Entre sus muchos logros, podría mencionarse: ser uno de los actores más afables y queridos del planeta Hollywood; figurar literalmente en el cielo (existe un asteroide con su nombre); darse gustitos a piacere, sea crear una aplicación o bailotear con Carly Rae Jepsen en el hit pop-teen I Really Like You. Además de, dicho sea de paso, haber estelarizado algunos de las cintas más memorables de las últimas décadas, ya fuera volando al espacio exterior en su Apollo 13 o hablando con una pelota de voley llamada Wilson en, por supuesto, Náufrago. “¡Corre, Forest, corre!”, le habrán increpado en miles y miles de oportunidades al señor Tom Hanks, ducho en las bondades de ganar premios y convencer audiencias, amén de figurar en comedias, dramones, romances con igual éxito.

De allí que no sea de extrañar que ahora reciba otro cariñito simbólico, en esta ocasión en forma de arte pictórico, arte digital y esculturas, gracias a la iniciativa de la galería californiana 1988, en la avenida Melrose, que acaba de inaugurar serie en su nombre. Aunque, vale aclarar, hubo recorte; porque, intitulada No Sad Stuff, decenas de ilustradores y artistas fueron convocados para hacer piezas inspiradas en el intérprete y productor, tomando solo en consideración sus films de 1984 y 1994. En especial, los más chistosos. O sea: mucho Splash, Despedida de Soltero, Quisiera ser grande; algo Sintonía de amor y –sobre todo– A League of Their Own, donde su entrenador borracho tenía cortita a Madonna o Geena Davis al son de “¡No hay llanto en el béisbol! Nada, eso sí, de Filadelfia o Salvando al Soldado Ryan. En fin”. Con obras que van desde los 25 dólares hasta los varios miles, por supuesto aparece el premonitor Zoltar que lo volviera mayor en la famosa Big ¿Le habrá presagiado entonces esta exhibición, recientemente inaugurada, allá por los ’80?