DIEZ AÑOS DE MTV LATINO: LO BUENO Y LO MALO
La música que miran todos
¿Qué fue de aquel proyecto de un rock regional televisado y unido? A una década del nacimiento de la filial hispanoamericana de la señal de videos más importante del mundo, poco queda de ese intento fallido por imponer un modelo unificador del “joven alterlatino consumista y politizado”. De Cobain a Britney, de Marcos a “Jackass”, de Ruth a Berta, de la fiebre “Unplugged” a la era del reality show... Réquiem para el sueño de un rock bolivariano.
POR JULIAN GORODISCHER
lEsta es la crónica de una identidad perdida. De cómo una vez, allá lejos y hace tiempo, el rock latino quiso comerse al mundo y un canal intentó ser el vocero del fenómeno. Pero es, también, la historia de un fracaso: diez años después de su creación como canal latino, MTV se disgrega en filiales regionales (Argentina, México, Central) y promueve la hegemonía del pop y el rock prefabricados. El gran “importador” acerca las últimas tendencias en los Estados Unidos: el boom de los idiotas en la era post-”Jackass”, el carisma del galán de moda (Ashton Kutcher, en “Punk’d”), la fórmula probada de unir atléticos e infladas en “Dismissed”. Lo que queda es el lento retroceso del rock al sur del continente. El sueño parece haber terminado. Pero, ¿existió alguna vez?
A principios de 1993, Alex Pels, productor y creativo, se puso a la cabeza del MTV en español y dedicó tres años de su vida al imposible balanceo de tonaditas. Cuatro veinteañeros (Alfredo, Gonzalo, Daisy y la argentina Ruth Infarinato) inauguraban el modelo VJ y prefiguraban algunos aspectos estéticos de los últimos años: el pelo multicolor y parado precediendo a la peluquería Roho, el look producido de Gonzalo antes de la escalada metrosexual, Daisy Fuentes anticipando el regreso de las curvas. “El desafío –recuerda Alex Pels, en conversación telefónica desde Miami– era conseguir una sola señal para Latinoamérica que balanceara las expresiones musicales de la región. Era el momento previo a la explosión de Internet, había que comunicar la información de un país a otro, era el tiempo en el que el rock era el código, con Café Tacuba y Molotov a la cabeza. Buscábamos una identidad...”
–¿Qué pasó?
–La realidad es que pocas bandas sobrevivieron al boom. El éxito local de Fito Páez o Divididos no fue tal en México o Perú. Y la alta exposición no se tradujo en buenas ventas. Hasta se acabó Soda Stereo, y quedó un disco y una reunión de despedida. Una empresa tiene que mantenerse y ganar dinero: se impusieron el pop, el hip hop y los contenidos no musicales, y se perdió la oportunidad de darle una identidad a lo latino.
LATINO, ¿QUE LATINO?
Si en el inicio MTV latino iba a ser la vidriera de una cultura musical regional, sus directivos iniciaron el progresivo pasaje al modelo traductor. El pop prefabricado comenzó a desbancar el esplendor del grunge, y los grupos de chicos (N’Sync, Backstreet Boys) y las solistas virginales devenidas en gatitas (Britney, Christina) se adueñaron de los rankings. Quedó, entonces, remitir la voz propia al espacio de los “Unplugged”, que –por algo– concentran gran parte del recordatorio “Rewind” que MTV emitió para el festejo. El resto fueron excursiones a las playas y las calles de capitales latinas, o el “Rockangol” que mostró partidos entre músicos, o la conversión del VJ pautadísimo en conductor de magazines extensos al estilo “Conexión MTV”.
A la pregunta ¿cómo ganar una identidad propia?, MTV concentró esfuerzos en renovar el plantel de VJs. Es cierto que el chileno Alfredo filtraba data fresca sobre el devenir del heavy metal, y que el mexicano Gonzalo hizo lo propio con el nuevo cine latino, pero la consigna fue sumar tonadas. Alejandro Lacroix, autodefinido como “el primer varón argentino del staff”, intentó mechar asuntos de asados, de fútbol y del paisaje porteño entre los videoclips. “Llegué a las siete de la mañana -dice– y a las dos de la tarde estaba presentando videos. Había bajado en Miami y no sabía qué estaba de moda y qué no. Se esperaba de mí, básicamente, que tuviera conocimientos de música, aunque si sos auténtico y vas para adelante, podés tomarte libertades...” Pero nada parecía suficiente. La llegada del VJ Berta, elegido entre el público, fue el último gran batacazo para latinizar, pero su deserción posterior lo convierte en (otro) paso fallido. “Creo –dice Berta– que fui parte de una tendencia internacional a incluir personas comunes en tiempos de reality shows. Pero yo siempre preferí a Los Beatles, y jamás presenté un video de Los Beatles. MTV sigue los gustos del momento.”
ADIOS A LOS MUSICOS
El primer aviso de que algo iba a cambiar lo dio “Real World”, de buen rating y verdadero sentido de anticipación: hiperrealidad antes de la era reality. La música empezaba a ceder paso a programas “para jóvenes”, difusa categoría que incluye el estilo renovador de Tom Green y la tribu Jackass, pero también el fiasco de los chicos “Dismissed” haciendo como si... Desde el 2000 hasta hoy, el canal musical empezó a ser un recuerdo, detrás de la ola ficcional: las locuelas de “The Osbournes”, los dibujos de “Daria”, “Ren y Stimpy” hasta llegar al exitoso “Hombre Araña”, la saga “Real World” y los más nuevos “Punk’d”, “Dirty Sanchez”, “I bet you will” y “El trip” desterraron a los músicos a un segundo plano. En ningún caso, se trata de producciones locales: son enlatados que –como marca regional– apenas regalan un subtítulo en español. “En el 2001 –cuenta Diego Alvarez, director de producción– empezó una presencia fuerte de lo no musical, tras la enorme aceptación para ‘The Osbournes’ y ‘Jackass’. El boom idiota es una corriente de gusto adolescente, es el rasgo de la edad del pavo, es la expresión natural del deseo de boludear un poco.”
Hipercríticos con lo que consideran “la peor muestra del cipayismo”, la dupla de creativos de TV compuesta por Mariano Cohn y Gastón Duprat (que asesoran en Much Music) plantean una disidencia: “MTV es la versión joven de la CNN en su peor momento. Su público en la Argentina son jóvenes nacidos y criados en Palermo, con padres que comen ravioles de calabaza con pesto de rúcula; en definitiva, el sector más cómodo y que menos quiere cambiar este mundo horrible”.
–¿Se perdió la oportunidad de encontrarle una identidad local?
Gastón Duprat: –Desfilan jóvenes argentinos, mexicanos, chilenos con sus disfraces de ingleses y yanquis, en un auténtico Síndrome de Estocolmo. Esta invención es un chasco, es perecedera, está vencida. La pantalla nos muestra pibes con lentes de marco negro muy grueso y vidrios transparentes, buzos Adidas, la combinación del marrón con el naranja, el diseño gráfico japonés... MTV dejó de ser moderno hace mucho tiempo; hoy, moderno es el Canal 26.
HACERSE OIR
Diez años después, casi todos los programas de MTV promueven una transgresión al orden clásico. Ahí está el sexo sin amor alla “Dismissed”, el culto a la autoflagelación descerebrada de “Jackass”, el golpe a las estrellas de “Punk’d”. También es cierto que se generan espacios para lo nuevo o “lo alternativo” (“120 minutos” o “Rock nacional”), por lo general emitidos por la madrugada, con poca visibilidad. “Pero es un espacio real, y hay que valorarlo –propone Fernando Alvarez, vocalista de la banda El Huésped–; les tocamos el timbre, entregamos el material y lo pasaron. Hasta me llegaron alumnos que me conocieron por salir en la tele (ver recuadro).”
Entre las 2 y las 4 de la mañana, cuando se relaja la estrategia de mercado, El Huésped convive con Coldplay, y Leo García –aseguran– se emociona por salir pegadito a Madonna. ¿Se borra una frontera? “Es rebeldía tomada –contrapone Dick El Demasiado, el cumbiero ‘experimental’–; el lenguaje del clip retira los dientes a la fauna de la juventud y lo áspero se canaliza en una estética inocua. Ninguna pregunta queda abierta, se sale el veneno... Más allá del hit radial –dice Dick– hay un mundo que se resume en su festival y en una declaración de principios: ‘Hay que salirse del monopolio y hacerse oír. ¡Suban la música a Internet!’.”