VALE DECIR
Vale decir
El objeto de la semana
Unos 14 mil paquetes de caramelos distribuidos por estos
días a lo largo y ancho del circuito kiosquero norteamericano han estado ofreciendo a sus pequeños clientes este juguete que viene acompañado de tremendo relato y flor de sorpresa. Como por esta fecha se cumplen tres años del 11 de septiembre de 2001, la pequeña escultura pop ha cobrado valor conmemorativo, pero no faltaron, obviamente, quienes pusieran el grito en el cielo. Los distribuidores mayoristas dicen haber pasado accidentalmente por alto el “motivo” representado en la figura, se declaran ofendidos y le echan la culpa al importador. No hay caso: la discusión en el interior de la industria golosinera, que debería ser siempre y por sobre todas las cosas, un debate rico, tiene por estos días muy poco vuelo.
Bon Jovi conquista el mundo
Ay, qué rara viene la anticipadísima nueva épica de Hollywood. La dirige Oliver Stone, garantía de fanfarria y largas explicaciones –recordemos el trayecto de las balas en JFK que nos hizo padecer Kevin Costner–. También, claro, garantía de algo inesperado: el señor Stone puede hacer realmente cualquier cosa con la vida y los tiempos de Alejandro de Macedonia. Acaba de terminar el rodaje de Alexander, con un presupuesto pavoroso y el elenco más lindo de la historia del cine. Veamos: papá Filipo de Macedonia es el intenso Val Kilmer, y mamá Olympia es la semidiosa Angelina Jolie. Extraño: el matrimonio dio a luz a Alejandro interpretado por Colin Farrel, que no heredó ningún rasgo de la pareja (el joven Colin aparece teñido de rubio --¿por qué?-- y conserva sus labios finos y ojos oscuros: se ve que Olympia oculta algo). La pareja real pudo haber engendrado, sin embargo, a los amigos de Alejandro: Hefaestión –amante y compañero de batallas del conquistador real– es Jared Leto (Réquiem por un sueño) que físicamente podría ser un hermano menor de Val o Angelina. Lo mismo que el excesivo Jonathan Rhys-Meyers (Velvet Goldmine), un Angelina-hombre que interpreta a Cassander, enemigo íntimo de Alejandro. En fin: errores de casting los comete cualquiera. Para esposa de Alejandro, Stone eligió a la despampanante Rosario Dawson (La hora 25). Dictaminamos: esta película no se va a poder ver. Desafía todo verosímil semejante banquete de belleza. A lo mejor en aquella época los Dioses de la Genética y la Simetría trabajaban duro, nunca se sabe.
La cuestión es que el rodaje viene de lo más accidentado. Angelina, soltera más que codiciada, causó escándalos coqueteando con todos sus compañeros de elenco (¿y quién la/los puede culpar?). Oliver tuvo que poner orden. Encima, los señores Farrel, Kilmer y Rhys-Meyers se destacan por gustar de los excesos, y aparentemente se pasaron buena parte del rodaje en pedo. Tres días antes de ponerle punto final a su épica, el pobre Stone recibió la noticia de que su protagonista se había roto el tobillo y la muñeca al caer por la escalera en las postrimetrías de una fiesta organizada por Val Kilmer en... ¡Tailandia! Dios los cría, Oliver: hay que pensar un poco antes de amontonar tanto fiestero. Furioso, Stone tuvo que recurrir a tomas digitales para ocultar los yesos de Colin Farrel –Alejandro de Macedonia no puede andar emparchado mientras conquista el mundo–. Entretanto, el director quiso rodar algunas escenas de repuesto, pero el domingo pasado la combativa Rosario Dawson cayó presa cuando fue “atrapada” filmando a la gente durante las marchas contra el gobierno de George W. en Washington –está registrando las protestas para una película llamada The Revolution–. La represiva administración Bush la detuvo por obstrucción a la tarea administrativa del gobierno y conducta subversiva. Oliver, combativo él, debería estar orgulloso, pero se arrancó los pelos hasta que Rosario fue liberada (tiene que presentarse ante una corte criminal en noviembre). En fin. Igual la terminó. Infaltable, Anthony Hopkins es el único feo del elenco, en el papel de Ptolomeo. Ya imaginamos su solemnidad. Qué tedio. Y por las fotos, podemos decir que Colin Farrel se parece más a Jon Bon Jovi que a un conquistador griego. ¡Un peluquero sensato ahí!