Las librerías virtuales se convierten en una opción muy atractiva para revolver (es un decir) catálogos.
POR RODOLFO EDWARDS
El fulgurante advenimiento de Internet y su posterior masificación produjeron bruscos cambios en las modalidades de consumo. Para los compradores compulsivos se abrió un campo de posibilidades casi infinito y con la leve presión de un dedo sobre el mouse se accedía a los pasillos virtuales del shopping más grande del mundo. Pero no todas fueron rosas en el intercambio de fluidos internéticos. Revisando célebres anécdotas nos encontramos con una digna de recordarse: una persona vendió a través de la red una bandera japonesa supuestamente usada por las huestes niponas en la Segunda Guerra Mundial en una enorme suma de plata, y luego de una inspección se comprobó que se trataba de una sábana con un círculo rojo pintado en el centro, que había estado enterrada largo tiempo en los fondos de una casa. En el sitio de remates virtuales Ebay (www.ebay.com), hace un tiempo se ofreció una declaración jurada de Borges, original, firmada de puño y letra por Georgie el 12 de agosto de 1963; después de lanzada la subasta, el precio tuvo un ascenso vertiginoso. ¿Para cuándo el patito de goma de Cortázar o un sombrerito de Manucho?
Las librerías virtuales tienen abiertas las puertas de sus páginas web para que los lectores del mundo puedan revolver las bateas sin necesidad de llenarse los dedos de polvo. Uno de los sites clásicos es www.amazon.com, donde se encuentran libros nuevos y usados, pero con la desventaja de que la presencia de libros en español es escasa y además los precios están pautados en dólares o euros, cosa que ahora dificulta el acceso para los bolsillos argentinos. Sí se consiguen libros en español en el sitio www.libreriarenacimiento.com. Esta librería fue fundada en 1974 en Sevilla, España, y actualmente tiene un gigantesco galpón en una zona fabril colmado de libros. Librería Renacimiento se especializa en literatura española e hispanoamericana y en material vinculado con la Guerra Civil Española. En 1995 adquirió en Nueva York el frondoso catálogo de la librería de Eliseo Torres (más de un millón de volúmenes).
En nuestro país, la librería Alberto Casares (www.acasares.servisur.com) despliega en su página web un nutrido panorama, donde se encuentran ediciones especiales para bibliófilos y libros de arte, historia y literaturas varias. Una primera edición, datada en 1938, del libro Diez poemas sin poesía del insigne poeta Nicolás Olivari, brilla en la lista entre otras muchas gemas. También cuenta con local en la calle Suipacha 521 que atiende de lunes a viernes de 10 a 20, y los sábados de 10 a 14 (consultas al tel. 4322-6198).
La librería Ninon (www.librerianinon.com) fue fundada recientemente. Luce un diseño de página atractivo y funcional; las obras están divididas por temas, facilitando así la consulta del nauta-comprador. “Con mi socio se nos ocurrió poner una librería virtual porque los libros españoles están carísimos y veíamos que muchos libros argentinos, muy buenos, estaban agotados o fuera de circulación”, nos cuenta Eduardo, uno de los responsables de Ninon. Estos jóvenes libreros compran bibliotecas enteras, no sólo en la Argentina sino también en otros países de América, para abastecer su depósito y de esa manera satisfacer la creciente demanda de sus clientes de Internet. Ninon se especializa en poesía y hace gala de publicaciones como Poemas de Osvaldo Lamborghini, editado en 1980 por Ediciones Tierra Baldía, o el inconseguible Como un proyecto del que nadie habla de John Ashbery, con prólogo, selección y traducción de Roberto Echavarren, impreso por la editorial mexicana El Tucán de Virginia. También se encuentran todos los libros de la editorial “Selecciones de Amadeo Mandarino”, donde se destacan Opera buffa de Edgardo Cozarinsky y Cuarenta y cuatro cartas de Pier Paolo Pasolini. Los pedidos se pueden hacer al tel. 4862-4324, después de las 14. O bien por e-mail:
[email protected]. Las entregas se hacen a domicilio, con gastos de envío, pero también pueden retirarse (sin cargo) del depósito dela librería en forma personal, previa cita telefónica. Señores lectores: a izar las velas que en estos puertos imaginarios los esperan nuevos libros, nuevos mundos.