Domingo, 3 de abril de 2011 | Hoy
FAN › UN ARTISTA PLáSTICO ELIGE SU OBRA FAVORITA: DIEGO PERROTTA Y LAS COYAS, DE ENRIQUE POLICASTRO
Por Diego Perrotta
Cuando me enfrenté a esta elección, me vinieron a la mente varias imágenes. Algunas muy contemporáneas y otras ligadas a un tiempo lejano, pero mágicamente vigente. En esta especie de balanza de gustos se me vino a la cabeza toda la obra de Enrique Policastro, para mí, uno de los pintores más importantes de la Argentina.
Policastro es uno de esos artistas que no tiene el reconocimiento merecido, incluso muchos colegas de mi generación no conocen su obra. Elegir su producción es también ir al rescate de su maravilloso trabajo.
Cuando tenía 15 años, integraba el taller del maestro Héctor Tessarolo –amigo personal de Enrique–, en Curapaligüe y Cobo, en el barrio del Bajo Flores. En esas jornadas de taller, recuerdo que me quedaba mirando las obras de Policastro que colgaban de la pared. Eran retratos que representaban a personajes de las márgenes de la ciudad porteña, todos ellos muy humildes.
Mi maestro don Héctor me contaba que se encontraban con Policastro e iban a dibujar a la villa del Bajo Flores, llevando tan sólo unas hojas y pasteles tiza. Enrique tenía una bolsita con una cuerda que se colgaba del hombro, donde depositaba sus pasteles y mientras dibujaba y pintaba los sacaba sin mirar, sin siquiera elegir el color. Cuando Tessarolo le preguntaba por qué no elegía los colores que sacaba de su bolsa, Policastro respondía: “Lo que importa es el espíritu verdadero de lo que se está pintando”. Policastro fue un artista que buscó registrar la realidad por sobre todas las cosas, con lo que tuviera en mano, un carbón o un pincel y unos pocos óleos. Les hacía frente a las imágenes y luchaba con los instrumentos que hubiera para plasmar la realidad en sus pinturas, que más tarde retomaba en la tranquilidad de su estudio para darles la riqueza cromática, tan característica de su obra.
Con el tiempo fui investigando y me sorprendió la coherente línea temática y comprometida de su pintura. A lo largo de su vida realizó obras en diversas técnicas, dibujo, pintura, acuarelas, murales y pasteles. En su recorrido, realizó series de paisajes de Argentina desde distintas miradas: las villas del Bajo Flores, pinturas pampeanas con la marcada línea de horizonte y unos caballos muertos pintados con colores tierra. De entre todas, la obra que elegí se llama Las coyas, un óleo sobre tela pintado en 1953. Esta pintura corresponde a una serie de paisajes norteños. En ella se perciben el espíritu del pintor viajero, el artista en la búsqueda de lo humano. Se trata del retrato de tres mujeres, una anciana y dos madres cuidando de sus hijos.
Me parece muy impresionante que hace sesenta años Policastro desarrollaba sus series de pinturas sobre los pobres y humildes que habitaban y conformaban las villas del Bajo Flores. Hoy nada cambió y se repite la misma historia: miles de personas buscando un techo donde vivir en esos mismos lugares, siendo reprimidos por las mismas fuerzas policiales de la ciudad.
La muestra Rostros para la Memoria, de Diego Perrotta, se puede visitar en el Espacio Multiarte (Av. Corrientes 381) hasta el 14 de abril. De lunes a viernes de 10 a 18.
Testimonio recogido por Mercedes Pombo.
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