La verdad sobre todo
Crisis y
reconstrucción de la filosofía
Mario Bunge
trad. Rafael González del Solar
Gedisa
Barcelona, 2002
316 págs.
Por Jorge Pinedo
Dado que todas y cada una de las escuelas filosóficas están, con
certeza, descarriladas del tranway de la historia, Mario Bunge se propone resituarlas
en tanto “partera de ciencias y faro de la acción”. No sólo
repensándolas “correctamente, sino en grande”, contra el “pensamiento
débil y la consiguiente imposibilitada producción literaria”.
Más o menos ingenuos, Aristóteles, Kant, Hegel, Marx, el positivismo,
el pragmatismo, etc., están en ruinas.
Ni qué hablar de Schopenhauer, Nietzsche, Freud, Heidegger o Derrida, responsables
de los “fraudes y éxitos comerciales más grandes de todos los
tiempos”, autores que, con necedad, se niegan ante la evidencia de la “localización
cerebral de las facultades mentales” no menos que a poner a prueba sus tesis
y otorgarle objetivo sustento material a sus hipótesis. Ignorantes de que
la “buena filosofía” ha de edificarse con los materiales sustanciales
aportados por la ciencia y la tecnología, con las herramientas provenientes
de la lógica y la matemática. Por lo tanto, las pseudo (cuando no
anti) ideas propugnadas por los Lévi-Strauss, Foucault, Zizek, Badiou,
Vattimo, Agamben y demás chantapufis se escurrirán por el water
pese a sus pretensiones de ocupar las tapas de Leoplán.
Contundente argumentación a favor del bien y contra el mal proporciona
el más reciente ingenio de Mario Bunge, Crisis y reconstrucción
de la filosofía, volumen donde no sólo eleva a su apoteosis la anunciada
resurrección sino, con la generosidad que lo caracteriza, propende mediante
rigurosas fórmulas a la optimización ética, moral y hasta
política del orbe. De implacable, irreductible lógica, sin ir más
lejos, demuestra: humanismo - tecnología = estancamiento social; tecnología
- humanismo = declive social; y humanismo + tecnología = progreso social.
¡Ya está!
Pues, justamente, quien cultiva el “humanismo secular”, sistémico,
el auténtico “materialismo científico”, no es otro que
aquel que está justificado por quince doctorados, cuatro cargos de profesor
honorario, el premio Príncipe de Asturias, cuarenta libros y la titularidad
de la cátedra de filosofía de la McGill University de Montreal,
Canadá. En cuya lengua sajona —que es la de la ciencia, hoy por hoy—
escribe el fisicomatemático argentino.
Bunge, para quien aún no lo quiera ver, encarna el raciocinio y la corrección
política capaces de iluminar verdades evidentes, por más veladas
que se hallen al espíritu del común de los mortales. Compruébese:
“Cada venta de una grabación de música rock contribuye a la
degradación de la cultura”.
Alivia que un “trabajador de la industria del conocimiento” utilice
el poder de la Razón a fin de iluminar mentes abstrusas, encandiladas por
el análisis y la interpretación, presas de principios idealistas
que los alejan del rigor “plausible” (“Un sistema social humano
es un sistema social compuesto por seres humanos...”). Método y sistema,
lógica y rigor, palo y a la lona, es lo que evita la tautología
(“Las ciencias sociales estudian sistemas sociales”), aun la perogrullada
(“Todo ser humano pertenece al menos a un sistema social”).
Porque “los humanos filosofan a partir del momento en que cobran conciencia”,
Mario Bunge vuelve a emerger cuan heraldo y adalid, precisamente, de la conciencia
y de nada más que la conciencia. Valiente cruzado de la Verdad en un mundo
“compuesto exclusivamente por cosas concretas”, Bunge debe luchar contra
los mercenarios impulsores de las “ideas separadas de las cosas y flotando
sobre ellas”. Y ésta, su aguardada entrega, figura al modo de espada,
lanza, ariete, afilado facón.