Resulta que hasta los más duros metaleros gustan de encarnar el espíritu navideño. Si no con villancicos, al menos con temas afines del tipo “Mistress for Christmas”, de AC/DC, “No Presents for Christmas!”, de King Diamond o, en su defecto, “Christmas With the Devil”, de Spinal Tap. Y, desde esta temporada, con tarjetas que recuerdan el nacimiento de baby Jesús de la manera más atinada: resucitado en la figura de algunos de los músicos más emblemáticos de dicho género rockero. Obra y gracia de un fanático empedernido –el autodefinido “artista, diseñador y metalhead de Portland” Brian Cräbaugh–, los modelos lo tienen todo: el rostro del músico Kim Bendix Peterson (aka, Diamond) en el cuerpito de un bebé que reposa, plácido, sobre un pesebre; al alemán Rudolf Schenker, fundador de Scorpions, como el reno Rodolfo, acompañado –como corresponde– por Klaus Meine en rol de flaquísimo Papá Noel. Y a una presunta santísima trinidad –Lemmy Kilmister, Ronnie James Dio y Rob Halford– haciendo las veces de reyes magos. ¿Sus obsequios? La magia del metal, por supuesto. “Este proyecto es la culminación de mi carrera en artes y mi perenne devoción por la música”, advierte el autor de las tarjetas en cuestión, creador de la empresa Time Warrior (en castellano, “Guerrero del Tiempo”), término acuñado para definir “a una persona que pertenece al ejército de inmortales empeñados en defender la fe en el heavy metal”. ¿Una exageración? Sin duda. Pero el muchacho está convencido que su merchandising mantendrá por siempre viva la pasión. Finalmente, además del set navideño –que, por 10 dólares, promete matar a cualquier grinch de Navidad–, el aficionado vende remeras y parches. Y tarjetas para San Valentín, estelarizadas –como no podía ser de otro modo– por otras leyendas de su estilo de mil amores. Porque lo rudo no quita lo romántico. Una obviedad, en fin…