FúTBOL › OPINION
Cicatrización y valor
Por Juan Jose Panno
¿Qué valor tiene un 3 a 0 contra Bolivia? Ninguno, si antes del partido se pronostica un 3 a 0 como lo hicimos, seguramente, 9 de cada 10 hinchas argentinos.
¿Qué valor tienen las Eliminatorias? Ninguno, si antes de que comiencen se da por seguro, como lo hacemos 9 de cada 10 hinchas, que Argentina las va a ganar o que a lo sumo quedará segundo detrás de Brasil.
¿Qué valor tiene un gol de tiro libre como el que hizo D’Alessandro? Ninguno, si se le cuestiona al equipo que llegó al gol con una jugada de pelota detenida porque no podía llegar tocando por abajo.
¿Qué valor tiene el taco de Aimar? Ninguno, si después se le recrimina que lo hizo cuando ya había una diferencia de dos goles y no cuando estaban cero a cero.
No debe ser fácil para los jugadores y para Bielsa responder a tanta presión, tanta exigencia y tanta histeria. Si ganan, no le ganaron a nadie; si empatan, es porque no se animaron a ganar; y si pierden, es porque dieron ventajas o no tuvieron coraje; si juega Verón, se lo silba; si juega Almeyda, se extraña a Verón; cuando juegan los de afuera, se le reclama a Bielsa que ponga a los futbolistas de acá, pero si jugaran los de acá, pasará a preguntarse por qué el técnico no llama a los que están afuera; si se le gana a Bolivia, se recuerda que no se le pudo ganar a Suecia y se perdió con Inglaterra en el Mundial.
El romance del público y la Selección está quebrado, como se sabe, y el rotundo fracaso en el Mundial será tomado como punto de referencia una y otra vez, así se juegue bien o mal.
En las Eliminatorias anteriores, los que justificaban flojas actuaciones del equipo en función de los resultados y gastaban a cuenta por lo que se podía llegar a conseguir en Corea-Japón, hoy vaticinan un negro futuro en Alemania 2006, a la luz de una actuación apenas discreta ante Bolivia y piden giros completos que, en algunos casos, incluyen la cabeza del entrenador y algunos jugadores emblemáticos.
Es verdad que llovió cualquier cosa menos fútbol en la noche del sábado en el Monumental; es verdad que el equipo sigue jugando demasiado acelerado; que depende de destellos individuales más que de funcionamiento colectivo y que está lejos de jugar todo lo bien que, naturalmente, se pretende; pero también es cierto que no es sencillo enfrentar a un rival que juega con dos líneas de cuatro y amontona gente en exclusiva intención defensiva; que en un terreno resbaladizo y con un viento fuerte cruzando la cancha se ve más beneficiado el que no quiere. Y es cierto también que no es justo pretender mucho funcionamiento cuando los jugadores se encuentran un ratito antes de cada partido.
Si todo sigue así, la única posibilidad que tiene este equipo de cicatrizar las heridas es enfrentarse de nuevo a Suecia y ganarle... en la final del Mundial de Alemania.
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