Si como dijo don Nietzsche, gran maestro de la sospecha, el visionario se miente a sí mismo mientras el embustero hace lo propio con los demás, miles de británicos bien caerían en la segunda categoría en su intento por mantener cierta apariencia… ilustrada. Más precisamente, dos mil, cantidad sondeada por la BBC en una encuesta que pretende dar cuenta de cuáles son los libros que los ingleses juran y perjuran haber leído, pero –oh sorpresa– no lo han hecho. Previsiblemente, el top 20 incluye algunos clásicos rusos: Crimen y Castigo, de Fiódor Dostoyevski; Guerra y Paz y Anna Karenina, de León Tolstói. Sin embargo, curiosamente el trono le cabe a Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, seguido por el distópico 1984, de George Orwell y, ya en tercer lugar, la trilogía de El señor de los anillos, de Tolkien. La investigación además revela que el 44% de los entrevistados aseguró que, de toparse con buenas versiones televisivas o cinematográficas estelarizadas por estrellas de la actuación, estarían tentados a recoger el texto original. Por lo demás, 1 de cada 3 admitió no corregir a quienes asumen –incorrectamente– que han devorado tal o cual libro. Y el 60% aclaró las (evidentes) razones por las que eligen faltar a la verdad: hacerse los leídos, dicen, los hace más atrayentes, atractivos. Siempre y cuando, claro, sus interlocutores no decidan ahondar en los argumentos de, por caso, Las aventuras de Sherlock Holmes, de Conan Doyle, otro de los títulos incluidos. O bien, Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen; la serie Harry Potter; El Diario de Anna Frank; Diez negritos, de Agatha Christie; El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald; o cantidad de obras de Charles Dickens (David Copperfield y Grandes esperanzas, entre ellos). Pero no sólo de clásicos de la literatura vive el impostor: la encuesta revela que también mienten acerca de Cincuenta sombras de Grey. Aunque las razones de la impostura en ese caso quedarían, ejem, en sombras.