Domingo, 22 de enero de 2006 | Hoy
SERGIO KISIELEWSKY: LA BELLEZA ES UN CAMPO MINADO
Poemas que se plantean la belleza después de la derrota.
Por Claudio Zeiger
La belleza es un campo minado
Sergio Kisielewsky
Alción
62 páginas
En un poemario anterior (Corazón negro), Kisielewsky afirmaba con zozobra y (se conjetura) un poco de resignación: “Llueve siempre en la cicatriz”. Y llueve aunque no llueva, como en la poesía de Jorge Teillier, y llueve siempre en la cicatriz también en este nuevo libro, La belleza es un campo minado, que –se anticipa hipótesis– marca el ingreso de su autor a la poesía mayor. La cicatriz viene a ser el tajo que raja la mirada del poeta de una vez y para siempre: el velo rasgado, la escisión que nunca puede volver a unirse. Hay que vivir así; hay que aprender a vivir así. En el inicio de La belleza..., la conciencia del tajo, cicatriz o escisión se llama “hueco”: todo pasa por la ventana menos “el hueco/ alrededor en que gira el mundo”. Establecida la regla de juego que en definitiva es siempre la misma (“llueve siempre en la cicatriz”), sólo queda dar vueltas alrededor de la pena, la melancolía, la pérdida de la utopía. Ya se sabe de libros anteriores que “los obreros no tomarán el poder”. Pero hay que avisar en este preciso momento que la poesía de Kisielewsky no derrapa en el riesgo que la acecha: no naufraga en el regodeo tanguero y melanco porque no renuncia a la búsqueda de la belleza. Aquí está dicho todo el tiempo, desde luego en el título del libro, y en la dedicatoria (“a mi hija Laura que ve la belleza”) y en la ampliación del título (“la belleza es un campo minado/ son los adoquines del atardecer/ que se llueven a sí mismos”). La belleza no es un ideal porque en verdad es algo que fugazmente se ha experimentado atrás, en el erizado paraje de la adolescencia, ahí donde el poeta ha quedado clavado junto con los compañeros de militancia desaparecidos en los ‘70 y que aquí tienen una presencia cada vez más intimista y menos abiertamente política que en poemarios anteriores (aunque cabe agregar que en un poema dedicado a la madre de Maxi Kosteki, hay una ráfaga de inédita avanzada poética sobre la era K). La belleza, en definitiva, no está ni adelante ni atrás, está más bien desperdigada en ese campo minado de la vida, y algunas personas la pueden ver, oír, tocar. Y Kisielewsky puede escribirla, perseguirla en sus versos, algunos contundentes hasta la consigna (“Me transfundiste tu soledad”; “el corazón es una deuda”; “hace años que estoy muerto en tus ojos vivos”), pero lo que seguro se puede apuntar es que en La belleza es un campo minado la persigue más que nunca.
Ajustando al máximo su capacidad poética y su trabajo con el lenguaje, decantando “lo político” y asumiendo una vertiente personal que no renuncia a los tópicos de la poesía en general, Kisielewsky logra un poemario mayor, de belleza sólida y dispersa en medio de las cicatrices, la lluvia, los tajos y los huecos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.