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En Abu Dhabi, capital de los Emiratos Arabes Unidos, hay un hotel de superlujo que se llama Emirates Palace. Según el New York Times, es el hotel más caro que se haya construido.

Además de los servicios que ofrece, inconcebibles para la persona común, hace poco agregaron un juguete nuevo: un cajero automático que no da dinero sino que escupe oro.

Alcanza con meter el efectivo en una ranura y seleccionar el peso deseado para que salgan las barritas de oro: pesan hasta 10 gramos y vienen grabadas con el logo del hotel. “En un futuro se podrá usar tarjetas de crédito”, explicó Thomas Giessler, el inventor, en la conferencia de prensa que sucedió la semana pasada.

La maquinita se conecta a Internet cada diez minutos para actualizar la cotización del oro. El inventor asegura que, además, el artefacto está provisto de medidas de seguridad que hasta incluyen un software para prevenir el lavado de dinero.

En una economía globalizada y trastabillante, el oro es lo único que no cae víctima de la inflación. Mejor así: sería incomodísimo tener que recurrir a un cajero que dispensara tambores de petróleo.