hablen de un proceso que les enseñó muchísimo y de todo lo que crecieron y aprendieron en el camino. Y la AFA dio otra lección al renovar a un técnico maravilloso en todo aspecto, tanto como profesional como personal, como es Bielsa. Porque antes de ir a Japón se dijo que era la mejor gestión histórica que había tenido el fútbol argentino. No se alcanzó unresultado deportivo, pero sí se dejó una huella muy grande, que tarde o temprano, quizá con otros jugadores, va a tener el premio. Además, el fútbol cargó con todas las presiones. En un país que estaba derrumbado, se le tiró una mochila con un millón de cascotes, con lo que a ese equipo sólo le quedaba ganar. Y tanto el básquetbol como el hockey, como el resto de los deportes, supieron capitalizar esa experiencia para poder superar la presión que significaba un pueblo argentino necesitado de triunfos. Por eso se tomaron cosas del fútbol para ver psicológicamente como se podía descomprimir la presión. Muchas veces me dijeron: “Ustedes que se sacrificaron tanto, no como el fútbol...”. No, no lo acepto. Primero que nosotros como equipo de hockey no nos sacrificamos, nos esforzamos. Sacrificio hacen las personas que se levantan a las cinco de la mañana y están en Constitución, que trabajan 10 horas y ganan 200 o 300 pesos. Se sacrifica la gente que hace dos cuadras de cola para conseguir un trabajo, que encima no lo consigue. Y luego, el esfuerzo deportivo que hicieron esos muchachos fue tremendo.
–¿Cómo aprovecharon esa experiencia?
–Se fue trabajando en diferentes aspectos. “Ustedes no le van a cambiar la vida a los argentinos por ganar o perder –les decía–. La gente va a disfrutar durante una semana de un espectáculo deportivo que los va a emocionar, que los va a hacer sufrir, alegrar, o los va a hacer llorar. Pero eso no les va a cambiar la vida. Si ustedes pueden dejar un mensaje de cómo se puede luchar por un objetivo. Después se puede llegar al primer puesto o no. En esas dos semanas tenemos que lograr emocionar a un pueblo a través de lo que entreguen en la cancha, y punto.” Otra cosa. Tenemos la posibilidad de ser campeones del mundo, no la obligación. Muchas veces se dice que el que juega por necesidad, pierde por obligación. Tenemos que darnos cuenta de que hay quince equipos que quieren lo mismo, y uno sólo va alcanzar el campeonato, otro va a ser segundo, tercero, cuarto... ¿Entonces, a los que no salen campeones mundiales, hay que tirarlos a la basura? Una de las cosas más lindas que hay en la vida es tener la posibilidad de... Entonces hay que aprovecharla. Otra cosa que hay que diferenciar es tener “tensión competitiva” de “estrés competitivo”. Hay que enseñarles a los jugadores a tener responsabilidad y no sentimiento de culpa. La responsabilidad es hacer todo para ganar, ése es el gran desafío. Con todos esos mensajes se fue tratando de sacar lo mejor de sí y descomprimir lo que se necesitaba. Hay que proponerse desafíos, porque los desafíos potencian y hay que quitar presiones. Muchas veces preguntan: “¿Cómo van a superar la presión de ser candidatos?”. Es una bendición ser candidato, no es una presión; es un desafío.

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