Domingo, 13 de diciembre de 2015 | Hoy
VALE DECIR
Emily Trunko es una adolescente de 15 años que vive en un pequeño pueblo de Ohio (Copley) y asiste a un secundario online, la Ohio Virtual Academy. Para pasar el rato, y dar rienda suelta a sus inquietudes tecnológicas, la muchacha regentea dos cuentas Tumblr que, de la noche a la mañana, se han vuelto sensación viral. La más reciente, The Last Message Received (en criollo, “El último mensaje recibido”) es una ¿agridulce?, ¿morbosa? iniciativa donde la muchacha reúne y publica los últimos textos que otrora amigos, exparejas o parientes fallecidos han enviado, previo a una ruptura o a estirar la pata. Mensajes que los receptores envían a Trunko para que ella los postee en su web. Y, así, otros anónimos –en evidente calidad voyeur– puedan leerlos. “Ey, ¿pueden mandarme las fotos del funeral de la abuela?”, pregunta quien –poquito rato después y en un irónico vuelco de las circunstancias– acaba muriendo. “Pensar que te dije que eras una de mis mejores amigas. Bueno, parece que no”, incrimina una jovencita antes de cortar ligas. “Buenos días, querida. No te preocupes, voy a estar bien. Te adoro”, ofrece una nana a su nieta, antes de entrar a cirugía y, bueno, pasar a mejor vida. “Estaba ebrio anoche y no quise decir nada de lo que te dije. Espero que aún podamos ser amigos”, pide un interés romántico que esquiva el compromiso de una vez y para siempre. Todos postreros intercambios, los últimos; y hoy, gracias a la teen, misceláneas sobre distintos modos de perder a alguien. Misceláneas que han llevado a Emily a replantearse su modo de decir, a andar con sumo cuidado. “Ahora pienso que cada texto que envío podría ser el último y que cada texto que recibo también podría ser el último”, cuenta la ¿pobre?, ¿paranoica?, ¿reflexiva? muchacha, que, a menos de una semana de haber lanzado su web (el pasado 9 de noviembre), ya sumaba más de 40 mil seguidores y 3.500 mensajes. Empero, como se mencionaba previamente, la petit Trunko ya había incursionado por los mares Tumblr, nutriéndose también de contribuciones de anónimos. En el caso de Dear My Blank (en español, “Querido Espacio en Blanco”), la muchacha creó una plataforma donde las personas pudieran publicar cartas que habían escrito pero nunca enviado. Qué va: tanto éxito tuvo la empresa –cuyo puntapié inicial fue a comienzos de año– que le significó a Emily: a) un contrato con una editorial para publicar las epístolas más destacadas; y b) un noviecito con el que mantiene la pasión teen vía email. En fin, Estados Unidos, país generoso. Y claramente curioso.
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