Domingo, 25 de marzo de 2012 | Hoy
VALE DECIR
Nat Garvey es una británica que dice tener el mejor trabajo del mundo. Por la descripción de sus obligaciones cotidianas, difícil no darle la razón. “Es divertido y satisface mis necesidades”, cuenta la muchacha de 24 años que gana 25 mil libras al año probando juguetes sexuales. Y disfraces eróticos, ropa de látex y lencería, entre otros productos triple X. En sus dos años de “carrera”, la joven recuenta haber “examinado” más de mil productos por encargo de su empresa empleadora, el sex shop online Passion, que cada semana le envía una caja a su hogar de Truro, Cornwall, con las novedades más recientes.
“No soy adicta al sexo; tan solo represento a chicas normales que, como yo, necesitan este tipo de juguetes”, explica la mujer que dice preferirlos antes que estar rodeada de objetos de oficina todo el día. “Mi trabajo es recomendar los mejores para chicas solas, parejas y gente de todas las edades. Les doy un puntaje y lleno un reporte semanal”, define Nat quien, inicialmente, vio la oferta laboral vía Internet y aplicó en broma.
Ahora es una conversa, convencida del alcance de su oficio. “Los juguetes sexuales ya no son un tabú. Las personas deberían saber lo mucho que pueden enriquecer sus vidas”, ofrece la chica que cuenta con el apoyo de familiares y amigos. “Ellos dicen que es una gran oportunidad; yo simplemente creo que es el trabajo perfecto.” En un país donde más de cuatro millones de ítems son vendidos cada año, Garvey parece no haberle errado a su vocación. Menos cuando los números siguen creciendo y, según se calcula, en los próximos diez años las ventas llegarían a los 400 millones.
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