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Por Diego Bonadeo

Quizá porque las distancias respecto de Independiente hacen dudosos los sueños de título, amainaron los chisporroteos y la pirotecnia para la antesala de este River-Boca. Se les recomendó discreción a los lenguaraces de entresemana, y solamente los hinchas anticiparon, quizá más tibiamente que nunca, los pormenores y los resultados de un partido que todavía no se había jugado. Era un poco la paz de un país-cementerio. Y para el imaginario, la asepsia suponía un clásico olvidable y quizá sin goles.
Pero, aunque no fue bueno, no será olvidable; y tuvo goles. Ya desde el principio, River monopolizó la pelota y Boca, con Ibarra y Clemente Rodríguez como volantes ofensivos, pareció estar predispuesto para ir de contra. No pesó Tevez, mientras Delgado y Barros Schelotto parecían esporádicos pero únicos argumentos ofensivos para Boca.
En River, como Garcé y Demichelis jugaban cerca de Astrada, y Celso Ayala, tal su costumbre por estos tiempos, se limitaba a deambular escapándole a los compromisos, aparecía la multiplicidad de Rojas para interrumpir los contadísimos circuitos ofensivos de Boca.
Pero así como Tevez no fue el de costumbre, tampoco D’Alessandro fue el habitual diferente. La única notoria individualidad era el Chelo Delgado, pero no era suficiente, porque River era un poco más que Boca, en un partido prácticamente sin llegadas netas.
A los treinta minutos, Fuertes entró por González y a los cuarenta y dos, por foul de Rojas a Tevez, el tiro libre de Delgado por encima de la barrera y con Comizzo tapado dejó el partido 1-0 para ir al descanso.
River siguió manejando el partido después del entretiempo. Y cada vez más. A los siete, rastrón de Zapata de izquierda a derecha y Fuertes la empuja para el empate.
Boca pasaba dificultosamente la mitad de la cancha, pero River, con dominio territorial y posesión de la pelota, no tenía quién marcara diferencias. Hasta que a los treinta y dos, quizá en la única jugada de compromiso para Comizzo del segundo tiempo, el Chelo Delgado desde afuera del área le puso la frutilla a “su” clásico para el 2-1 final.