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Domingo, 6 de diciembre de 2015

VALE DECIR

LONDRES: LA CIUDAD DE LA SELFIE TRISTE

La preocupación por las autofotos se ha salido de control. De lo contrario, imposible comprender los motivos por los que el centro cultural Somerset House, de Londres, encargó un estudio que analizase qué dicen las selfies sobre una ciudad. En efecto, con tamaño interrogante, un equipo de ¿científicos?, ¿analistas de data? se dispusieron a examinar una muestra de las 152.462 imágenes recabadas de Instagram, tomadas en el centro de capital inglesa entre el 21 y 27 de septiembre de este año, comparando los resultados con los de otras cinco grandes ciudades: Bangkok, Berlín, Moscú, Nueva York y Sao Paulo, Brasil. Utilizando el software de reconocimiento facial ReKognition, estimaron luego los niveles de felicidad que presentaban las fotografías, dando por resultado que, oh, oh: los londinenses se toman las selfies más miserables del mundo. Además, prefieren posturas verticales más formales, optan por un ángulo de giro de cabeza de 15 grados (a diferencia del promedio de 20 grados en otros sitios) y tienden a… usar anteojos. Lo que se dice información indispensable.

Empero, al mal tiempo (o mal humor, según), buena cara. Después de todo, Lev Manovich, co-creador del proyecto, destacó cuán “interesante es ver a los londinenses ser más honestos, sin intentar crear esa imagen alterna perfecta que a menudo se observa en las redes sociales”. Y luego: “Considerando que estos jóvenes se enfrentan a retos como el aumento de precios de los inmuebles y un mercado laboral altamente competitivo, no es sorprendente que no estén saltando en una pata de alegría”. Diferente ha sido la opinión de Claire Catterall, directora de exposiciones del Somerset House, quien atribuyó las caras tristes al hecho de que “se creen demasiado cool para sonreír”.

Más allá de las interpretaciones, queda lo concreto: que el análisis -y su correspondiente presentación- es parte de Big Bang Data, exhibición recientemente inaugurada en el centro cultural, que reúne obra de distintos “artistas, diseñadores y visionarios” que cuestionan cómo el exceso de información circulante en la época actual “ha transformado radicalmente el mundo que vivimos y revolucionará todo lo que hacemos”. Como tomarse una selfie que, al parecer, ya no solo simboliza narcisismo: ahora es data colectable que marca la idiosincrasia de una sociedad toda. Ajá… Les sobran el tiempo, las ganas, los recursos, Londres. Quizá en exceso.

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