CONOCIENDO A ZORT, CRIATURA ELECTRONICA CORDOBESA
Larga distancia
Convertido en trío, el proyecto del DJ Andrés Oddone es el emergente más notorio de una escena que no deja de palpitar: la electrónica de la ciudad de la Mona y el Potro. Mientras se presentan en Europa, los Zort intentan explicar por qué son chicos mimados de la modernidad cordobesa.
POR EUGENIA GUEVARA
lZort, la banda electrónica más popular de la ciudad de Córdoba, nació como el proyecto solista del DJ Andrés Oddone hace cinco años. En estos días, convertida en trío, presenta su flamante tercer disco, Más poco (editado por el sello Aerodiscos), en España, Alemania y Checoslovaquia. La gira se inció en el centro cultural La Casa Encendida de Madrid y sigue por el mítico Golden Pudel Club de Hamburgo, un festival de música callejera en Guadalajara, el Instituto Goethe de Praga y más.
Según Oddone, Zort es “una banda rara”. No sólo porque sus integrantes mantienen una relación cotidiana vía e-mail, separados por 800 kilómetros de distancia (Oddone y Bertol viven en Córdoba y Zunino en Buenos Aires). También porque todos “hacen todo” desde que Oddone decidió que Más poco tenía que ser un disco de banda, lo que hace imposible identificar roles. “En nuestros conciertos, la estructura de cada pieza es desarticulada e intervenida por proyecciones de nuestras filmaciones caseras y sonido. La música se vuelve indefinible: estilos electrónicos como el dub, ruidismo, breakbeat y electro se entremezclan con melodías étnicas, pop y jazz mediante arreglos de voz, clarinete y flauta traversa”, explica.
Andrés Oddone es una especie de gurú electrónico en Córdoba. Se hizo conocido como DJ, pero también como gestor de eventos y compilados de la escena. Ahora también es reconocido como músico y dice sentir pudor por su popularidad en ciertos ámbitos: “Pasé de ser el DJ del que se reía la gente de Artes Plásticas a que me llamen de diez muestras por semana para poner la música”.
El primer disco de Zort, Anillo Saturniano, fue una compilación que hizo con Agustín Goya de sus trabajos juntos y por separado. El segundo, Retornar de las mareas, fue una revisión en formato electrónico de todos los estilos con los que había trabajado antes de hacer nada electrónico. “Fui baterista hasta los 16 años. Toqué de todo y con todos. Después ya no. Un día vendí la batería y me compré un sampler y una caja de ritmo.” Para las presentaciones en vivo de su segundo disco contó con Agustín Goya, Andrés Zunino y Adrián Bertol. Por eso, cuando llegó la hora de Más poco le pareció natural que el disco fuera de la banda. “Los chicos estuvieron acá todo el verano, en la casa de mi abuelo, que dice que lo nuestro no es música porque no se puede silbar. Después fue un poco complicado, porque dos estábamos en Córdoba y los otros dos, en Buenos Aires. La mezcla se hizo allá. Así que aprovechaba cuando iba a tocar como DJ para trabajar en el disco.”
Adrian Bertol toca clarinete, flauta traversa, percusión, quena, sikus, ocarina y practica canto étnico. También recorrió un largo camino en lamúsica antes de Zort. “Hace 10 años, cuando empezamos con Andrés a hacer armazones de cintas y grabaciones caseras, la mentalidad de la música era la banda, y nosotros compartimos la necesidad de romper el concepto. Eramos dos tipos y también hacíamos música.”
Andrés Zunino se involucró en varios grupos folklóricos –con uno llegó a acompañar a Jaime Roos y a Miguel Angel Estrella– tocando vientos y percusión. Luego participó de orquestas y ensambles de cámara haciendo repertorios del Renacimiento y el Barroco. Al mismo tiempo era el baterista de algunas bandas “que intentaban hacer pop hasta que un día y por cinco años no toqué ningún instrumento. Decidí ser sonidista y es una de las decisiones más felices que tomé en mi vida”, asegura. Estudió Audiovisión en la Universidad Nacional de Lanús, donde conoció a Agustín Goya y a Tomás Espina. Los tres fundaron la productora Boltown, de la que salieron dos videoclips de Zort.
Después se sumó a la asistencia técnica del grupo y, un día se convirtió en uno más: “Es raro cómo se dan las cosas, por nuestro modo de laburo que es a distancia. Andrés está en Córdoba, yo estoy en Buenos Aires, el Adri está en el aire y a veces baja, así que las nuevas tecnologías en comunicación son nuestra herramienta más usada para trabajar. Más poco fue un delirio impensado, una obsesión de trabajo y un alivio de amigos. Todo eso engloba el ‘resumen de instantáneas’ que es el disco para nosotros. A mis 24 años, ¿qué más puedo decir? Trabajo de lo que quiero y me voy de gira a Europa con la banda que más me gusta de la Argentina”.