Biblogtecas
POR DIANA KLINGER, DESDE RIO DE JANEIRO
En Brasil ya no se puede hablar de literatura contemporánea sin mencionar los blogs. Tienen algo del folletín decimonónico, en cuanto relato por entregas, algo de los diarios modernistas (a lo Virginia Woolf), por el tono intimista, algo de las “causeries” de Mansilla, por su construcción en diálogo con el lector, y también y –para qué ocultarlo– algo de telenovela y de Gran Hermano, por la frivolidad y el deseo exhibicionista. ¿Será que la literatura es aquello que acontece mientras estás haciendo otros planes? ¿Estamos presenciando un paso adelante en la formación de un tipo diferente de escritor y de público?
Excepto algunos escritores conocidos, como Bernardo Carvalho o Marcelino Freire, la mayoría de los blogueros brasileños son escritores aún inéditos (o que están empezando a publicar), que buscan una salida a la impenetrabilidad de la máquina editorial dirigida por el mercado, por la política de los best-sellers y de los premios literarios. En Río de Janeiro hay algunos casos recientes de personas ligadas al universo bloguero que acaban de publicar sus primeros libros: Daniela Abade (Depois que acabou), del blog Mundo Perfeito, Ana Maria Gonçalves (Ao lado e à margem do que sentes por mim), de Udigrudi y Paloma Vidal (A duas maos), de quemtemasas. Y es que los blogs funcionan también como laboratorios: algunos escritos nunca van a pasar al papel, otros están ahí fermentando para ver si funcionan. En eso la Internet es como un purgatorio, dice “Indigo”: “Mi primer libro de cuentos Festa da Mexerica está compuesto ciento por ciento de cuentos que ya pasaron por mi site. Ya en mi segundo libro, Aparentemente um Pedaço de Carne, tengo cuentos que nunca tuvieron que pasar por el purgatorio, porque ya nacieron buenos”.
Casi todos los blogs son producciones individuales, que funcionan como journals o diarios en los cuales se alojan mini-cuentos y mini-ensayos escritos al calor de la hora. Como diarios, a nadie se le escapa que son muy tramposos, porque evidentemente se escriben para el lector. Pero, en realidad, ¿qué diario no es escrito para ser leído, tarde o temprano? Decía Ana Cristina César: “Binder dice que el diario es un artificio, que no soy sincera porque secretamente deseo que lo lean”. En realidad, el hecho de que estos diarios sean escritos explícitamente para ser publicados no significa que sean más “sinceros”, más bien parecería todo lo contrario. En realidad, todos los géneros de escrituras “del yo” –diarios, autobiografías, memorias– despiertan sospechas sobre la sinceridad de lo narrado.
La diferencia entre los blogs y los diarios hay que buscarla en otra parte, quizás en la inmediatez con que lo escrito está disponible para el lector. Es decir, se trata de diarios que son leídos en cuanto son escritos, diariamente, y que se van escribiendo también en diálogo con los lectores. Evidentemente, sería absurdo entrar en una discusión sobre la posible veracidad de los relatos, incluso porque habría que preguntarse, antes que nada, quién es “yo”. De hecho, la cuestión de la identidad siempre generó preguntas en el mundo online: en los salones de chat, en los grupos de discusión, y en todas las formas de participación en comunidades virtuales, encontramos el mismo deseo contradictorio, al mismo tiempo de exhibición y de ocultamiento. En la mayoría de los casos, los blogs están firmados por seudónimos, nick-names como “brasileirapreta”, “laresacada”, “fulana de tal”... Pero, en realidad, aun cuando firme con su propio-nombre-propio, el autor no es sino un personaje, con relativa (aunque no total) autonomía respecto del autor. Y no hay dudas de que el bloguero es un tipo narcisista, que gusta de autopublicitarse: “Augusto Sales es de buena cepa, no se gana la vida como escritor, no fuma y parafraseando a Paulo Mendes Campos– nunca intentó suicidarse. Augusto mantiene el blog epiderme, espacio para la experimentación y la indiscreción”. Los blogs funcionan como máquinas de producir subjetividades, como espacios para compartir y testear lenguajes, gustos, preferencias de consumo cultural, opiniones y pequeñas rebeldías cotidianas contra la fuerza aplastadora de la realidad. Y en esa construcción, la “insoportable cotidianidad” se transforma en ficción (y ahí empieza la literatura). “Mismo muerto continuaré dando mi testimonio de muerto. Esta lluvia inmóvil será yo que estaré escupiendo”, escribe otro bloguero conocido en el medio, Joça Terron.
En los blogs, Internet no funciona simplemente como un medio de difusión que esquiva al mercado, como es el caso de los programas de downloads de música y videos. El blog genera una nueva forma de comunicación con características propias. No por nada Internet suele ser considerada la segunda “Revolución Gutenberg”. Si la primera significó, además de la creación del público lector, cambios profundos e irreversibles en la sociedad, en la religión y en la literatura (al punto de que, por ejemplo, la novela –a diferencia de la lírica, el drama y la épica– no existiría fuera del texto impreso), esta segunda “revolución” también está produciendo géneros nuevos, ligados indisolublemente a la red.
Es que el soporte del blog sólo podría ser Internet, porque el blog nunca es un texto aislado, del autor al lector: además de los comentarios que los lectores envían diariamente, y que muchas veces terminan dialogando entre sí, el blog gana vivacidad a partir de sus relaciones inter-textuales, o mejor dicho, hiper-textuales. Los blogueros se citan unos a otros, o comienzan un relato y lo terminan en otro blog, o crean personajes que circulan por la web, como el gato Menezes del blog de Antonia Pellegrino: “Gente, volvió el www.carapuceiro.com.br!! ¿Y adivinen quién anda por ahí?! El gato Menezes, vean!”.
Invisibles, sin marcas en el vestido, el peinado o el cuerpo, las tribus de blogueros existen no solamente en el espacio virtual. Los comentarios continúan en otros ámbitos, en las relaciones cara a cara, y estos intercambios suelen transformarse –en el texto– en una serie de implícitos y sobreentendidos inaccesibles a los lectores ocasionales. Lo que presenciamos, entonces, es una especie de construcción colectiva de la intimidad. O sea que, además de máquinas de producir subjetividad, agreguemos que los blogs también son máquinas de producir comunidad o, mejor dicho, comunidades. Por ejemplo, en Río de Janeiro, hay toda una comunidad de escritores y lectores (aunque más escritores que lectores...) que ya tienen algunos núcleos, como la revista virtual paralelos, que está por lanzar (en papel) una antología de “nuevos escritores cariocas”.
Teniendo en cuenta el volumen de producción escrita diariamente, es evidente que las perlas no abundan, y que el tedio sí. En general, hay mucho entusiasmo acompañado de mucha estupidez. Por eso, quizás sea demasiado optimista ver en los blogs el futuro de la literatura, como opina Beatriz Resende: “Así como la obra de arte salió de la tela, la literatura ya superó el soporte libro”. Lo cierto, es que los blogs saben aprovechar las ventajas de la web: la libertad para publicar, la estructura en red, la ausencia de jerarquías y de mediaciones. Por eso, tal vez no sea demasiado optimista considerar que, como máquinas de producir subjetividades y comunidades, que eluden el control de los medios y de los mercados, los blogs sean prácticas alternativas en la sociedades de control.